Por Andrés González Castro
El pasado domingo por la mañana, un cuñado fue el primero en percatarse de la novedad: “Susana, se ha movido algo en la barriga”. Susana estaba entonces de 22 semanas y media, pero todavía no había notado las patadas que suelen percibirse a esas alturas de embarazo. Por la noche, ella y yo asistimos a una nueva exhibición gimnástica de la nonata, que apunta condiciones pirueteras, volatrices. Palpaba yo la barriga de Susana y notaba las patadas, o codazos, o cabezazos de la pequeña submarinista. ¿Qué siente uno al notarlos? Embeleso. Los labios se entreabren en una mueca de incredulidad sonriente. Embeleso y una felicidad indescriptible.
Ya hemos decidido ponerle Aina a la niña. (¡Cuántas cosas te echamos encima, hija, desde antes de nacer, como escribió el poeta!) Un nombre para que algunos, quizás no muy conocedores de la realidad del país, se extrañen y digan: “¿Le van a poner Herramienta a una niña?”. Yo mismo he reconvenido a mi madre por arrugar la nariz al oír el nombre, nuevo para ella. “¿Cabrá incurrir en Jessica para contentarte, abuela?”. En cualquier caso, tampoco Aina (variante mallorquina de Anna) es un nombre tan peregrino. Según el IDESCAT, ocupó en 2005 un digno 15º lugar en el ranquin de nombres más puestos a las niñas en Cataluña, con un total de 486 ocurrencias.
Puede planear sobre el antropónimo la sospecha de que quiera ser una manera de compensar o hacerse perdonar unos apellidos de poco pedigrí catalán (González Royo), como apunta Pedro Ugarte en uno de los cuentos de Mañana será otro día que también pasa en el País Vasco. Pero Aina cumple con diversos requisitos onomásticos que buscábamos: es corto, tiene muchas aes, es catalán y es fácil de recordar. A varios de mis sobrinos les dimos la exclusiva del nombre y, después de unos segundos de incredulidad, ya lo dieron por bueno, como lo prueba el hecho de que al cabo de los días se acordaban de él. Aparte, acogen con júbilo el nuevo fichaje: “¡Una primita!”. Y ya irán cinco con ella. Luego vendrán las peleítas entre los cachorros por un juguete, los besos, los lloros, los achuchones... Nada nuevo bajo el sol.
Aparte de algunos clásicos del género "para papá" y diversas revistas de más de lo mismo, estos días hojeo más que leo dos libros: Condició de pare, de Joan Barril, y De part del pare, de Vicenç Villatoro. Me identifico con esa torpeza acomplejada de un padre primerizo a quien le vendrá la expresión baloncestística “manos de mantequilla” cuando tenga a su niña y sea lo único que se interponga entre ella y el suelo. También me veo al trasluz de los libros de aquí a un par de años intentando transmitir certezas sobre las cosas y visiones esperanzadoras de un mundo que cada vez provoca más perplejidad, un mundo líquido, dice el pensador, pero que parece, más que otra cosa, viscoso y mugriento.
Ya hemos decidido ponerle Aina a la niña. (¡Cuántas cosas te echamos encima, hija, desde antes de nacer, como escribió el poeta!) Un nombre para que algunos, quizás no muy conocedores de la realidad del país, se extrañen y digan: “¿Le van a poner Herramienta a una niña?”. Yo mismo he reconvenido a mi madre por arrugar la nariz al oír el nombre, nuevo para ella. “¿Cabrá incurrir en Jessica para contentarte, abuela?”. En cualquier caso, tampoco Aina (variante mallorquina de Anna) es un nombre tan peregrino. Según el IDESCAT, ocupó en 2005 un digno 15º lugar en el ranquin de nombres más puestos a las niñas en Cataluña, con un total de 486 ocurrencias.
