jueves, 19 de junio de 2008

Pestañas


Por Raquel Casas


Por la autopista, mientras se acerca a su destino, ella va pensando que no era así el Paraíso. Cuanto más se acerca a casa, más claro lo ve.
No es así. He llegado tarde a casa, sin camisa y con el rímel deslizándose imparable por las pestañas. Parezco un oso panda. Ya nadie me estará esperando.
Bajo el sol, afina el oído intentando distinguir algún sonido familiar en el horizonte. Nada. Tampoco pasan coches.
A lo lejos distingue un árbol, aquel álamo que encontró agua en mitad del asfalto. Está cerca de casa. Se detiene bajo su sombra y recuerda que solía jugar junto a él, allí antes había columpios. Tenía muchos amigos. Recuerda algunas caras infantiles, el gato que perdió, el olor de su perfume y empiezan a temblarle las piernas como si las recorriera un relámpago tramposo. Decide continuar el viaje (ya tiene la piel fría), aunque todavía aprieta el calor. Se despereza, agita la cabeza a los lados para despejarse y en ese instante el movimiento brusco de la crin deja ver claramente en el cuello el tatuaje de una mujer bilingüe de largas pestañas.


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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una duda:¿todavía tiene la purpurina?.Dicen,que lo único que permanece es el cambio,pero los paraisos,son muy pegajosos je,je.
Un abrazo.Paula

Anónimo dijo...

Burlanga : El amante bilingüe i marse la peli ambientada en mi edificio eh titi q te he pillao la influlencia eh jeje no pero molt ben reciclat eh es un univers "mono"

bxts

Raquel Casas dijo...

Paula, efectivamente, todavía tiene purpurina. Es inevitable y va brillando por los rincones, sobre todo por las noches.

Burlanga, recordo el teu edifici i la novel·la, encara que no ve d'aquí; ja t'ho explicaré un dia, però bona memòria!