(* Debía ser publicado el domingo, pero me va a ser imposible. Siento robar este tiempo de adelanto al artículo de Rubén)
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Lo máximo que podemos obtener sea de lo que sea es alegría. Y ¿qué es la alegría? Un sí espontáneo a la vida que nos brota de dentro, a veces cuando menos lo esperamos.
Releyendo a Savater, uno encuentra que tiene razón. Andamos por la vida cautivados por la terrible sensación de que todo esto es un asco. Y acabamos de cruzarnos con la sonrisa de un niño, o sencillamente hemos pasado al lado de un jardín de olorosas adelfas, y no hemos podido gozar de todo ello. Oportunidad perdida. La vida que se nos escapa.
Es verdad que yo estoy ahora cómodamente sentado en el sillón, delante del ordenador, y que he abierto la nevera hace diez minutos para tomarme un zumo. Y que mañana puedo levantarme y desayunar churros, si me apetecen. Por consiguiente, puede ser fácil para mí hablar de alegría. Y que hay otras personas que antes que hablarles de alegría, hay que darles de comer. Pero a lo mejor yo no llego a mañana, aunque haya comido hoy.
Y si tú hoy no has comido, pero respiras, acuérdate de que hay siempre una bocanada que sabe distinta a las otras. Sigue respirando hasta encontrarla.
Cito a Tomás Moro a través de Savater: (---) –y ninguna virtud es tan propia del hombre como ésta- suavizar lo más posible las penas de los otros, hacer desaparecer la tristeza, devolver la alegría de vivir, es decir: el placer.
A quien acepta demasiado bien el placer, se le suele llamar “perdido”, “calavera”, “jeta”… “niña mala”, “casquivana” … y no digo que no, pero entre la abstinencia y el abuso, está la templanza (amistad inteligente con lo que nos hace disfrutar, vuelve a decir Savater).
Es como la sensación de vacío que se te queda cuando, al comer con la tele encendida –muy mala costumbre ésa- aparecen noticias de la hambruna en África. Ya no te sabe igual el plato que estabas comiendo. Te sientes egoísta. Y sin embargo, comprender a quien padece nos tendría que lanzar a la acción para remediarlo, a poner de nuestra parte para que el otro cambie su situación, pero no a la vergüenza de nuestro propio goce.
Placer y dolor, muerte y vida van siempre juntos. Lo peor es quedarse en medio. Esto se me ha ocurrido ahora, os lo juro. No me deis las gracias, pero tampoco os paséis en los comentarios. Savater lo dice mejor: la alegría es la experiencia que definitivamente acepta el placer y el dolor, la muerte y la vida.
Y por ahí detrás se me queda algo más respecto al placer. Otro día –otra noche- tal vez me acucie la incógnita del placer sexual y me ponga a buscar citas. Y de estas dos últimas líneas no os quedéis con la expresión “incógnita del placer sexual” sacándola de contexto. Reconozco que no sé mucho de ese tema, pero tampoco llega a ser una incógnita.
No es que con todas estas reflexiones me sienta filósofo, ni mucho menos. Ni que quiera convencer a nadie –dios me libre- Sencillamente, reflexiono para convencerme a mí mismo.
Y a todo esto, y por lo de la estructura encuadrada, lo de saber reír viene a propósito de mi primera experiencia en una sesión de risoterapia, hace apenas una semana. Y sí, me reí, nos reímos de vernos los unos a los otros, mira qué modo más sencillo de reír. La parte denominada “ducha de sensaciones” estuvo muy bien. Salimos a unos cinco euros a escote. Y lo cierto es que antes nos habíamos reído toda la mañana –la sesión fue por la tarde- a cero euros por persona. Si sumamos las risas, el precio es lo de menos.
Hasta la semana que viene. No dejéis de sonreír.
3 comentarios:
Je,je...
Un placer;) El tiempo es relativo... ¿no?
Riure és salut i alegria... La majoria dels tibetans sempre riuen o somriuen... per tant riurem! jejeje!
Un article molt xulo, encara que a mi el Savater em cau fatal, jeje!
Totalment d'acord amb això de que el riure és una d'aquelles claus quotidianes per a la tan buscada felicitat. Jejejeje, ja ens explicaràs més sobre el tema de la risoteràpia. Un dia hauríem de veure'ns només per riure, jejeje. En tot cas, felicitats per la teva proposta, i llàstima que, en acord amb la Carla, l'individu aquest anomenat Savater no em provoqui precisament riure, sino altres expressions molt menys saludables.
Apa, fins ara.
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