Agradezco a sor Renun su inestimable colaboración al prestarme la fórmula clave del texto
Por Ester Astudillo
Nos preocupamos demasiado por el sexo.
A veces, demasiado poco.
Hay quien alega problemas de cama en su separación.
Los problemas de cama siempre enmascaran otros problemas, son la punta del iceberg, y no necesariamente –de hecho las menos de las veces- tienen que ver con la pareja sexual. Eso dice la consultora matrimonial cuando Eva explica sus dificultades con Adán. Eva no le sostiene ya la mirada como decidió en un principio.
Adán se queja de la falta de orgasmos simultáneos.
Eva replica alzando la voz, aunque conservando todavía la compostura, que el problema no es precisamente la simultaneidad en los orgasmos.
Adán contiene su furia y se muerde el labio inferior para no airear a los cuatro vientos del despacho la temida palabra con f-. No quiere cagarla en la primera visita, si bien de sobras sabe que la suerte está echada.
La consultora espera con paciencia su turno de palabra.
Adán no recoge el testigo y la consultora interroga a Eva ocularmente. Ante el silencio de ambos decide ser ella quien irrumpa.
¿Tienen hijos?
Le doy al off y extraigo la cinta del soporte, harta de la infinidad de variaciones sobre el mismo tema. No sé aún qué título le voy a dar al proyecto, pero sí tengo bien definida la conclusión. Y sé que me va a valer un suspenso, pero me la suda. El miércoles decidí cuál va a ser la frase que cierre el trabajo: ¿Por qué preocuparse por los orgasmos simultáneos cuando el gran grueso de la vida es en realidad un prolongado y compartido no-orgasmo simultáneo a infinitas bandas?
A veces, demasiado poco.
Hay quien alega problemas de cama en su separación.
Los problemas de cama siempre enmascaran otros problemas, son la punta del iceberg, y no necesariamente –de hecho las menos de las veces- tienen que ver con la pareja sexual. Eso dice la consultora matrimonial cuando Eva explica sus dificultades con Adán. Eva no le sostiene ya la mirada como decidió en un principio.
Adán se queja de la falta de orgasmos simultáneos.
Eva replica alzando la voz, aunque conservando todavía la compostura, que el problema no es precisamente la simultaneidad en los orgasmos.
Adán contiene su furia y se muerde el labio inferior para no airear a los cuatro vientos del despacho la temida palabra con f-. No quiere cagarla en la primera visita, si bien de sobras sabe que la suerte está echada.
La consultora espera con paciencia su turno de palabra.
Adán no recoge el testigo y la consultora interroga a Eva ocularmente. Ante el silencio de ambos decide ser ella quien irrumpa.
¿Tienen hijos?
Le doy al off y extraigo la cinta del soporte, harta de la infinidad de variaciones sobre el mismo tema. No sé aún qué título le voy a dar al proyecto, pero sí tengo bien definida la conclusión. Y sé que me va a valer un suspenso, pero me la suda. El miércoles decidí cuál va a ser la frase que cierre el trabajo: ¿Por qué preocuparse por los orgasmos simultáneos cuando el gran grueso de la vida es en realidad un prolongado y compartido no-orgasmo simultáneo a infinitas bandas?
5 comentarios:
Creo que la falta de sexo no es lo que sirve de camino hacia la separación, sino que es la excusa perfecta para "tapar" otras miserias por las que se originan una separación como son, la rutina, las discusiones, o la falta de paciencia para superar conflictos en la pareja.
Perdón? Quién habla de falta de sexo?
Este blog no funciona, hice un comentario a las 10:30 horas y no me lo han subido. Voy a protestar al Nuncio en Sitges (que lo hay y vaya vidorra se pega, el cabrón).
Decía que están ustedes obsesionadas con los orgasmos, demasiado, y que no hay para tanto, se puede vivir sin ellos. Yo misma, no sé qué son, nunca he tenido uno, ni siquiera cuando me daba con el cilicio en las espaldas.
Nada, que les recomiendo, a ellas, el libro de rezos de Orgasmo de Rotterdam..., quiero decir Erasmo, qué tonta!
Sor Renun
sexo no debería simplificarse a orgasmo...
Ah no? Vaya por dios!!! Y yo tan confundida!
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