Entre los contenidos extras del DVD de la extraña e inquietante Dolorosa indiferencia, de Aleksandr Sokurov, se incluye un parte de la conferencia que el director ruso impartió en Barcelona en Junio de 2005. El fragmento es una encantadora muestra del peculiar punto de vista de Sokurov acerca del cine, de la literatura y de la relación del ser humano con ambos. Me he tomado la molestia de transcribir la totalidad del fragmento procurando respetar al máximo la traducción simultánea con que se ha editado. Por lo tanto, cedo hoy mi voz a la de este radical y original maestro del único cine que merece realmente la pena ver: el que nos obliga a repensarnos a nosotros mismos y el que suscita preguntas cuyas respuestas cada uno debe hallar por sí mismo. A disfrutarlo (la negrita la he añadido yo):
“Cuando un hombre viene al cine, él compra un billete. ¿Cuánto vale? [...] Nosotros pensamos “con estos euros pagamos aquello que hemos visto”, y en realidad no es así. Nosotros pagamos por una película, con el tiempo transcurrido de nuestra vida. Si entramos en un cine y salimos a la media hora, no hemos pagado con el dinero, sino con esa media hora irrepetible de nuestra vida, esa media hora única de nuestra vida. Esa media hora no nos la devolverá nadie, nunca: se fue, se esfumó, se borró, no volverá nunca. Este el precio que ustedes tienen que pagar por el arte visual, este el precio realmente elevado, el más elevado precio que el hombre tiene que pagar por el arte en general. Y en este contexto, lo paga por el cine, que en realidad es una de las más bajas y menos desarrolladas de las artes, la menos perfecta, la más agresiva. El hombre en su pereza despierta su pasividad como espectador de cine, y esto también tiene un aspecto moral muy discutible.
Hablando en términos generales, el 95% del cine actual es una nada visual, un producto visual y no más que eso. Del restante 5%, un 4% sí que merece atención, pero no más. Y un 1% es lo que tenemos que ir a ver, lo que se debería ver. Pero si este 1% hay que valorarlo en relación a la lectura de Goethe, Cervantes, Tolstoi, Chejov, Faulkner, Mann, o muchos nombres más, entonces hay que cuestionarse qué es el cine y qué relación hay que tener con él. [...]
Quiero demostrar un vínculo inseparable entre el cine y la literatura. Estoy absolutamente convencido de que el cineasta, si quiere llamarse o considerase un artista o un autor, si quiere ser un artista, si pretende un aspecto artístico en su obra, pondrá la literatura por encima del cine. Y leerá más de lo que mira. En la base de cualquier desarrollo, de cualquier pensamiento, en la música, en la arquitectura, en las artes plásticas, cine o arte visual, en el fundamento de todo, está sólo la literatura: ella es el fundamento.
Considero que todo arte y toda cultura empieza por su literatura. Si no hay literatura, no hay humanidad, no hay civilización. Y cuanto más lejos esté la humanidad de la literatura, hay más posibilidad de que las sociedades actuales estén abocadas al caos. Porque la literatura es como el esqueleto de toda vida humanística, todo lo otro se aglutina alrededor de ella, es la más libre de todas las artes, es la más íntima de las artes, incluso diría que es la más respetuosa con el hombre, y además es el arte que más desarrolla al ser humano. Todas las otras formas de arte ponen al hombre en una situación más pasiva, y esto es muy evidente.
Por eso, yo creo que la literatura actualmente se considera poco, ocupa un lugar muy pequeño en la cultura actual: posiblemente prestamos demasiada atención al cine y seguramente es porque preferimos una vida más pasiva, porque una cosa es mirar una imagen o ver un cuadro y otra leer un libro.
Por otro lado, el cine es un arte más abierto, más cosmopolita, no regional. Apareció en Europa, en un país como Francia, y los franceses enseguida lo llevaron a los cafés, al espectáculo, y entonces se hizo de algo que hubiera podido ser más serio, más contundente, más profundo, una cosa de puro entretenimiento, así empezó a crearse el cine. [...] El cine tomó de la música la sinfonía, de la fotografía la composición, de la pintura muchos contenidos, del teatro la dramaturgia, de la literatura el argumento, y sólo se dejó una cosa a sí mismo – que no obstante sí es una particularidad importante -: el paso del tiempo. El cine en cierto sentido se ha detenido con esta cuestión, y no ha sabido qué hacer con él en toda la historia de su existencia y esto seguramente ha alejado al cine de penetrar hasta el fondo en el conocimiento del hombre. Y yo espero que este problema del tiempo, del transcurso del tiempo, nunca se solucionará. Y si alguien llega a la solución, será un cineasta sabio, de enorme grandeza, que se llevará este secreto a la tumba."
