domingo, 22 de abril de 2007

PETARDOS/AS

Por Rufino Pérez

Ahora que hace tiempo ya, han pasado las fiestas, ruidosas por cierto, de la Magdalena y de las Fallas, tal vez sea momento para pensar en la aplicación de la norma que prohíbe la manipulación de material pirotécnico –petardos- a los menores de 12 –petardos también-.

En esos días me encontré con varios casos que pueden ilustrar mi afición a que la ley se deje de moratorias y entre en vigor cuanto antes.

Una plaza pública, de lo más concurrida; había acudido con mi hija de 11 a una chocolatada que ofrecía la Gaiata de la que era madrina infantil una amiga de su cole. En la cola, algún problema porque grupos de chavales intentaban pasar dos veces aunque luego el chocolate estaba por los suelos y más bien servía para otros usos que no los alimentarios. Aparece un grupo de amigos de mi hija con algún padre acompañante. Cada uno de los chicos llevaba la consabida mochila pequeña con los famosos “chinos”, “bombetas”, “avispas” y otras especialidades que no sé nombrar, pero que ellos se conocen al dedillo. Se toman el chocolate casi sin sentirlo e inmediatamente se ponen a tirar cohetes. Pero, no uno ni dos, no, venga cohetes. Y no sólo tirarlos hacia un sitio más o menos libre de gente –cosa harto difícil- sino a meterlos en el vaso, a ponerles el pie encima, a cubrirlos con una capa de tierra, en fin, mil diabluras. Los padres acompañantes, sí estaban, pero no existían.

Se acercó otro grupo de la misma edad, también con cohetes. Y empezaron a tirarles a los pies para ver si ellos respondían. No respondieron, menos mal. Se retiraban una y otra vez y no quisieron entrar en la provocación. Entonces se hartaron y se fueron a tirar cohetes a las chicas que pasaban por el otro lado. Y volvían otra vez, y les incitaban tirándoles otra vez cohetes. Y estos a la suya, retirándose. Y fueron a meterse con otro grupo, y éstos sí que entraron al trapo, e iniciaron una pequeña batalla coheteril.

A todo esto, los padres, totalmente inexistentes unos y existentes pero ausentes otros, ni caso. A la suya. Y una pareja de ancianos pidiendo por favor que se fueran a tirar petardos a otro sitio más retirado. Y una madre, enfadada, pidiendo que ni se acercaran al carrito de su hijo. Y los ancianos se marcharon y la madre con el carrito también. Los petardos se quedaron.

Otra anécdota. Una actuación de baile en el que mis hijas participan. En otra plaza, al aire libre, también céntrica. Comienza la actuación y detrás del escenario continúa el ruido de petardos que están tirando un grupo de “petardos”. Nadie, ni un solo policía local estaba por allí para pedir, rogar a los “petardos” que dejaran de tirar petardos durante la actuación. No, la plaza es suya y no había más que hablar. Muy triste. La plaza llana de gente dispuesta a escuchar la música y ver los bailes, pero los que mandaban eran los petardos –con y sin comillas-.

Y a propósito, ¿dónde hemos dejado a los padres? Tal vez con una sonrisa, o bien con una cerveza en la mano, pero además a gran distancia de donde están sus hijos. Y si a ti al pasar te estalla un petardazo y te medio rompe el tímpano, o simplemente te quema un poco el pie, o te llega hasta el ojo una esquirla de lo que salta, oiga no se queje porque al menos no es metralla. Claro, esto no es la guerra, pero qué cerca está. Así que, señoras y señores, de alguna manera habrá que pararla. No se me “moratorien” mucho y a pesar de mores –oh tempora, o mores- y de otras cuestiones, regulemos este tema de una vez.

Ah, y esto ya fuera de contexto. Estoy con el pensamiento en otro lugar, en el que un grupo de amigos charlan amistosamente alrededor de unos suculentos platos. Feliz encuentro. De alguna manera, también estoy con vosotros.

5 comentarios:

ivansan69@latinmail.com dijo...

Siempre me he preguntado para qué sirven los petardos: son ruidosos, pegan peste, ensucian las calles de pólvora, provocan humaredas negruzcas, amputan dedos y orejas y ojos cuando estallan cerca de la cara de alguien, y son más caros que operarse el bazo. ¿Qué aliciente tiene? Imagino que en la Edad Media china servirían como estrategia diversiva para atemorizar al enemigo, pero eso de que ahora se haya convertido en un supuesto juego para las masas siempre me ha parecido muy peligroso. Una cosa es divertirse y la otra poner en las manos una herramienta tan peligrosa como un petardo en manos de cualquiera. ¿No podrían al menos exigir los resultados de un test psicotécnico antes de vender petardos a un cliente? A lo peor uno es un psicópata en potencia con menos neuronas que un zapato de bovino y termina por montar un pitote que se salde con una multa y una disculpa por lo bajito. Deberían prohibir los petardos, seguro que en tiempos de conflicto bélico había un toque de queda para el petardeo... Bueno, sobre el petardeo de verduleras y peluquerías y revistas del corazón (¿por qué no las hay del hígado, para los bebedores compulsivos?) no me posiciono. Al menos, esos temas tienen un interés algo más antropológico y menos ofensivo con los niños y los ancianos, excepto por lo que respecta a su salubridad mental. Pero eso es otra historia...

Carla dijo...

Rufino: t'entenc perfectament. ODIO els cohets, sempre els he odiat, de petita em feien pànic i ara de gran em posen nerviosa... No només els considero perillosos i estúpids, sinó que a més hi trobo una reminiscència bèlica que ja em diràs tu la pu&% gràcia què té... Jo ho sento molt, però sempre he estat dona de fogueres (m'encanten!!), ballant i rient amb tranquilitat al voltant d'elles... Encara que ara fa uns anyets que no ho faig, trobo que les fogueres són meravelloses... En canvi els petards... jo perquè sóc de les de prohibit prohibir, perquè les coses han de ser una acció per consciència, però per mi seria ideal que no hi fossin per res. Visca el foc de les fogueres!

Unknown dijo...

Como sufridor del petardeo magdalenero, me adhiero a tu protesta y a la necesidad de regular el uso de tales engendros sin demagogia populista del tipo "nuestra fiesta no se toca".

Por otro lado, se te echó de menos en la comida.

Carla dijo...

Si! se't va enyorar... a veure si ens podem veure amb tu un altre dia... encara que no hi fossis, erets present.

R.P.M. dijo...

Gracias por tenerme con vosotros. Espero que haya una segunda oportunidad para que los siete se configuren como tales. Abrazos.