Hace unos días me enteré de una curiosa noticia: un gato había puesto una reclamación porque le habían engañado. Parece ser que el minino confiaba en ese dicho de que “siete vidas tiene un gato” y el animal había ido contando las situaciones de las que se había salvado a cambio de perder una vida, y cuando estaba tan tranquilo porque todavía pensaba que le quedaban dos, bueno, pues va y se muere.
- ¿Y cómo puede ser si yo había contado seis y las tengo muy bien contadas?, alegaba el pequeño felino.
No hay derecho a que nos engañen. Si por lo menos te avisasen cuando te engañan, entonces podrías prevenirte contra el engaño y la mentira. Podrías decidir si te dejas engañar o no. Pero claro, de ese modo el engaño perdería su esencia. De todas formas, al gato le tendrían que haber dicho que lo de las siete vidas es una aproximación, que a veces pueden ser seis y otras ocho. Vamos, que el asunto no es de los de matemática pura. Este aviso le habría salvado la vida.
Cuando nos dijeron que en Irak había armas de destrucción masiva, no se entendió que para los declarantes de tal afirmación, un cuchillo es un arma de destrucción masiva cuando se juntan en valores superiores a un millón, empuñados por un millón de manos dispuestas a matar. Por lo tanto, no es que mintieran, sino que nos hicimos una idea equivocada de la primigenia afirmación. Más o menos como le sucedió al gato.
Pero tal vez, la peor mentira, la más sutil, es la que se hace diciendo la verdad. Paradoja zen: se puede mentir con la verdad.
¿Cuánta gente compra margarina o bollería etiquetada como que contiene “grasas vegetales”? Mucha gente. Porque en nuestra cultura “light” se ha difundido que la grasa animal es perjudicial y que todo lo que procede de las plantas es bueno y natural. Y sin embargo, como “grasa vegetal” –y no se está engañando a nadie- se comercializa el aceite de palma, la segunda grasa más producida del mundo y una de las más nocivas para la salud cardiovascular. Pero si además, estas grasas vegetales están “parcialmente hidrogenadas”, suena a que son más saludables, porque lo de hidrogenado nos suena a purificado, lavado; y en realidad, con esta combinación hemos llegado a las grasas trans, la mayor bomba en la alimentación que reúne las tres condiciones más nocivas: legal, inútil y dañina. Pero claro, de todo esto nadie nos avisa.
¡Ah! pero, ¿es que también hay que avisar cuando se dice la verdad? Esto ya no cuadra. Yo me estoy haciendo un lío. Mira, mejor me voy a jugar al siete de
1 comentario:
hola rpm, enhorabuena por la labor de investigación y sobre todo por este excelente artículo. en el tema de la alimentación creo que todos nos la jugamos. me llamo victor trujillo y tengo un portal sobre comida que se llama www.muchogusto.net y estamos intentando hacer un especial sobre las grasas hidrogenadas o grasas trans. me gustaría contar con tu artículo para este especial. si quieres puedes escribirme a webmaster@muchogusto.net
gracias por tu colaboración y enhorabuena por el blog
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