El texto que os presento a continuación lleva varias semanas colgado en Verba. Algún amigo y algún docente avispado me han animado a darle mayor salida, así que, como el caballo de copas, ahí va:
"Me presento ante vosotros desnudo y desarmado. Sólo yo y mi nombre. Y solicito el juicio de los sabios. Me llamo Carlos y soy, entre otras cosas y cuando me dejan, profesor de secundaria. Me han acusado de ser “facha”. Leed mi alegato, juzgad vosotros mismos, y perdonad mis excesos.
Me han acusado de “facha” porque soy ya incapaz de creerme una sola palabra de toda la marabunta pedagógica que ha invadido y envilecido la educación en este país. Pedagogía pseudocientífica del discurso vacío, del parloteo y la facundia terminológicos que sólo sirven para abrumar al oyente/lector e impedirle así darse cuenta del verdadero contenido de ese discurso: la más absoluta y desvergonzada vacuidad.
Me han acusado de “facha” porque no creo que todos los alumnos sean iguales. Creo en la igualdad de oportunidades, pero no, bajo ningún concepto, en el igualitarismo por decreto, no en el “aquí hasta los dieciséis porque lo dice la ley”, no en la nivelación por lo bajo, no en el monocromatismo de lo simple, lo fácil y lo divertido.
Me han tachado de “facha” porque no me creo el cuento de la atención a la diversidad y sí creo en los itinerarios alternativos en función de lo que cada uno quiera y pueda hacer, en la verdadera atención a la diversidad, a las necesidades, vocaciones, posibilidades y capacidades de cada uno. Me han llamado “facha” porque considero una crueldad tener encerrados hasta los dieciséis años, pudriéndose de aburrimiento en un instituto, a adolescentes que podrían dedicar su tiempo a cosas muchísimo más formativas y útiles. Me llaman facha porque reivindico la figura del aprendiz y la función del taller profesional desde los quince y hasta los catorce años. Me acusan de “facha” porque exijo que se valore de nuevo el esfuerzo, la disciplina, la voluntad, el aprendizaje conceptual y memorístico y no sólo la motivación, el voluntarismo y la diversión. Me llaman “facha” porque afirmo que un instituto debe ser un centro de cultura, de creación, de debate abierto y sincero, de crítica, de pensamiento, y no simple aparcamiento de adolescentes que son tan rebeldes y críticos como quiera la tele.
Sí. Me han acusado de “facha” porque exijo el regreso al temario – o al currículum, aunque a saber qué es eso – de la literatura y el arte no como herramientas, ni como medios, ni como estrategias o procedimientos o actitudes, sino como finalidad en sí mismos, como caminos para un conocimiento que no sea lo que quieren que sea: puro mercantilismo técnico. Soy, dicen, “facha” porque quiero mentes despiertas y críticas y no sólo operarios cualificados y técnicos especializados.
Y también me han denunciado como “facha” porque no me creo la teoría que carga las culpas del fracaso de la LOGSE y de la desmotivación del alumnado sobre un profesorado al que, implacablemente, se le acusa de falta de profesionalidad [sic], de falta de formación pedagógica [sic], de incapacidad para la actualización y la modernización [sic], de falta de interés en la realidad de sus alumnos [sic, sic], en fin, de incompetente [sic, sic, sic y más sic] y de rebelde por pasiva (esto último, a veces, y, a menudo, justificado y comprensible).
Soy ”facha”, me han dicho, porque critico el buenismo progre, porque sostengo que no habrá reforma educativa verdadera en tanto los dos grandes partidos – “grandes” lo dicen ellos mismos, en un evidente ejercicio de modestia – no reconozcan el suicido educativo nacional que han venido perpetrando estos últimos lustros y pidan perdón por él a los cientos de miles de alumnos y alumnas cuyas capacidades y posibilidades se han visto mermadas por una educación salvajemente desorientada; y también a los cientos de miles y alumnos y alumnas que han desperdiciado miserablemente dos o tres años de su vida vegetando por ley en centros educativos que no respondían a sus necesidades; y también a los miles de profesores y profesoras que han perdido toda motivación o que han enfermado y abandonado su vocación ante la debacle; y a los padres, claro.
Me ha dicho que soy “facha” porque afirmo que lo que necesita la educación no son nuevas leyes grotescas e intervencionistas infladas de autocomplaciente verborrea pedagógica más o menos bienintencionada, sino PASTA (¡carajo!: centros, instalaciones, profesorado y más profesorado, material, recursos,...). Vengan después leyes respetuosas con la inteligencia de alumnado, profesorado y ¿progenitorado?- y lo que cuesta esto de intentar ser políticamente correcto, ¿eh?-.