Puede planear sobre el antropónimo la sospecha de que quiera ser una manera de compensar o hacerse perdonar unos apellidos de poco pedigrí catalán (González Royo), como apunta Pedro Ugarte en uno de los cuentos de Mañana será otro día que también pasa en el País Vasco. Pero Aina cumple con diversos requisitos onomásticos que buscábamos: es corto, tiene muchas aes, es catalán y es fácil de recordar. A varios de mis sobrinos les dimos la exclusiva del nombre y, después de unos segundos de incredulidad, ya lo dieron por bueno, como lo prueba el hecho de que al cabo de los días se acordaban de él. Aparte, acogen con júbilo el nuevo fichaje: “¡Una primita!”. Y ya irán cinco con ella. Luego vendrán las peleítas entre los cachorros por un juguete, los besos, los lloros, los achuchones... Nada nuevo bajo el sol.
Aparte de algunos clásicos del género "para papá" y diversas revistas de más de lo mismo, estos días hojeo más que leo dos libros: Condició de pare, de Joan Barril, y De part del pare, de Vicenç Villatoro. Me identifico con esa torpeza acomplejada de un padre primerizo a quien le vendrá la expresión baloncestística “manos de mantequilla” cuando tenga a su niña y sea lo único que se interponga entre ella y el suelo. También me veo al trasluz de los libros de aquí a un par de años intentando transmitir certezas sobre las cosas y visiones esperanzadoras de un mundo que cada vez provoca más perplejidad, un mundo líquido, dice el pensador, pero que parece, más que otra cosa, viscoso y mugriento.
Lo cierto es que “La vida sale”, como canta mi admirado José Mercé, y nos empuja fuerte hacia delante con esas pequeñas patadas, quién sabe si codazos o cabezazos, para cambiarnos las prioridades de un manotazo y no dejarnos demasiado tiempo que malgastar en cavilaciones autodestructivas ni memorias tristes. Ahora que ya sé el sexo de mi ángel.
4 comentarios:
Jo, me has emocionado, tío. Esto no se hace. En todo caso, felicidades por las piruetas y volveteretas presentes y futuras y un besazo fuerte a la madre.
NOTA: Otra pareja de amigos míos que acaban de ganarse la condición de padre y madre hace escasamente quince días también ha optado por ese nombre. A ver si las Ainas sustituirán a las Marías y tendremos que cambiar nuestros entrañables "Juan y María" de los libros de gramática por unos más modernos "Pol y Aina".
Me hacéis sentir cada día más viejo, pero también más optimista.
Moltes felicitats per la criatura! Amb un amor i una il.lusió com la que tens, de ben segur que tindrà una arribada al món meravellosa...
I Aina és preciós, a més no em sona gens estrany, potser perquè en conec un parell.
Me gustaría compartir una anécdota personal, envuelta en mil enhorabuenas, doy fe que hay patadas que saben a gloria.
Hace 22 años, cuando las ecos eran en blanco y negro y los sexos se intuían por la ley del azar….pensamos, imbuidos por la magia de Sevilla, por la guapa Esperanza, por Carlos Cano, que si teníamos una niña ,la llamaríamos Macarena….fue niño y lo de Macareno, nos pareció una putada y optamos por hacerlo tocayo de su padre. Cinco años más tarde, nació nuestra princesa, le pusimos Macarena…..y llegaron los del Rio…….venganzas del destino(todavía no nos lo ha perdonado je).
En agradecimiento por los impagables recuerdos, te adjunto información onomástica:
Fecha onomástica: 26 julio
Explicación nombre: Variante de Ana. Hebreo. Derivado del nombre “Hannah” significa
“Aquella que esta llena de gracia”.
Pd)¡ Por Dios¡ vigilar a Luis Aguile…ya le ha pegado por Marina.
Enhorabuena. Estos momentos hay que vivirlos con las ganas con que demuestras hacerlo. Un beso para Aina, que por cierto, me gusta y tampoco me suena extraño: tengo una alumna que además de buena persona es una excelente trabajadora y estudiante. Esto no quiere decir nada, porque estoy seguro de que tu Aina saldrá a sus padres y con ello ya va bien preparada.
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