sábado, 18 de octubre de 2008

SIN PELOS EN LA LENGUA


Por Rubén García Cebollero


Ahora que he acabado la novela histórica, ambientada en el siglo XIV, y que hemos estrenado la obra de teatro "Pop Corn" con Katharsis, no puedo resistirme a regresar al hoy, a esta semana, a decir algo sobre el Planeta: enhorabuena, Fernando.
No sé si leeré la última obra, la que han premiado, que debe ser "Ética para Lara" aunque con otro título. Tuve bastante con ver el circo mediático de cada año, y la fingida sorpresa de los ganadores. No sé si el texto de Ansón aportaba algo que no supiéramos, pues la farsa no deja de ser una lujosa operación publicitaria. Una campaña que hasta tiene infantas, y que me recuerda, como decía un verso de máscaras de florencia, que a veces no tenemos otra función más que la decorativa.
Del Premio Planeta no añadiré más. Cumple su cometido, y está bien que exista. Los premios no están para descubrir buenos autores, como decía Gloria Fuertes, porque los buenos autores se descubren solos. Los premios están para descubrir lectores. Está claro que mucha gente necesita etiquetas, morbo, asumir necesidades que le inventan, no tiene, o cree que la hacen saber algo.
Disfruté mucho más en Alibri, el jueves, cuando Carlos Vitale presentó "Descortesía del Suicida", publicado por Candaya, que ha apostado por una colección de ficción breve que dice mucho más que otras obras, pongamos novelas, que tienen la descortesía de malgastar papel para no decir nada, para vender vacío, para hacernos creer que no tenemos pelos en la lengua.
Y sí, los tenemos. Hay demasiados pelos en la lengua. No quiero pensar de donde vienen. Otro día os cuento de que va mi novela, que están tan cerca las jornadas literarias que casi ya han volado, que la gente que muere ya no vuelve y que hablar de premios, de Planetas, de pelos nos va a dejar sin lengua. ¿Crisis? El sistema de créditos se acaba destruyendo a sí mismo. Tarde o temprano la productividad se verá afectada. Los sitemas bancarios, tú, nosotros. Y habrá libros que hablen o que callen, y habrá negociadores y habrá artistas.
Así que les dejo con DEMASIA, de Carlos Vitale:
¿Cómo es posible que todos los años hayan sido el peor año de mi vida?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por la descortesia de Carlos,adjunto borrador:deberia pasarme a limpio.Sencillamente genial.
Un abrazo.paula