sábado, 28 de abril de 2007

LOS LIBROS QUE PERDEMOS

Ruben Garcia Cebollero

Después de Sant Jordi, y recordando las cifras de edición en España, es inevitable constatar los libros que perdemos, la increíble cantidad de libros que nunca vamos a poder leer. En algunos casos no será una tragedia, en otros, tal vez.

A los libros que perdemos debemos añadir aquellos que perdimos. Las editoriales viven en una espiral de publicaciones guiada por las cifras, pero lo que la gente compra no siempre suele ser resultado de lo que conoce, sino de la necesidad creada por la presión publicitaria.

Rescato en este día los Apocrifos de Karel Capek, que si no es a través de una biblioteca dudo podáis leer, y Las cosas que llevaban los hombres que lucharon, de Tim O'brien, que publicó Anagrama hace unos años, y que narra "experiencias" de Vietnam con una técnica elogiable.

Espero que Andreu Gonzalez Castro no se enfade si manifiesto la esperanza, creo que merecida, que no suceda esto con Epigrames del Mas d'en Gall. Sé que la poesía tiene pocos lectores, que podemos contarlos apenas con los dedos, y que no son muchas las veces que encontramos un libro de poemas que merezca ser llamado así. Incluido el impecable prólogo de Ivan Sanchez Moreno.

Leí los epigramas el lunes, en Sant Jordi y por el tren. Descubrí una voz diferente a la de sus otros anteriores libros de poemas. Tal vez porque mi formación humanista, o quizá por su diversa temática, y esa ironía o mala leche contra figuras reconocibles, o sentimientos diarios, sea por lo que fuere me pareció lúcido y sincero, algo de agradecer en estos tiempos de mentira, máscaras y escaparates.

No sé si es abusar traducir uno de estos epigramas, no por representativo de las diversas partes, sino porque me gusta, me recuerda a mi ¿Por qué no creo en los políticos?, pese a ser un ensayo. Dice a sí el epigrama de la honradez:

Con un gesto ostentoso
me hablas de honradez:
me muestras las palmas
vacías, como un mago haría.
Pero si es que me quieres convencer
de que el poder no te corrompe
no me enseñes las manos:
quiero verte los bolsillos.

Reconozco que el traductor es un traidor, y que en catalán el poema es muchísimo mejor, pues cada lengua tiene su ritmo y su medida. En cualquier caso leed cuanto podáis, vivid la vida que otros soñaron, o soñad con la vuestra. No vaya a ser que también nosotros nos perdamos por falta de lecturas.

3 comentarios:

R.P.M. dijo...

Ningún libro se pierde, porque siempre podemos encontrarlo traído por un amigo, un comentario... y a los que no llegamos por nuestra humana limitación, sólo hay que desearles un lector en un rincón del mundo. Hoy tengo en la mano los Epigramas. Mañana, podré decir algo más.

Anónimo dijo...

Por limitaciones humanas, no tengo el libro en mis manos, pero lo he buscado en Internet, mis otras herramientas, para abrir boca. Me he encontrado con una reseña de su presentación, la estupenda portada y una foto de Andreu, muy favorecido, lo leeré con más ganas (je,je).
Aunque ya preveo, que estaré de acuerdo contigo, buen publicista, en que las traducciones siempre pierden en la magia de las formas y el brillo de fondos, a pesar que “chorizo”, es un término universal entendible, en edición de bolsillo o butxaca y últimamente un betseller.

Unknown dijo...

Toda la razón del mundo, Rubén: los epigramas de Andreu son una pequeña obra maestra y una gran y carcajeante consuelo para una tarde lluviosa. Cuánta sabiduría concentrada. Nuestro común amiguete dosifica con gracejo y salero su ironía. Un verdadero goce.