sábado, 14 de abril de 2007

¿Volverías a ver 300?



No sé qué respondería Risto con sus "corazonarras", pero seguro que Carles dice que no. Pues yo sí. Me gusta y no fui a verla para encontrarme fidelidad a la historia de Herodoto. Quizá un día podamos discutir si la historia es o no ficción. Si cualquier escritura que pretende ser objetiva lo es.

De acuerdo que los 300 parecen escapados de una anuncio de cuerpos de Danone, o un gimnasio de culturistas, y que los persas, el oráculo y Efialtes (el traidor) son más una caricatura esperpéntica que una realidad. La fantasía crea mundos que tienen sus propias leyes. En 300 parece que los espartanos no necesitan ni comer, son un ejército que se mueve sin intendencia, sin provisiones, que resite día tras día sin nada que llevarse a la boca, a excepción de una manzana que aparece en la mano de Leónidas, como si siempre hubiera estado ahí.


De acuerdo que Jerjes parece una drag queen escapada del carnaval de río, y que cuando dice eso de que no le temen por su poder sino por su magia, y le da el masaje a Leónidas, con su profunda voz, da más risa que miedo. Y así podríamos seguir con más y más detalles, hasta llegar a ese final que a Carles le parecía fascista: luchar contra la tiranía y el misticismo. La batalla de Platea.

El actor que narra la historia (el espartano que pierde un ojo) es el mismo que en "Troya" hace de Hércules. Al margen de la curiosidad, puestos a ver no veo una fractura entre Oriente y Occidente, sino una lucha entre ejércitos, y como es sabido a los ejércitos les importan menos las causas que las guerras. La cuestión es pelear. Quizá eso es lo que mueve el incosciente de quienes critican una brutalidad que, a mi juicio, es ridícula comparada con cualquier telediario.

Me gusta 300 por su imagen y por la sabiduría musical que destila. Que la acción que presenta pueda parecer pobre, o ser inferior a la película que inspiró el cómic, nada obsta para que desde el punto de vista de la técnica resulte sobresaliente. El mimo y la paciencia dedicados a la fotografía son causa suficiente para recordar que el medio es el mensaje, y que es cierto que en los signos (lenguaje e imágenes) todos somos libres de ver lo que queramos, y de interpretar la finalidad, sea estética o no, que se persigue.

Tan cierto es lo que siento como el arte poética de Horacio, que recomienda desaprovar aquel poema que muchos días y muchas revisiones no hayan corregido y diez veces castigado hasta que las uñas quedaran afiladas (afinadas). Así que aunque quizá 300 pudiera parecer no creíble para la lógica histórica, que no lo es, volvería a ver 300, porque el lenguaje (sea cinematográfico o no) sirve para expresar sentimientos.

En el caso de 300 siento que su capacidad de expresión sentimental está por encima de los defectos que, si queremos, podemos achacarle, y en definitiva siento (de otra manera) que Carles sienta otra película distinta. A fin de cuentas, como escribiría Risto, el mundo hoy está repleto de corazones y miradas tan diversos como las hipotecas de los mercados sentimentales.

Que Kurt Vonnegut descanse en paz, pues aún hay santos que actúan con decencia en una sociedad sorprendentemente indecente.

5 comentarios:

R.P.M. dijo...

Finalmente, fui a ver 300. Y me gustó. Seguramente porque no me fijé en el rigor histórico ni en los posibles maniqueismos que presenta, sino en las puras imágenes. No hay falsos sentimentalismos ni escenas cándido-amorosas que se eternizan. Hay un héroe que tiene esa capacidad porque en cualquier situación, por peligrosa que sea, ha calculado ya los riesgos y la manera de actuar. Leónidas ya sabe cuál va a ser su final; ha ido a morir por Esparta y a pesar de que sus compañeros piensen en algún momento en que la victoria es posible, él sabe cuál será su final y sin temblar va hacia ese final aprovechando y calculando las posibilidades de llevarse por delante cuantos más enemigos mejor.La batalla es a cuerpo abierto, frente a frente, es sencillamente batalla, sin complicaciones. Es la serenidad de quien sabe que perderá la batalla, pero no la guerra.
A Jerjes, no me lo imaginaba así, pero es también el juego del cómic: la extravagancia, el personaje endiosado que se toca la herida asombrado de que un dios pueda sangrar, cagadito de miedo porque ha estado a punto de morir.
Y muchas otras cosas que en definitiva, hacen de la película una obra que me gustó.

Unknown dijo...

Te daré la razón en una cosa, compañero, la historia siempre es ficción: la ficción del ganador o el relato de la víctima que sabe crearse un buen discurso. ¿Hay discurso objetivo? Como dijo uno de mis maestros "elegir es opinar", y toda narración - todo texto - es una sucesión de elecciones lingüisticas y temáticas. Eso responde bastante bien a la cuestión, para empezar.

Pero la peli me sigue pareciendo un pastiche de efectos vistos en otras cien películas, argumentalmente insostenible e ideológicamente peligrosa. Y lo más imperdonable de todo: me aburrió.

RUGAC dijo...

En ese caso, lo de que te aburra no es perdonable,) Una película o un libro que nos amuerme vale más dejarlo por no leído o por no visto,) El domingo me lo cuentas... pero creo que la imagen no se había visto en otras películas,)

Anónimo dijo...

Finalmente confieso, que yo no he ido a verla, sustituí los cuerpos yogurt(dejo la publi a los especialistas)por la magia sevillana , las tapitas y los lluviosos paseos ,que en Sevilla son pura maravilla. Ahora bien, hice penitencia ante la guapa Macarena e incluso propósito de enmienda, que gracias a r.p.m me he ahorrado y algunas perras también.
Entre el injustificable y ampliamente justificado aburrimiento de Carles ,cuya opinión valoro e ideológicamente normalmente comparto y el gozo visual de Rufino ,fantásticamente expresado(argumentos ,que copiaré sin pudor si me preguntan)e importándome bien poco el rigor histórico de las batallas en general(el final es previsible, con distintos subtítulos)….me quedo en un término medio ,un poco de prometida virtud no viene mal a esta pecadora.
De todas formas los 300 han dado mucho que hablar, casi ha habido una frase para cada uno….interesante dialéctica, bonita batalla de palabras y tintas mancos de Lepanto. Os reto (Carles/Ruben) a sorprendernos con un bonito final.

RUGAC dijo...

El mejor final es entenderse. Por encima del conflicto (la tensión protagonismo/antagonismo) debe prevalecer la empatía, y en los discursos aunque no compartas los razonamientos contrarios a los propios, nada hay más dañino que pretender imponerlos. Sobre gustos no hay dispustas, y en último término si es una razón estética o una razón moral la que da por buena o por mala una NARRACION CINEMATOGRAFICA poco importa, porque cada par de ojos da y recibe una mirada distinta;)