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Por José G. Obrero
Planchar todos los pliegues de las sienes.
Planchar, planchar Vapor desde la base enfilado a la piel.
Ábranse quemaduras no haya freno en su avance:
se crezcan en las grietas, irrumpan en la gruta
donde mora la brecha.
Que planchen al borracho hasta borrar su filo,
hasta dejarlo en cueros como un trozo de mármol.
Planchar al cielo roto que arroja sus cristales.
Planchar todos los gritos torcidos en la acera.
Planchar, planchar Vapor desde la base enfilado a la piel.
Ábranse quemaduras no haya freno en su avance:
se crezcan en las grietas, irrumpan en la gruta
donde mora la brecha.
Que planchen al borracho hasta borrar su filo,
hasta dejarlo en cueros como un trozo de mármol.
Planchar al cielo roto que arroja sus cristales.
Planchar todos los gritos torcidos en la acera.
3 comentarios:
La mano que busca el corazón.
No sé si me sugiere más la foto o el poema. Le estoy dando vueltas...
Es como un thriller-caramelo, pero de los que te dejan el aliento helado. !Ay!
Abrazo gordo, José.
hay planchas que sellan hasta las mismísimas fallas tectónicas.
Mercé, gracias. Comparto tu duda. Últimamente me gusta ficcionar muchísimo. ¿Estaré entendiendo por fin qué es eso que se llama literatura? Aunque, como dice Óscar, una cosa está clara, sella las fallas, borra los surcos o cicatriza las brechas (según el gusto)
Un abrazo fuerte a lo dos.
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