jueves, 13 de agosto de 2009

El silencio


Por Raquel Casas


Se detuvieron ante un cuadro de Rothko, aquel que les parecía un dibujo fiel y exacto del silencio.
- Mira, el silencio –dijo L una tarde de lluvia cuando las dos, aburridas, miraban libros de pinturas y viejas películas súper 8 de cuando eran pequeñas.
Y ahora estaban en el museo ante el silencio, su silencio, aunque en realidad ambas sabían que el cuadro no se titulaba así.
- Parece distinto –señala M- Creo que le falta algo… En nuestro libro de láminas tenía algo más, ¿no te acuerdas?
L no recordaba ningún otro detalle, sin embargo de repente se acordó de adónde fue a parar aquella página del libro.
- L, creo que lo que echas de menos es a He-Man.
- ¿He-Man?
- Sí, sí; el silencio acabó convirtiéndose en una hermosa capa de boda para He-Man. Lo casamos con la Barbie Superstar.
- Oh, es posible, sí, sí. Yo de pequeña quería ser un máster del universo, lo quise ser durante varios años. Pero en la escuela las monjas siempre me castigaban cuando decía eso y me mandaban a confesar, parece ser que era pecado mortal. Vaya, no me acordaba de la capa que confeccionamos.
L y M se quedaron de nuevo en silencio observando El Silencio y recordando.
Unos minutos más tarde M dijo “ya sé que le falta”, se pintó bien los labios, avanzó unos pasos y beso con fuerza el cuadro.
Justo en el centro, sobre la línea que separa los dos colores, quedó marcada su boca roja.
L le dijo “tenías razón, le faltaba eso; ahora sí que es nuestro silencio. Aunque una esquina debería estar mojada. Llovía el día que enterramos al gato”.


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1 comentario:

Carso dijo...

en general me encantan las profanaciones, pero esta se lleva el gato al agua, digo al cementerio. en fin, que me ha encantado la historia de he-man y de la barbie.
bendito silencio.