sábado, 27 de septiembre de 2008

Morir de memoria


Ruben García Cebollero trae hoy a José Domingo Dueñas. Artes y Letras. Heraldo de Aragón. Jueves, 25 de septiembre de 2008

Varios autores. “Vivo o muerto. Cuentos del Spaghetti-Western”. Zaragoza. Tropo Editores. 155 pp.


No hace mucho que Óscar Sipán, uno de los responsables de Tropo Editores, dedicaba fascinado un reportaje al western de serie B que se rodó en los Monegros (y no sólo en Almería) durante los años sesenta y setenta. El declive de Hollywood en los cincuenta ocasionó el desplazamiento del género del oeste a la industria y a escenarios europeos, italianos y españoles sobre todo.
No le faltan defensores al que fuera bautizado con desprecio por los puristas como “spaghetti-western”, pero lo cierto es que generalmente ha sido catalogado como una variante menor, popular y estereotipada, del gran modelo americano, lo que no deja de ser un tópico apriorístico y en buena parte injusto. Porque el western mediterráneo produjo alrededor de quinientas películas, algunas ciertamente nada despreciables, y encontró además modos expresivos propios, a veces de mayor riesgo que los del género clásico. En cualquier caso, Sipán no se equivocaba cuando percibió tras los clichés narrativos, en los rostros curtidos y opacos de aquellos héroes expulsados de diversos paraísos, un mundo de desamparos y de ternura encubierta -dentro y fuera de los platós- que merecía la pena recuperar. Por ello, en este caso es la literatura la que sigue al cine en pos de aquellas cintas donde aparentemente tan poco valía la vida aunque se vieran destinadas precisamente a ayudar a vivir a varias generaciones de jóvenes en circunstancias no muy propicias.
Así, Francisco Casavella traza la historia de John Rivers, Juan Ríos en realidad, el extra que mejor se moría, confidente incluso de Jean-Paul Belmondo aunque acabase como todos los demás, vencido por los recuerdos y por el brillo cegador de las oportunidades perdidas. Manuel Vilas hace hablar a Sergio Leone desde el purgatorio, el director de mayor alcance del “spaghetti-western”, en abierto debate con Buñuel, Woody Allen o John Ford sobre cine y sobre el sitio que le corresponde a cada cual en la posteridad. Benítez Reyes descubre la verdadera historia de Frank Logan, autor por las noches de novelas del oeste y pastelero a la luz del día. Patricia Esteban juega con las fronteras difusas entre realidad y ficción a propósito de Hannie Caulder, actriz no demasiado considerada en un cine de hombres. El autor argentino Norberto Luis Romero recrea el nacimiento del amor adolescente a revueltas del cine pero sobre todo a pesar del modelo de aquellos héroes nada proclives a los afectos. También Mario de los Santos -el otro editor de Tropo, con Óscar Sipán- indaga en la infancia de quienes imitaban el mundo del “spaghetti-western” tratando de resucitar el gesto desafiante, el desprecio implacable al enemigo que aprendían en la pantalla. Óscar Sipán se detiene en la sordidez que a veces se agazapa a este lado de los focos, así en la persona de una mujer embarazada y abandonada por un actor. Hilario J. Rodríguez recrea episodios de la antesala del rodaje, personajes, circunstancias, historias mínimas que podrían acompañar a cualquiera de aquellas películas. José María Latorre, siempre entre el cine y la literatura, traza lo que podría ser el guión de un filme del oeste clásico, con los personajes marcados por la acritud y la ambición que les traspasan las circunstancias. Carlos Castán se sitúa en un principio en el terreno que tan bien conoce, el de la intimidad y la introspección, aunque luego apunta al humor y a la chocarrería para recuperar lo que pudo suceder en algún pueblo monegrino durante el rodaje de un western.
Con todo, desde ángulos sesgados o francos y en todo caso con incuestionables aciertos “Vivo muerto” consigue sin duda lo que se proponía: rescatar las aspiraciones fallidas, los logros incompletos, el éxito y el fracaso -casi siempre inseparables- de quienes vivieron aquellos episodios del western europeo, ni muy heroicos ni muy ejemplares, pero entre los que sin duda corría abundante la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aunque sabes que agradezco tus siempre interesantes presentaciones y se que,como buen anfitrion, estas inmerso en los preparativos de las “jornadas literarias”, aprovecho el tema western para decirte ,que echo mucho de menos verte cabalgar por 7 voces a lomos de tu poesía….otoñal nostalgia, lo del Newman me ha afectado peliculeramente je,je.
Un abrazo y palante con tus proyectos compa.
Paula