Un pelín largo, pero valía la pena, ¿verdad? ¡Hasta la semana que viene!
5 comentarios:
No se ,no me hagas mucho caso compa ,estoy en un espeso fin de curso y algo atrapada por los calores. Pero creo, que lo que se considera evolución, es la aparición del lenguaje como expresión del pensamiento, cuanto mas tropezones, mas buen guiso ¿no?.Desechemos pues los garbanzos negros y adornemos la “esencia” con colores, aromas y sabores….hay miradas muy activas ¿no? Je.je.
"[...] porque una cosa es mirar una imagen o ver un cuadro y otra leer un libro."
De eso no hay duda. De lo que hay duda, al menos para mí, es de esta ordenación en cuanto a la base de cualquier desarrollo que quiere imponer Sokurov al lector y al mundo. No sé, pero yo veo en su digresión una posición demasiado anclada en lo personal, en lo subjetivo. Sí, claro, es evidente que toda opinión es necesariamente subjetiva, pero una cosa es afirmar conociendo esta subjetividad (y entonces, en este caso, afirmar es opinar) y otra cosa es afirmar desde una autoconvencida objetividad (y en este caso, afirmar es imponer).
Es cierto que una cosa es mirar una imagen y ver un cuadro y otra muy distinta es leer un libro. Pero lo que en mi opinión no es cierto es que un modo de encarar la realidad esté más en lo básico que el otro. En la pintura, en la música, en la literatura hay, por supuesto (¡son creaciones humanas!), lenguaje. Pero este lenguaje no ha de ser necesariamente literario.
Creo que Kandinski, pintor de la música, no hubiera opinado lo que opina Sokurov. Ni Peter Greenaway, cineasta aliterario. Ni Schönberg, músico, digamos, de acordes errantes.
Joan Carles: http://www.lasciateognesperanza.blogspot.com/
Gracias por participar en el foro y felicidades por tu blog, Joan Carles, es muy interesante.
Respecto a lo que comentas, tal vez lo que pasa es que Sokurov llega al cine desde otras artes, y no al revés. "Dolorosa indiferencia" es una película muy literaria, mientras que "Madre e hijo", por ejemplo, es puramente pictórica (¡y de qué manera!), una maravilla visual que, casi sin palabras, logra sumergirnos hondamente en el sentimiento de duelo y el amor maternofilial.
No creo que Sokurov esté desprestigiando otras artes - su defensa de la música como síntesis de las demás expresiones artísticas es convencida y convincente -, pues no tendría razón alguna para hacerlo ya que el cine se alimenta de todas ellas, lo que sí afirma es que es la palabra - y por tanto la literatura - la que más activamente nos permite explorar en nosotros mismos. Aunque su discurso, eso es cierto, suena muy taxativo.
Confieso que no soy un cinéfilo, desde luego no no soy un entendido. La literatura es en cambio mi pasión más duradera -aunque no la única- no soy tampoco un experto; pero en este caso, si soy, al menos un diletante comparto la opinión que se vierte en la cita, una opinión que al hacerla pública no suele ser muy bien recibida, no son tiempos de jerarquías -bien lo supo Nietzsche.
Creo que la maestría en el cine es un título que se otorga con mucha alegría.. en esto coincido con Javier Marías:
http://antesdelascenizas.blogspot.com/search/label/sociolog%C3%ADa
Carles me gustaría aprovechar la cita para mi blog, supongo que no te importará si cito la vía ;)
Sabes que coincido plenamente con el lugar otorgado a la literatura. Quiero subrayar que la literatura es "la más libre de todas las artes" y añadir que "permite gozar en plena libertad de lo que ella nos ofrece, un producto distinto y personalizado para cada uno de los lectores que sin embargo estarán leyendo la misma obra". Nos vemos un día de estos Carles.
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