sábado, 21 de abril de 2007

LA NOVELA EMERGENTE

Por Ruben Garcia Cebollero

He tenido el placer de disfrutar, en el Visor-07, de una jornada muy reconfortante. Sin duda, gracias a Albert Sanchez Piñol, Alvaro Colomer, Care Santos, Segi Doria, Carlos Villarrubia, Francisco Casavella, Ignacio del Valle, y Vanessa Montfort.

El lunes es Sant Jordi, la fiesta del libro y la rosa en Cataluña, una tradición que, en los últimos años, refleja una lucha de cifras y de ventas que nada tiene que ver con lo que, para mí, es la escritura. ¿Qué novela creéis que triunfará este año? Apuesto por la clave Gaudí, pero lo más seguro es que el lunes por las Ramblas la gente compre el libro del Buenafuente, aunque prefiero recomendaros el de Pepe Rubianes, "me voy".

El mundo editorial hoy día es tan veloz y loco como el imperio de la globalización. Alvaro Colomer ha apuntado que en España se publican 130 libros al día, y unos 30.000 al año. La media de supervivencia cara al público es de unas 3 semanas, pasadas las cuales desaparecen de las librerías, con la excepción de unos 20 0 25 títulos que destrozan estas estadísticas.

¿Qué le gusta a la gente? ¿Qué lee la mayoría? Al salir de la jornada reflexionaba sobre el eterno dilema: escribir para vender, o escribir sin que te importe que se venda lo que escribas. Mi opción es la segunda, todo el mundo lo sabe, porque puedo permitírmelo y porque no me llevo muy bien con las prisiones. De presión a prisión suele haber poca distancia. Sin embargo, respeto a quienes pueden conseguir escribir y vender. Y si además les gusta, pues mejor para ellos.

La escritura no es mi profesión, aunque le profeso una fe imposible de perder. Escribo porque no puedo dejar de hacerlo. No niego que cuando a uno le leen y tiene público eso, en mi caso, te hace sentir bien. No obstante, diría Risto "no puedes pretender gustarle a todo el mundo". Para mí lo que importa son las personas, los amigos, por ejemplo aquellos con los que ayer cené en el Poble Sec, o aquellos (los que escribimos este blog) que mañana (hasta los que no estén) estaremos de comilona. Y esto viene a cuento porque, por muy bien que se me den las cartas del tarot, no quiero saber quién va a leerme, pues como le enseñaban a Vanessa Montfort "hay que engañar al policía que llevamos en la cabeza para no censurarnos".

Al margen de las ventas de rosas y de libros, sé que la novela sobrevive entre los creadores, y los fabricantes de best-sellers. Toda la vida y la historia es una pulsión binaria, una lucha de protagonistas y antagonistas, y me temo que los papeles son intercambiables y no implican bondad o malda alguna, sino pura y simple oposición, conflicto, lucha de intereses.

Ignacio del Valle ha dicho que la vida es dura y el amor nos protege de la intemperie. Me ha recordado un libro de poemas, que el año pasado tuve la fortuna de ver publicado mediante el Ayuntamiento de Zaragoza junto a otros participantes del Premio de Poesía de Zaragoza, cuyo título es "Máscaras de Florencia", pues como han apuntado Carlos Villarrubia y Francisco Casavella, todos somos ficción, todos vivimos rodeados de ficciones, con nuestras propias mentiras.

Se ha hablado de la novela emergente porque a la poesía, con la que nací y moriré, pertenece a esos márgenes literarios que, sin decirlo, Sergi Doria ha apuntado: todo lo que no es novela o teatro es literatura que no llega al gran público.

No me siento poeta por haber publicado algunos libros de poesía, ni cuentista, ni novelista, ni por los premios que pueda o no recibir. Lo soy porque no me importa la saturación del mercado, sino la subjetividad, lo que Care Santos llamaría la historia arrebatadora, la crítica inteligente, la valentía para fijar algo en el alma o el recuerdo de los seres humanos.

Es curioso que Nocilla Dream, de la que hablé hace ya bastante tiempo, haya asomado en un tema de novela emergente, cuando quizá nunca sea una novela, sino un inmenso poema, pues los poetas no pueden disimular su combate en los márgenes. Así que el lunes, los que tengáis Sant Jordi o tan sólo el deseo de comprar o leer algún libro, si queréis un consejo: elegid lo que os plazca. Al fin y al cabo lo que cuenta es lo que sentimos, mucho más que las cuentas de resultados, porque nada emerge si no se ha sumergido en las profundidades de una oscura noche, tan reconfortante como el blanco y negro de los sueños, los de tinta, que han movido desde hace muchos siglos el arte y el oficio de contar, esa pulsión binaria, que es al fin y al cabo la raíz de cualquier existencia.

1 comentario:

R.P.M. dijo...

Me quedo con lo de que "todos somos ficción, todos vivimos rodeados de una ficción, con nuestras propias mentiras" y de ese modo es como puede triunfar cualquier tipo de escritura que entra en ese mundo de ficción. De todas formas, yo continuaré disfrutando con ese libro, o esas líneas que cuando las lees, son capaces de establecer un diálogo contigo mismo: el tipo de diálogo que busco también cuando escribo.