También debo de ser “facha” porque no puedo evitar una sonrisa ante los cursos que pedagogos de despacho, psicólogos, psicopedagogos, pedapsicogogos, y demás gogos gorrones del sistema educativo - que en su puñetera vida han pisado un aula pero sí cobran por redactar leyes, informes, gráficos y siguen cobrando, claro, por impartir cursos y conferencias -, ante los cursos, decía, que esta gente titula pomposa y enfáticamente con términos como “Dinámicas de aula, inserción e interculturalidad”, “Convivencia escolar: conflictividad, currículo transversal y mediación”, o, atención a éste: “Reflexión para la planificación de los niveles de concreción en los proyectos curriculares departamentales”. Recientemente, el centro de recursos de mi ciudad ha convocado este curso, de título simplemente estupendo: "Como crear un clima de aula favorable con capacidad de respuesta compensandora de desigualdadades". Sólo por leer el nombre del curso ya deberían darnos diploma. Queden excluidos los pocos gogos que (con perdón) "se lo curran".
En fin, en otro lugar, y en otro contexto, me han acusado de “facha” porque afirmo que la “senyera” y el Barça me traen al pairo, pero también me acusaron, poco después y en otro lugar, de “rojo independentista” porque manifesté igual desaire respecto a la rojigualda y a los once payasos del “a por ellos, oé, oé”. Pero ésa es otra historia.
Ya veis: no soy de derechas, prefiero el puño alzado a la gaviota volando, no escucho la cadena episcopal ni leo el periódico ése (ya sabéis cuál); no soy creyente ni defiendo la pena de muerte ni estoy en contra del aborto; se me dan una higa banderas, tradiciones e himnos; prefiero el diálogo a la imposición, la lucha obrera a la lucha patriótica, el pensamiento crítico a la mente unidimensionada, lo social a lo político, lo público a lo privado, y mil ideas más que podría alegar...Aún así, me han acusado de ser "facha". Está claro, en fin, que hay palabras y etiquetas que deberían medirse mucho mejor.
Me han acusado de “facha” porque soy ya incapaz de creerme una sola palabra de toda la marabunta pedagógica que ha invadido y envilecido la educación en este país. Pedagogía pseudocientífica del discurso vacío, del parloteo y la facundia terminológicos que sólo sirven para abrumar al oyente/lector e impedirle así darse cuenta del verdadero contenido de ese discurso: la más absoluta y desvergonzada vacuidad.
Me han acusado de “facha” porque no creo que todos los alumnos sean iguales. Creo en la igualdad de oportunidades, pero no, bajo ningún concepto, en el igualitarismo por decreto, no en el “aquí hasta los dieciséis porque lo dice la ley”, no en la nivelación por lo bajo, no en el monocromatismo de lo simple, lo fácil y lo divertido.
Me han tachado de “facha” porque no me creo el cuento de la atención a la diversidad y sí creo en los itinerarios alternativos en función de lo que cada uno quiera y pueda hacer, en la verdadera atención a la diversidad, a las necesidades, vocaciones, posibilidades y capacidades de cada uno. Me han llamado “facha” porque considero una crueldad tener encerrados hasta los dieciséis años, pudriéndose de aburrimiento en un instituto, a adolescentes que podrían dedicar su tiempo a cosas muchísimo más formativas y útiles. Me llaman facha porque reivindico la figura del aprendiz y la función del taller profesional desde los quince y hasta los catorce años. Me acusan de “facha” porque exijo que se valore de nuevo el esfuerzo, la disciplina, la voluntad, el aprendizaje conceptual y memorístico y no sólo la motivación, el voluntarismo y la diversión. Me llaman “facha” porque afirmo que un instituto debe ser un centro de cultura, de creación, de debate abierto y sincero, de crítica, de pensamiento, y no simple aparcamiento de adolescentes que son tan rebeldes y críticos como quiera la tele.
Sí. Me han acusado de “facha” porque exijo el regreso al temario – o al currículum, aunque a saber qué es eso – de la literatura y el arte no como herramientas, ni como medios, ni como estrategias o procedimientos o actitudes, sino como finalidad en sí mismos, como caminos para un conocimiento que no sea lo que quieren que sea: puro mercantilismo técnico. Soy, dicen, “facha” porque quiero mentes despiertas y críticas y no sólo operarios cualificados y técnicos especializados.
Y también me han denunciado como “facha” porque no me creo la teoría que carga las culpas del fracaso de la LOGSE y de la desmotivación del alumnado sobre un profesorado al que, implacablemente, se le acusa de falta de profesionalidad [sic], de falta de formación pedagógica [sic], de incapacidad para la actualización y la modernización [sic], de falta de interés en la realidad de sus alumnos [sic, sic], en fin, de incompetente [sic, sic, sic y más sic] y de rebelde por pasiva (esto último, a veces, y, a menudo, justificado y comprensible).
Soy ”facha”, me han dicho, porque critico el buenismo progre, porque sostengo que no habrá reforma educativa verdadera en tanto los dos grandes partidos – “grandes” lo dicen ellos mismos, en un evidente ejercicio de modestia – no reconozcan el suicido educativo nacional que han venido perpetrando estos últimos lustros y pidan perdón por él a los cientos de miles de alumnos y alumnas cuyas capacidades y posibilidades se han visto mermadas por una educación salvajemente desorientada; y también a los cientos de miles y alumnos y alumnas que han desperdiciado miserablemente dos o tres años de su vida vegetando por ley en centros educativos que no respondían a sus necesidades; y también a los miles de profesores y profesoras que han perdido toda motivación o que han enfermado y abandonado su vocación ante la debacle; y a los padres, claro.
