Para hablaros de las hipotecas, he escogido esta foto de un amigo, cuyas fotos podéis ver en http://www.flickr.com/photos/mollanas, por si queréis deleitarlos con su trabajo. Espero que no le moleste un poco de publicidad.
Supongo que para muchos el tema de las hipotecas no es algo apasionante, mucho menos un día en que se juega un Barça-Madrid, y parece que todo en la vida deba centrarse en eso, en un partido que yo, por supuesto, veré. Sin embargo, debo a otro amigo lo mejor que he leído esta semana y que, traducido, viene a decir más o menos lo siguiente:
La gente ha asumido que deberá hipotecarse de por vida y por mucha pasta. Es decir: no se quejará de ninguna manera. No pasará nada. La gente irá cayendo, como moscas, siempre individualmente. Por tanto, los poderes no tienen nada de qué preocuparse. Primero hace falta cargarse el tejido social, cosa que ya está hecha. Después, todo es vía libre para el capital.
Dejando a un lado si las ideas son o no propias o ajenas, y mucho o poco originales, lo cierto es que no dejan de ser verdad. O al menos eso me parece. Y no sé qué es más terrible. Los precios de las casas y por tanto las hipotecas siguen subiendo, y parece ser que seguirán subiendo como el "eurovibor" (sí, ya sé qué es el euribor pero "eurovibor" suena más a lo que es), en una espiral que no puede llevar a nada bueno.
Volviendo a la fotografía que he tomado prestada de la genialidad de otro amigo, pensé en las otras hipotecas, las que no vemos, las hipotecas invisibles, para las que si no hay esos fotógrafos del alma, de lo cotidiano, nadie tiene un segundo de atención. Y en esa imagen de las sombras que van a cruzar un paso de peatones he visto, o he querido ver, todas las otras hipotecas que llevamos a cuestas, a las que ponemos otros nombres, o toda esa ceguera que nos permite seguir vivos, o creer que lo estamos. Esta semana leía a Kundera decir que el recuerdo es una forma del olvido, y de alguna manera así es cuando toda nuestra memoria tan sólo es una selección, un discurso escogido de imágenes, palabras y sentidos que, a la fuerza, debe dejar de lado parte de lo que también ha sido.
Todos tenemos hipotecas, sean bancarias o no, y afortunados/das quienes puedan decir lo contrario. En una de sus ciudades invisibles, Italo Calvino empieza diciéndonos en Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Donde dice Cloe podemos poner Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia o cualquier otra ciudad. Nos convertimos en sombras que cruzan pasos de peatones, sombras hipotecadas, de por vida y por mucha pasta, con el escaso relieve de los números que sólo sirven para engordar cuentas ajenas, de los silencios sin queja que perpetúan la cruel telaraña de las hipotecas.
2 comentarios:
Rubén: hay alguna foto estupenda en la página que enlazas. En cuanto a lo que dices en tu texto, más bien quiero creer que cualquier tiempo pasado fue anterior. Quiero decir que Antoni Bassas escribía en un artículo de el viernes (http://www.elperiodico.cat/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAT&idnoticia_PK=386553&idseccio_PK=1006)que nunca tantos seres se habían preguntado por cómo conseguir la felicidad, de modo que algún progreso general sí que hay. Sin querer caer en el panglosianismo y sin perder de vista que la alienación que causa la producción se alivia en el consumo. Y que las hipotecas son caras, claro.
Muy buena la foto y muy bien elegida …si son sombras familiares ,asumidas compañeras, visitantes implacables, cobradoras de nominas, salteadoras de intimidades de guante blanco ,pasaportes a lo inaccesible……jodidas hipotecas ,benditas hipotecas .Hay quien sueña con que le concedan una…para poder tener un sitio donde guardarla(llámese casa o similar),un coche para pasearla, un….una oportunidad para ensombrecerse la vida, para integrarse en el club de los paganos, para saltarse el presente…siempre por los pasos de cebra del futuro…tendré.(normalmente otra hipoteca ,je)
Publicar un comentario