La gratuidad de los libros de texto escolares es una promesa habitual y reiteradamente plasmada en todo programa electoral que se precie, promesa que ya se ha cumplido en algunas comunidades autónomas y va camino de hacerse realidad en algunas otras. Como botón de muestra, véase el anuncio hecho durante las últimas elecciones en la Comunidad Valenciana. En principio, no parecería existir motivo alguno para recriminar una iniciativa que redunda en beneficio de las maltrechas economías familiares de las hipotecadas familias medias. Y si embargo, haberlos, haylos.
Argumento fácil sería aducir los incontables ejemplos de alumnos que dicen no poder adquirir esos libros, o los libros de lectura o el material escolar que se aconseja comprar durante el curso, pero lucen en los pasillos y patios teléfonos móviles que ya quisieran muchos adultos y zapatillas deportivas de marca que no son precisamente de rebajas: les faltan los libros, pero raramente la moto y la PSP. Sin embargo, tal argumento sólo nos acarrearía probablemente una casi justificada acusación de demagogia. Así que seamos serios y argumentemos como no lo hace ningún político de los que padecemos actualmente, es decir, con ideas y sin eslóganes populistas.
Nadie estará en contra de que las administraciones públicas faciliten a toda la población el acceso a la educación y, por ende, a los medios indispensables para que el alumno disfrute de todas las posibilidades de aprendizaje que se le brindan, así que vaya por delante que somos furibundos partidarios de toda clase de ayudas, becas, promociones, préstamos, intercambios y cualquier otra iniciativa que facilite la obtención del material y los libros escolares de manera gratuita o casi gratuita a las familias desfavorecidas. Pero, ¿libros de texto gratis para todo el mundo - privado, concertado o público - así por las buenas y sin criterio diferenciador? Jolín. Qué alegría para los ricos. Y para algunas editoriales.
En primer lugar, y aunque sea triste tener que aceptarlo: el adolescente medio tiene dificultades para valorar lo que le regalan – no daré ejemplos, obsérvese el día a día -, así que, si aún cuando los libros los han pagado papá y mamá, muchas de las ricuras tienden a maltratarlos – igual que hacen con el resto de material escolar -, no quiero imaginar qué ocurrirá cuando se los traigan los reyes. El libro de texto gratuito porque sí – por cierto, ¿quién decidirá qué libros y qué editoriales? – banaliza aún más la educación, minusvalora la enseñanza y aporta muy poco, si algo, a la mejora de la calidad de la que tanto alardean los legisladores pedabóbicos. Mejorar la calidad implica, en mi humilde opinión, invertir ese pasturrial, que tantos votos compra, en iniciativas que realmente supongan un enriquecimiento del sistema. Por el precio de esos libros regalados y desvalorados – 105.000.000 € sólo en la Comunitat Valenciana -, se pueden contratar muchos más profesores y reducir algo las ratios, se puede adquirir mucho material realmente útil, se pueden sustituir algunos barracones por aulas de verdad, se pueden crear programas de refuerzo o de apoyo,... Los libros de texto, en fin, deberán ser algún día gratuitos, por supuesto, pero antes hay inversiones más urgentes. Dijo Séneca que la medida de la riqueza estriba en conseguir, en primer lugar, lo que es necesario, y, posteriormente, lo que es suficiente. La gratuidad de una herramienta que cada vez se percibe como más arcaica, como son los libros de texto, es, como mucho, suficiente, pero en absoluto necesaria.
Empeñados como están algunos en la gratuidad de los dichoso mamotretos, no obstante, existirían soluciones mucho más adecuadas que ir repartiendo vales y cheques para su pago en librerías. Por ejemplo, que dichos libros se confeccionaran por concurso público y los editaran gratuitamente las administraciones. O que se potenciara entre el profesorado la preparación de materiales propios con compensaciones económicas u horarias. O bien algo tan sencillo como que los libros pertenecieran a los centros y las familias los alquilaran, entregando una cierta cantidad en concepto de depósito a principio de curso, cantidad que recuperarían al final si se devolviera el libro en buen estado. El problema, sin embargo, no es que no existan soluciones alternativas como las aquí reseñadas o muchas otras que nos dejamos en el tintero: el verdadero problema sería que ciertas empresas privadas dejarían de ganar el dineral que se embolsan cada vez que las leyes educativas, y con ellas los libros, cambian – es decir, un año sí y el otro también -. La presión de ciertos grupos y el beneficio – tal vez no sólo electoral - para ciertos políticos son demasiado elevados.
