miércoles, 16 de septiembre de 2009

Isla

Por José G. Obrero



Y si lo haces mencióname así: isla
caprichosa, huidiza, volcánica,
fernandina, emergiendo un pedazo
ahora y luego otro, quién sabe cada
cuánto y cuándo. Pero hay mar aquí,
esa es la única certeza, vaivenes
y un triángulo, esquinas, aristas
desde donde nada se ve llegar.
Isla, ¿tan difícil es entenderlo?
Pues ya lo sabes: dilo como sea
dilo esta vez a gritos: ¡isla!
Que también se hunde (según)
se va al fondo, es un poso,
una sábana de las dorsales,
deja de verse al fin (¿qué buscas?)
Pero yo te lo digo desde abajo
desde más abajo aún, cóncavo
agujero, yo te lo digo tragando
peces transparentes: isla, isla.

4 comentarios:

Toribio Suerte Zahurdillas dijo...

Habrá que ver si, como daneses, rusos, canadienses y usaeños, nos peleamos por ver que parte de nuestro continente está conectada con la isla!!

¡isla!

saludos!

Beatriz dijo...

Qué bonito, José! Estoy contigo, el mar alrededor, infinitamente oceánico, es la única certeza. Y que la isla, antes o después, va a acabar en el fondo, fondo, fondo, con o a pesar de las olas, seguro seguro. Ya lo vienen diciendo los pelmas de los ecologistas desde hace no sé cuánto: la Tierra se sumerge. Aunque lo de hundirse, hundirse, hundirse, hundirse, al fondo fondo fondo más negro y profundo, recursivamente, es muuuucho anterior a Greenpeace, al Rainbow Warrior, incluso a Venecia y a los férreos y hercúleos muros de los Países Bajos. Y ahí no valen istmos, penínsulas ni eufemismos semejantes.

Ala, vamos a llorar un poquito por el mundo y sobre todo, por la miríada de islas que idióticamente y sin saberlo lo poblamos en este preciso momento. Yo te acompaño en el llanto. (Aunque con la boca pequeña te advierto que ese dicho de que 'mal de muchos consuelo de todos' es una gilipollez parida por el mal llamado 'sentido común').

Abrazo;-)

José García Obrero dijo...

Exactamente eso. No es una cuestión territorial, es líquida. Esto no hay dios que lo reivindique. La Isla Fernandina apareció súbitamente como consecuencia de las lavas del Etna y cuando comenzaban a disputársela las potencias del momento, desapareció de un día para otro. Quién sabe qué ilusiones había despositado cada uno de los monarcas en ese pedazo de roca negra, lo único seguro es que se fueron al fondo del mar, matarile, rile, rile. A lo mejor mañana reflota y se convierte en patio de recreo de los reptiles.

Saludos a los dos.

Beatriz dijo...

Eso, eso, de los reptiles. La evolución al revés, o sea, la involución. Yo quiero ser pequeñito, nada de los mastodónticos dinosaurios, aunque tb. los hubiera pequeños. Un vulgar y diminuto reptil, tan insignificante en mi mismidad reptiliana como o soy en mi mismidad humana. Matarile, rile ron, chin pon.

Oye, José, qué bien que nos hayas ilustrado tu poema con tu foto, así, bien de cerca. Ahora seguro que si me cruzo contigo no te confundo, jaja!

Besazo ;-)