martes, 6 de enero de 2009

La asombrosa historia de las palabras (y III)


La historia de Mirra es bonita, cruel, pero bonita. Lo que me llamó la atención de la historia fue la relación que hacía Ovidio entre la mirra y otras plantas aromáticas como el incienso y el costo. Lo que oyen. El binomio de incienso y mirra me lo conocía, pero el tercero en discordia siempre había sido el oro, no el costo. Para empezar pensaba que era una palabra de argot para referirse al hachís, al kif, o como diablos quieran llamarlo, pero me lo acababa de encontrar en un texto del siglo I editado por Cátedra. Era el momento de consultar el diccionario. Costo: planta zingiberiana de la cual se extrae un jugo que se usa en medicina popular. Desde aquí todas las acepciones relacionan la resina del cáñamo indio con la hierba de Santa María, la verbena o la atanasia, empleadas todas en medicina popular según épocas y lugares con diferentes nombres. Plantas recogidas en fiestas paganas de solsticios que la Iglesia ha convertido en San Juan y San Pedro sin llegar a quitarles el apelativo de verbenas. En nombre de dios, siempre en nombre de dios. Entonces volví a pensar en el oro. Los dos primeros regalos de los Reyes Magos habían sido gomorresinas balsámicas según las definía el diccionario. Cierta lógica empujaba a pensar que el tercer regalo habría de seguir la misma línea. ¿Por qué se habría molestado Dios en buscar una familia pobre si luego habría de cubrir al recién nacido con riquezas? En la historia sagrada no volvía a salir mención del oro, claro que tampoco de la mirra y del incienso, sólo que el oro suele tener el defecto o la virtud de cambiar la vida de cualquier persona. ¿Acaso José y la Virgen María lo dilapidaron dando la entrada para un apartamento en Haifa? ¿Jesús se costeó el milagro de los panes y los peces a golpe de talonario? ¿No habría sido lo del oro otro invento de los que habían trascrito la Biblia? ¿No sería más fácil que el tercer cofre contuviera resina de cáñamo, es decir, costo, o aceite de María, hierba virgen y santa? Además, Ovidio sitúa el mito de Mirra en las islas de Panquea, cerca de Arabia, allá de donde venían los tres reyes magos siguiendo la estrella montados en camellos. ¿He dicho camellos? En fin, para mí está claro. Si Jesús era un iluminado tenía sus motivos.
Felices Reyes.

1 comentario:

Zápiro dijo...

La investigación me parece inapelable. Que se dejen de tanto vino de misa cuando ahora ya está claro que lo que se pegaba era unas fumadas de escándalo.

Ahora bien. No hay droga blanda sin droga dura, como no hay Mesías sin precursor. ¿Qué me dices de su primo el Bautista?, ¿eh? ¿Quién que tu conozcas se iría al desierto y, después de unos días a lo loco, va y pide que le corten la cabeza?..

Recomiendo próxima investigación: "Juan Bautista y el peyote".

salute ;-)