martes, 24 de abril de 2007

¿Habrá poesía?


Por Carlos Rull


Decía ayer Antonio Gamoneda, en el discurso de entrega del Premio Cervantes, que – cito de memoria - el pensamiento específicamente poético procede de lo desconocido y lo revela, realiza lo irreal, crea lo que no existía. El lenguaje, como dijo Octavio Paz, nos aleja de la realidad pero a la vez es nuestra única herramienta para penetrar en ella – brevemente, pues la locura ronda a quien osa tal aventura – y, de esta suerte, se realiza en toda su plenitud, más allá de sus propios límites y fronteras, únicamente en el ámbito de la creación y el pensamiento poéticos – pues todo pensamiento es palabra -. La poesía es, por lo tanto y a la vez, y vuelvo a don Octavio, el reverso mismo del lenguaje y el lenguaje elevado a su máxima potencia.

A través de la palabra poética – y, como ayer Gamoneda, utilizo el término “poesía” en su sentido etimológico de “poiesis”, creación supragénerica más allá de la estéril división entre prosa y verso -, se nos abre la puerta hacia lo desconocido, se transgreden las barreras artificiales del saber y del decir desde una intuición acientífica, adiscursiva incluso, una intuición que busca desesperadamente una verbalización instintiva, moldeada luego por el talento de su autor. Frente al pensamiento reflexivo y discursivo, que tiende a la linealidad secuencial y lógica, la palabra y la voz poéticas tienden a realizarse como concentración de sentido, multiplicidad simultánea, asistematización y disloque del orden racional. Dijo Sahagún que al poeta le importa bien poco – al menos conscientemente - la comunicación, y sí – y mucho -, esa “indagación en lo oscuro” que le permitirá conocer la realidad desde otras perspectivas. La poesía, en fin, es reveladora, es creadora de un universo en el que es posible acercase a lo desconocido.

Sin embargo, la revelación es necesariamente frustrante y frustrada en el momento exacto de su verbalización. La creación poética es, como escribió Paz, el lugar de aparición que en el acto mismo de su escritura y lectura se convierte en lugar de desaparición. Es, dijo el gran poeta mexicano, “un perpetuo recomenzar”, un continuo esfuerzo por decir aquello que nunca se acaba de lograr decir. Lo expresa en una preciosa metáfora que no me resisto a copiar: “Al escribir, camino hacia el sentido; al leer lo que escribo, lo borro, disuelvo el camino”. Bella tragedia del poeta, magia de la palabra que da y quita el sentido, que abre y cierra todos los caminos.

Poesía es, en fin, ese “no saber sabiendo” de San Juan de la Cruz que ayer citaba Gamoneda, es la fugaz y peregrina intuición del otro lado, el momentáneo y vagabundo atisbo del sentido, el efímero resplandor de una revelación que nunca llega pero cuya búsqueda nunca deja de ser apremiante, ¿o tal vez sí?

En plena resaca del Día Mundial del Libro, de nuestro entrañable y necesario Sant Jordi, es urgente, casi obligatorio, hablar de poesía. Porque ayer los siervos de la firma, los esclavos del autógrafo, las rutilantes estrellas literarias, marcas y etiquetas de la moda del mundo editorial, tal vez se habrán hinchado de vender libros – deberíamos hablar sobre si éstos serán leídos -, pero muy pocos compradores se habrán lanzado a la poesía, y muchos menos la leerán. Entre tanta alegría autográfica, entre tanto libro atiborrando escaparates (más de 65.000 nuevos títulos en 2006), entre tanta palabra vana, entre tanta página vacua, ¿queda lugar para la auténtica palabra poética en verso o en prosa? A veces uno piensa que la tenaz afirmación becqueriana se nos está convirtiendo en interrogación. ¿Habrá poesía? Tal vez, efectivamente, esa búsqueda de la que hablaba más arriba ha dejado de ser apremiante y, convertidos todos en cenutrios de pantallita y mando a distancia, la “indagación en lo oscuro” nos suena más bien a postura sexual.

Ala, hasta la semana que viene.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

http://se-me-escapa-el-elefante.blogspot.com
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R.P.M. dijo...

Bueno, bueno, bueno. Qué precioso chaval. Te ha quedado un texto poético de verdad. Me lo he leído varias veces para disfrutar del transcurrir de una prosa que tiene color poético en muchos párrafos.
Quiero aportar que a veces, esa "tragedia" del poeta que nombras, no acaba de tener un sentido totalmente trágico, porque el camino no se disuelve del todo y quedan huellas que en la relectura del poema se imprimen de nuevo en el sentir. Cuando releo mis propios poemas, siento que todavía me hablan. Pero, es cierto, con una voz en eco.
En cualquier caso, afirmo que "podrá no haber poetas, pero..."

Carla dijo...

"No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
(...)
Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!"

Ho crec sincerament, Carles, "podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía". Potser no de forma acadèmica, però sempre en el sentir de les ànimes sensibles... potser es relegarà al nivell de la superstició i "l'esoterisme", però sempre hi serà.
Morirà l'home abans de morir el sentir, d'això n'estic segura.

Gràcies, Carles, per fer-me recordar una de les millors poesies que existeix, segons el meu parer, és clar... Saps que adoro Bécquer... Gràcies!

Carla dijo...

i... "donde dije poesía, digo filosofía, literatura, belleza, etc."

gonzalezcastro dijo...

Hace muchos años leí un artículo guasón que ironizaba: "podrá no haber poesía, pero siempre habrá poetas". De todos modos, un debate de fondo sobre la naturaleza de la palabra poética revela que hay una fractura irreconciliable entre quienes la entienden como revelación, indagación en lo oscuro, atisbo de lo indecible, y aquellos que la entienden de otro modo más terreno y que en vez de suscribir que el primer verso nos lo dan los dioses suscribirían el "cap déu no dicta l'art, sinó la víscera" que escribe Laia Noguera. Los primeros, como Gamoneda, defienden que el poeta no es escritor; los segundos, en cambio, bajan (¿rebajan?) la palabra poética de la peana mítica a la cual con frecuencia se la aúpa. La pregunta, pues, está servida: ¿de qué hablamos cuando hablamos de poesía?

Unknown dijo...

Al hablar de poesía supongo que hablamos de todo. Poiesis: creación de lo que no existía. En prosa, en verso o en diálogo. El término no es, de todas formas, un archivador que nos permita hacer taxonomía de la creación literaria, en todo caso un cajón de sastre del que cada uno puede sacar lo que quiera: desde la poesía reveladora, "atisbo de lo indecible", desde los versos visionarios de, por citar a alguien - que no se diga - Blake o Whitman, la poesía metafísica de Juan Ramón o la más humilde y mundana de tantos otros. En todo caso, es cierto que podrá no haber poesía, pero habrá poetas y también viceversa.

Unknown dijo...

Por cierto, creo que tanto la indagación en lo oscuro como la poesía social o el simple juego de palabras, si son auténticos, se hacen desde la víscera.

Anónimo dijo...

Tras felicitarte por tu fantástico artículo,en el que coincido, que has indagado en el oscuro,con el brillo de las palabras.Me sumo a la corriente optimista,con o sin tropezones de poetas,que da el Si en poético referéndum...HABRA POESIA(one vote).
En mi opinión personal,la relectura de entrañas en busqueda de emociones,es el mando a distancia de la educación emocional,en la que creo firmemente.