Por Raquel Casas
El profesor de ikebana llega muy puntual a clase. Ha llegado conduciendo por una vieja carretera donde ya no hay choques, donde ya no hay suerte. Está anocheciendo y de repente se da cuenta de que ya no es joven y que no se le ha cumplido ningún deseo. Detrás de la mesa siempre abre el libro por la misma página y espera a que los alumnos entren y se sienten. Espera, entran, se sientan. Espera, entran. Espera… Cuando están todos coge un jarrón con gesto solemne y trabaja con rosas amarillas y blancas mientras explica el significado de las flores. Ellos le imitan. Todos los días repite la misma ceremonia, los mismos movimientos simétricos mientras Amarilis le escucha atentamente con la cabeza llena de mariposas. Entonces le explica que no lleva bragas, que el viento se le ha llevado toda la ropa tendida, las pisadas de la playa y los mejores besos. El profesor le dice que no se preocupe, y ella le recuerda que hoy es jueves y que le prometió que cuando acabara la clase la acompañaría a tatuarse un pequeño pony en la ingle.
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2 comentarios:
¡Genial ¡!! Raquel, has enlazado, magistralmente, el camino de metáforas del pequeño pony(al que empieza a despuntarle el cuerno)con rastros de flores, con simbólicos lenguajes que huelen a silencios. Me alegro que haya sobrevivido al IKEA con arte
Por cierto, la eólica caída de bragas, le será muy útil para el tatuaje “new ages”, abre el camino je,je.
Un merecido abrazo compa y un brindis con acuarius (después, la camarera ,nos dará lo nuestro je,je) Paula
Gracias, ja ja...! Sí, tal vez el pony se acabe transformando en unicornio con ese cuerno que apuntas, pero mi mascotilla es mucho terrenal, coloreado, brillante purpurina y vulgar incluso.
Siempre tan acertada y divertida en tus comentarios, un abrazo!
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