En definitiva, en el debate pedagógico predomina desde hace años la demagogia populista, el electoralismo zafio y el desinterés por la verdadera formación de los españolitos, que serán mucho más felices en su inocua ignorancia. Así que los libros de texto, nos guste o no, sea necesario o suficiente, serán gratuitos por decreto y sin consulta previa. Pero nosotros seguiremos dando clases en barracones atiborrados de alumnos, pasando un calor hediondo y pegajoso, sin medios, sin recursos, sin ordenadores y sin disciplina. Y los que no traían los libros cuando había que pagarlos, seguirán sin traerlos ahora que se los pagaremos entre todos.
- Enlaces de interés:
Libros de texto y TIC(atención a los comentarios)
A favor de la gratuidad
© de la imagen: http://martanauta.blogia.com/2006/112602-nuestros-libros-de-texto.php
10 comentarios:
Tienes más razón que un santo. Lo que viene gratis, alguien lo paga por otro lado. Y ya está bien de pagar gastos inútiles. El que quiera libros que se los gane. Yo devolvería al final de curso, el precio de los libros según el buen uso que se haya hecho de ellos. Los jóvenes de hoy son la generación consentida -que no con sentido-.
Gracias por enlazarme. Saludos.
Sincerament, penso que els llibres se'ls hauria de guanyar l'alumne estudiant i mostrant interés; de fet, crec que així s'hauria de guanyar també el dret a estudiar. Ja sé que aquesta opinió no és la més acceptada actualment, però salta a la vista que la democràcia real no és precisament el sistema més adequat per a l'educació. No ho és ni pel fa a l'estructura interna dels centres, ni tampoc pel que fa a a la seva capacitat per generar interés.
Em sembla que aquesta vegada hi ha poc lloc per a la polèmica: més o menys tots ho veiem de la mateixa manera. A l'arxiconegut Panfleto antipedagógico hi ha alguna proposta de solució global per al daltabaix en el món de l'educació, però cada cop sembla més difícil de redreçar. La gratuïtat dels llibres no és, ni de bon tros, la reforma més urgent.
Se me ocurre compa ,que en este sorteo cultural patrocinado por la conselleria(también tiene monos) los alumn@s candidatos a fotocopias en blanco y negro, los sin, con eufemísticas Acis, los motivados absentistas y los benvinguts paseu,paseu….recibirán cupones y cuando su nivel de competencia curricular, en una próxima e infiel reencarnación, llegue al nivel de la negada Eso, le obsequiaran con un lote ilustrado y a color,para compensarle.
Mientras tanto irán a Marina D’Or, esta temporada andamos escasos de folclóricas y aunque "raritos" son futuros votantes.
Bueno, después de leer esto, a uno de le pasan las ganas de seguir hablando de educación:
http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Malditos/profesores/elpepuespcat/20070611elpcat_5/Tes
Mierda de blogspot, no hay manera de colgar un enlace. Pruebo con este más corto;
http://www.sindicat.net/n.php?n=6074
Acabo de llegir les declaracions del molt inepte senyor E. Maragall, i tan sols puc dir dues coses:
Primer, sí, Carles, "apaga y vámonos".
I segon, es torna a demostrar que la condició de possibilitat per a ser polític i gaudir d'un bon lloc a l'administració és l'absoluta mediocritat. Ja no crec que ho facin amb mala intenció: simplement el sistema selecciona els mediocres per a manar. Simple i horrorós.
Totalmente de acuerdo.
Acabo de descubrir este blog y veo que por su contenido de crítica en materia educativa quizás os interese echar un vistazo a http://crisiseducativa.wordpress.com
Saludos
El enlace al tercer artículo citado está roto. Os dejo el enlace por si queréis leer la reflexión sobre cómo podría el Estado ofrecer libros de texto gratis gastando menos dinero de lo que dedica a subvencionar la compra hoy en día.
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