viernes, 16 de julio de 2010

EL PARTO DE LA BURRA


*Una previa: ando bloqueada, por causas ajenas a mis voluntades, y no he conseguido escribir nada nuevo, cuelgo este relato para compartir una anécdota lirico-sentimental, con el tome la decisión, hará más o menos un año, de volver a escribir y dejar el deporte de borrar compulsivamente.


Acababa de despertarse oficialmente, pero cada día le costaba más recomponerse, dar órdenes a los miembros de su cuerpo serrano, untarlo con rojos sangre para hacerlo apetitoso y ponerlo en vertical, la digna y evolucionada postura para comenzar a tener horizontes.

Tras la primera paradoja matutina y el presunto, de momento solo eran fundadas sospechas, agradecimiento por estar no muerta un día más…comienza el recuento .Se mira las manos con esa inspección rutinaria de miedos y después, de reojo, la mesita de noche .Hoy tampoco se lo han llevado sus ángeles, por algo será, allí esta desafiante el manoseado libro de las tapas bonitas, donde desovan memorias de salmones saltando entre máscaras.

Lo abre apartando vampiros, esos que alimenta con carnaza de sueños, con placentas de universos que aún palpitan buscando ser acunadas por palabras, ser acariciadas por sabanas de tintas.

Lo cierra rápido, aprieta los ojos y se escabulle entre las sábanas, pero falla el infantil recurso y enseguida nota el temblor de manos, el reencuentro con el ansia, los retortijones de metáforas que quieren atravesar aduanas de pensamientos.

Inconscientemente aprieta sus manos entre las piernas y al descubrirse con las manos en la masa se sonríe y hace una pausa, para reírse de si misma. Je, je, había puesto en marcha, una vez más, el motor de las sensaciones allí donde el cuerpo conecta con las emociones, allí donde los labios que no sonríen hablan lenguajes de fantasías, allí donde bucean renacuajos blancos buscando metamorfosis, donde estallan colores y se instalan aromas de piel hechos recuerdos.

Ese útero, es donde ella descansa y cede el control, donde se rinde a la música y escribe cuentos sin finales, sin perdices y con principitos, que no príncipes.

Se levanto para evitar tentaciones, se encendió un cigarro e hizo una nueva pausa, esta vez para engañarse a si misma con los mismos argumentos de siempre. No se molestaba en innovar porque, en el fondo, sabía que era un puro ejercicio de estupidez, un homenaje a su cobardía, pero su orgullo exigía el tributo en racionales especies y necesitaba justificarse utilizando el cómodo recurso de echar la culpa a los demás.

Las contracciones habían comenzado y un primer chute de dolor rompía silencios…

Andaba hacia años fuera de supuestos legales para abortar, la medicina para histéricas cumplió su cometido. Pero la magia, la brujería de la imaginación hoy rompía aguas y sentía como se desbordaba….como pedía a gritos anestesia de tintas, bálsamos de palabras….pero el miedo a sus criaturas, al reencuentro con biografías, con espejos que convirtieron sus plumas de musa en plumas de gallina, le paralizaba.

Era una difícil elección: Perséfone venia con el cordón umbilical enrollado en la cabeza y anclado al corazón…cuesta parir cuentos.

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