Por Sergio Belmonte
Igual que el cascabel
que tirita en la cola de serpiente,
se estremece tu cuerpo entre mis brazos.
Tu pulso se acelera
mientras se desordena
de tu respiración
el ritmo cadencioso.
Tus ojos ya no fijan la mirada
y la voz se te ahoga
con un sordo gemido,
en el fugaz instante de un orgasmo
prácticamente eterno.
.
1 comentario:
Ah!, ¿ya está?
Ostia, qué cansao, un orgasmo prácticamente eterno!!! Buff, deja, deja, que a veces la evolución hace incluso bien su tarea.
Bye bye, enjoy your holy-day!!!;-)
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