Por Rufino Pérez
Una lágrima había mojado el papel dejando la figura de un sol naciente. Era una lágrima de amor.
“Mi vida discurre junto a la tuya. Te necesito para pasear por los jardines de loto. Mi corazón anhela la luz de cada día que contemplaremos desde el mismo lecho.”
Debía salir inmediatamente a ponerla en el portal. Hoy la carta debía estar en sus manos, unas manos blancas, turbadas de la misma emoción que él sentía ahora, desarmadas del valor de sostener el papel. Hoy, sus ojos abandonarían una lágrima igual a la que ahora se había sumido en el papel dejando un sol de amanecer.
Y ya la mano dejaba un sobre blanco, perfumado, allí donde ella lo recogería cuando saliera esa mañana, como cada mañana, hacia el trabajo.
Hoy es el gran día.
Hirosima, 06.08.1945 08:15
2 comentarios:
Estremecedor, compa, simplemente estremecedor.
Meravellós. M'ha encantat: diana en la fibra sensible. Mare meva, tu si que en saps dir, de coses!!
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