jueves, 24 de marzo de 2011

Café con leche


Por Raquel Casas

Fuimos a tomar algo después de comer al bar de siempre. La nueva de la oficina se apuntó. El viejo camarero se acercó arrastrando los pies, como siempre también. Pedimos cafés solos, cortados, carajillos, alguna infusión y un chupito de hierbas para la digestión. La nueva pidió la última. El camarero le preguntó qué quería con un palillo entre los dientes. Y ella dijo Quiero un café con leche corto de café, y que sea descafeinado de máquina; ¿tenéis leche de soja?, ah no, pues leche desnatada por favor, que no esté caliente sino templada; ¿tenéis miel?, ah no, ¿y azúcar moreno?, ah tampoco, pues sacarina pero granulada, no de esa en tabletas; y desearía que me lo trajeran en vaso en lugar de en taza, gracias. El camarero la miró de arriba abajo y le preguntó ¿Algo más princesa? Y ella añadió Pues desearía un poquito de espumita de leche por encima y si no es mucha molestia una mijilla de cacao espolvoreado por encima. Todos habíamos dejado de hablar y mirábamos a la nueva y al camarero, casi sin respirar, esperando una mala contestación por parte de él. Pero no fue así, se dirigió a la barra con el pedido. Me levanté al servicio y cuando pasé por delante del camarero oí el final del pedido: … uno solo, dos orujos de hierbas y un café con leche cor… ¿%?…¡#!…¿!...*…@:!……. y un café con leche COÑO. Sonreí.

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1 comentario:

Mercè Mestre dijo...

Ja només falta que a l'hora de pagar, quan li diguin: 1,40, la princesa contesti: "¿me está diciendo la hora?