domingo, 14 de enero de 2007

HEPTALOGEMA

Por Rufino Pérez

Siete voces. Un reino heptalógico. El número siete tiene magia y tiene también presencia más allá del valor numérico. ¿Una pretensión de los autores de este blog? Pura casualidad. La presencia que podamos tener más allá del eco de nuestras voces, será mínima. O tal vez no. Ya lo veremos. Esto no es un parto sietemesino. Tampoco es un parto normal. Tiene algo de excepcional, como el siete.

Mucho se ha escrito sobre el siete. Mucho se va a escribir desde este héptalo luminoso que se denomina “sietevoces”. Y por si no son suficientes el Liber Numerorum, De septem septenis, Las siete Partidas o la ciudad de Siete Aguas (Valencia), aquí habrá siete voces para esparcir a los cuatro vientos –tampoco hay que pretender que todo acabe en siete, suficiente con la terminación de la lotería de Navidad- algo de verdad, un poco de ciencia cierta, un montón de buena voluntad con una pizca de ironía espolvoreada de nocturna alevosía –por aquello de que la mayoría de las veces, los artículos se escribirán por la noche y se publicarán a la mañana siguiente-. ¿Qué nunca habéis probado esta receta? Yo tampoco. Humildad ante todo.

Pero mira, con esto del siete creo que he encontrado una mina, y prometo que voy a rascar el filón hasta desgastarlo, sin agotarlo, que siempre hay que reservar algo, por si el día de mañana sobrevivimos a todo este desastre de cambio climático, de Tercer Mundo endeudado, de móntate una guerra para pasar a la Historia; y en fin, de consumo luego existo.

Aunque yo sigo pensando que seré de los que alcanzarán el séptimo cielo –otra vez con el siete-. No sé bien cómo, pero tal vez, mi amigo Javier Camacho me pueda decir algo. Él se ha propuesto coronar las siete cumbres más altas de diversos continentes, en un proyecto que se llama Cumbres y Culturas y que inició en el 2004. Nada menos que el Everest, el Cerro Aconcagua, el Mckinley, el Kilimanjaro, el Elbrus, el Vinson y la Pirámide Carstensz. Siete peldaños para llegar al séptimo cielo de la fama.

Yo me conformo con que el 2007 me deje sin un ápice de afonía, habiendo hablado lo mío y siendo escuchado, al menos por siete personas de cada siete habitantes de esta España nuestra y parte del extranjero.

¿Qué me he vuelto loco? En el próximo capítulo lo comentamos. Por cierto, Javier Camacho dice que su proyecto “tiene una clara vocación divulgativa y un interés educativo y cultural de primer orden” y yo añado, que está abierto a cualquier tipo de donaciones y colaboración. Ya sabéis. Siete cumbres, siete voces. Hasta dentro de siete días.

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