Me ha dicho que soy “facha” porque afirmo que lo que necesita la educación no son nuevas leyes grotescas e intervencionistas infladas de autocomplaciente verborrea pedagógica más o menos bienintencionada, sino PASTA (¡carajo!: centros, instalaciones, profesorado y más profesorado, material, recursos,...). Vengan después leyes respetuosas con la inteligencia de alumnado, profesorado y ¿progenitorado?- y lo que cuesta esto de intentar ser políticamente correcto, ¿eh?-.
También debo de ser “facha” porque no puedo evitar una sonrisa ante los cursos que pedagogos de despacho, psicólogos, psicopedagogos, pedapsicogogos, y demás gogos gorrones del sistema educativo - que en su puñetera vida han pisado un aula pero sí cobran por redactar leyes, informes, gráficos y siguen cobrando, claro, por impartir cursos y conferencias -, ante los cursos, decía, que esta gente titula pomposa y enfáticamente con términos como “Dinámicas de aula, inserción e interculturalidad”, “Convivencia escolar: conflictividad, currículo transversal y mediación”, o, atención a éste: “Reflexión para la planificación de los niveles de concreción en los proyectos curriculares departamentales”. Recientemente, el centro de recursos de mi ciudad ha convocado este curso, de título simplemente estupendo: "Como crear un clima de aula favorable con capacidad de respuesta compensandora de desigualdadades". Sólo por leer el nombre del curso ya deberían darnos diploma. Queden excluidos los pocos gogos que (con perdón) "se lo curran".
En fin, en otro lugar, y en otro contexto, me han acusado de “facha” porque afirmo que la “senyera” y el Barça me traen al pairo, pero también me acusaron, poco después y en otro lugar, de “rojo independentista” porque manifesté igual desaire respecto a la rojigualda y a los once payasos del “a por ellos, oé, oé”. Pero ésa es otra historia.
Ya veis: no soy de derechas, prefiero el puño alzado a la gaviota volando, no escucho la cadena episcopal ni leo el periódico ése (ya sabéis cuál); no soy creyente ni defiendo la pena de muerte ni estoy en contra del aborto; se me dan una higa banderas, tradiciones e himnos; prefiero el diálogo a la imposición, la lucha obrera a la lucha patriótica, el pensamiento crítico a la mente unidimensionada, lo social a lo político, lo público a lo privado, y mil ideas más que podría alegar...Aún así, me han acusado de ser "facha". Está claro, en fin, que hay palabras y etiquetas que deberían medirse mucho mejor.
Fin del alegato. Quedo visto para sentencia. "
El texto ha sido también presentado y comentado en Antipedagógico, lugar que os aconsejo enfáticamente que visitéis.
Hasta la semana que viene.
6 comentarios:
Una voz alternativa en el sistema educativo de España, me ha gustado, auque se le nota un poco crispado jaja
Bromas aprte lo he subido a http://promotingblogs.com/story.php?id=755 para mayor difusión
Saludos!
Yo te seguiré llamando amigo que es la voz que mejor me suena. Un poco destructor sí que te veo, pero como sé que eres capaz de construir y mucho, me quedo con lo que hemos compartido de programas quijote, de proyectos liber, de foros de lectura, etc. etc. Y sobre todo, con ese espíritu crítico que espero que no abandones nunca. Ánimo.
Tienes facha e incluso buena pinta,devuelves el viento huracanado y te perdono los gogos, ,sabes que,en este sistema, me siento mas funcionaria P.T(rellenen los puntos suspensivos).Con matizaciones,no excesivamente criticas,yo si creo que nos hemos dejado vencer por el divide y venceras,por las titulitis,por los escalafones,donde los primeros seran los últimos...respecto al curriculum ,mientras venga envuelto en sobres marrones con burbujas y con sello, prefiero jugarmelo a los dados con mis alumnos( una buena partida al mentiroso)donde hay que firmar compañero.¿vale la huella?.
Iván Sánchez
Así, yo también soy facha. Me han convencido tus argumentos. El sistema educativo de este país es una caquita, y si por denunciar eso y no callárselo a uno le tildan de facha, pues será entonces que ser facha es sinónimo de ser honesto, sincero y valiente. Valiente está el patio, pero listo, lo que se dice listo, no.
Yo ya me he acostumbrado a que me consideren un "facha", pero yo me río de los que provocan la situación actual del sistema educativo, por ejemplo, desde posiciones que se dicen de izquierdas.
Ah, muy bueno tu post, totalmente de acuerdo con tus comentarios.
Saludos
Nada hay más facha que la sumisión acrítica al jefe, al orden establecido, al partido.
¿En dónde crees tú que militarían todos estos meapilas si el poder estuviese en otras manos y los vientos soplasen de otro polo?
Tú, en cambio, estarías en el mismo sitio.
Perteneces a lo más granado de la Educación. Recibe mi aprecio y mi solidaridad.
Que no nos ganen esta guerra de etiquetas en esta nueva versión del cuento del traje nuevo del emperador.
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