martes, 22 de mayo de 2007

LIBRES Y MULTABLES

Por Carlos Rull

“Somos seres libres,... y multables”. La frase no es mía. La pronunció Pepa Fernández en la presentación de una tertulia sobre la función y efectividad de las multas en el programa “No es un día cualquiera” de RNE 1. Antes de apagar la radio, creo recordar que resumí mentalmente el debate en la sentencia de uno de sus participantes: “las multas son el fracaso de la educación cívica”. El resto no tuvo excesivo interés ya que acabó derivando en la tradicional relación de anécdotas simpáticas y antipáticas vividas por los tertulianos con esos joviales señores de uniforme que arrean recetas a diestro y siniestro los días impares y los otros también. Una vez se hizo el silencio, se me ocurrió que de ser cierto que las multas son el fracaso de la educación, uno por fin entendería el empecinamiento de los diferentes gobiernos en destruir nuestro sistema educativo: puro afán recaudatorio; a menos presupuesto en educación, más ingresos en multas.

La cita de Pepa, sin embargo, me recordó un texto publicado días antes en El país por Esther Tusquets y titulado Demasiadas prohibiciones”, en el cual la escritora y editora catalana reflexionaba con su habitual lucidez acerca de la fiebre paternalista que parece haberse apoderado de determinados sectores de la rama izquierda de nuestra malhadada clase política. No son los únicos. Por un lado, para nuestra tranquilidad y seguridad, la derecha neocon nos convence de lo muy amenazados que vivimos y justifica así, por poner un ejemplo, la imperiosa obligación de distribuir tu neceser en minúsculos recipientes dentro de una bolsa transparente para subir a un avión (en el que luego podrás, cómo no, introducir litros de güisqui y un precioso mecherito comprados en el “Duty free” para fabricar un delicioso cóctel). Por otro lado, la autodenominada izquierda se encarga con fervor de protegernos de nosotros mismos y se empeña en evitarnos caer en la tentación, librándonos de cualquier mal, amén. “No fumes, no bebas, no....”. “Educamos a tus hijos por ti pero no podemos conducir por ti (pero nos gustaría)” (me duele profundamente tener una nimia y parcial coincidencia con el señor del bigote, ya sabéis quién, pero el lema se las trae). Y las campañas se suceden y se perpetúan, algunas con menos acierto que otras, todas en permanente contradicción con ciertas políticas del mismo gobierno, institución o administración que las lanza: “Coma fruta, coma verdura, coma carne, vacúnese, haga ejercicio, lea más, quédate en el instituto hasta los dieciséis te guste o no, coma plátano de Canarias, no use el coche pero se lo subvencionamos, no corra pero el coche puede ir a 200, no copie, no piratee, no coma pezqueñines pero vamos a extinguir la anchoa, use el transporte público aunque no exista, no gaste agua que ya la derrochamos nosotros, agua para todos (los campos de golf), denuncia, ejerce, vota, salta, ríe,...”.

Aquel control pseudopolicial y este proteccionismo maternalista se suman al prohibicionismo tradicional de los señores del púlpito y sus acólitos político-mediáticos: “no al aborto”, “no al divorcio”, “no al matrimonio gay”, “no a la eutanasia”, “no a todo”, “no al no”. El estado y las instituciones, en manos de unos u otros, se erigen en patriarca hiperprotector de niños, adolescentes y adultos mimados cuyos actos apenas parecen tener consecuencias siempre y cuando pagues tus multas y tus impuestos. Y entre el yunque y el martillo nos va faltando el aire.

Con las elecciones a la vuelta de la esquina (perdón por lo manido de la frasecita), nuestros admirables y esforzados líderes nos hacen llegar su buena nueva entre sonrisas y palmas. Somos libres de escoger quién se llevará el pasturrial. Pero ahora que me han prometido salud, pisos, árboles, transporte público, honestidad, educación, transparencia, paz, ecología, un circuito, alegría y turrón, sólo espero el día en que me cojan de la manita para llevarme a trabajar y traerme luego de vuelta a casa, donde un risueño funcionario me tendrá preparada la cenita (sin sal, sin calorías y regada exclusivamente con agua) y me acostará, dándome un besito cariñoso en la frente y recordándome que “no podemos soñar por ti (pero nos gustaría)”. Menos mal que nos queda Portugal.
Sí, señor. Entre el puritanismo conservador, el granhermanismo neocon y el nuevo paternalismo progre (perdón por tanto ismo), uno se siente y se sabe mucho más feliz, casi obligatoriamente ufano, devotamente bienaventurado, solícitamente protegido. ¿Hace una pastillita de Prozac?
Hasta la semana que viene, y recordad, dentro de seis días, 1º SEMANA DEL RELATO ERÓTICO en SIETEVOCES.

© de la imagen principal: El Roto, en El país, 18/05/2007

4 comentarios:

Gogus dijo...

Amb els teus tres "ismos" finals crec que deixes clar una cosa que motls sospitem: no hi ha alternatives. O al menys no n'hi ha des de la política, és clar. Probablement ens podem sentir satisfets si,sigui quin sigui els "ismo" preeminent, no ens toca massa els collons. De fet, a vegades penso que anant a votar el que realment faig és quelcom similar a una espècie de sacrifici per a calmar la bèstia política. Cada vegada ho penso més això.

Anónimo dijo...

Iremos a votar, aunque no botemos. Eso si ,circulando por la izquierda, por el paso de cebra de los ismos y echando humos.
Siempre nos quedara la semana erótica ,que no de erotismo....no vayan a hacerla programa y nos la jodan,pa ellos la erótica del poder.

R.P.M. dijo...

El día 21 de junio me voy a Madrid con cinco alumnos para participar en el Parlamento joven, una iniciativa del Senado para hacer publicidad de la democracia -parece que está de baja y hay que subir los ánimos para creer en ella-. De todo ello, lo que espero es poder poner en camino a estos cinco, para que piensen un poco sobre la situación social y política que nos envuelve. Si consigo que se muevan como verdaderos representantes de un sector, y los hago salir a preguntar a sus compañeros, a analizar las opiniones, a valorar el conocimiento o desconocimiento que se tiene de la realidad social, a aportar ideas en esa "sesión plenaria" en la que tomarán parte, estaré haciendo política, no sé bien de qué tipo de -ismo, pero creo que merecerá la pena. A ver cómo sale. Ya os contaré.

Unknown dijo...

¡De baja por larga enfermedad está! Y como siga así la cosa, le van a dar la absoluta a base de ladrillazos. Si cada pueblo, como dicen, tiene el gobierno (y la oposición, añado) que se merece, los españoles debemos estar pagando los pecados de nuestros antepasados al cubo. Pero, eso sí, con profes como tú, Rufino, aún se abren esperanzas.