sábado, 3 de mayo de 2008

EL ORIGEN DE LA SIMETRIA


Por Rubén García Cebollero

Así se titula el poemario de María Salvador que ahora paso a comentar.


Henry David Thoreau dejó escrito que podemos estar seguros de que cualquier libro o frase que soporta ser leído dos veces ha sido pensado dos veces.

Esta joven poeta granadina aparece con el eco bíblico de la tragedia entre Abel y Caín y nos invita a la lectura citando el Diccionario de símbolos de J.E. Cirlot, con el misterio de Géminis. Por ello inicia el libro con formación de la quimera, donde terminan siendo Abel y Caín dos conciencias diluidas en el temblor de sus latidos. Esta pulsión entre la realidad y el deseo, el sueño y la vigilia, la vida y la muerte recorren la estructura de la existencia del poemario, com más luces que sombras.

El apartado titulado cristalografía destaca por poemas como mármol, en cuyos finales ¿acaso no es el blanco el color del miedo?, hallamos los mejores hallazgos de esta voz por pulir. Así entre obsidianas, ágatas, ópalos, jades, cuarzos, basaltos, alabastros, y esteatitas llegamos al poema Dead Ringers, donde se diluye la separación/ entre la enfermedad y el síntoma.

Después en el apartado Violencia, encabezado por una cita de Michael Leiris, según la cual casi todos los vicios en realidad eran sólo maneras de sentirse más humano, destaca con holgura la claridad pensada de María. En deseo negro, donde el mira lo que has hecho nos conduce a la desesperación abriéndose camino, y en hard candy (¿no os suena a la película?) donde en los labios encontrarás la muerte al conocer el miedo. Sabemos por funny games que este juego no acaba nunca, y aparece la truculenta imagen de María abrazando al hijo nonato en cielo drive. Destaca el verso yo maté al dios de toda esa gente en el poema 8 de diciembre de 1980, en referencia a la muerte de John Lennon, por la naturalidad de lo cotidiano e histórico. La visión dura de la vida en los hijos medianos de dios estalla con no somos más que escoria, pero la capacidad de exactitud de María nos hace saber en no love lost que esto nos romperá en pedazos. Ritmo cero nos conduce hasta sobremesa, cuyo final la policía halla cuarenta y tres cadáveres/ con los ojos abiertos tras la venda, es paradójicamente claro, visionario y acertado. Así llegamos a materia prima, donde un relámpago debería iluminar la escena y sabemos el origen del terror.

El poema suelto líneas de Blaschko recupera el "ruido sordo" que corroe a Caín, al que interroga para saber si se arrancará la piel para no ser juzgado. Porque las marcas en su piel nos contarán tu historia.

El apartado metamorfosis plástica empieza con acción#1 un poema flojo a mi entender aunque cargado de dolor comprensible, mejora el beso de la esfinge pese a su tendencia abstracta al acertar en que la noche es la metáfora / de los designios de la sangre. También flojea en dedans pese al ritmo del baile y al ciclo que completa el desarrollo exacto de los cuerpos. En acción#2 la lágrima, los cigarrillos que nadie recuerda nunca haber fumado, la atmósfera dotan de trágica potencia el final no más jaulas para el rostro pero en geodésica la incertidumbre se ceba con el mismo poema que resulta un peldaño, un tránsito, un hálito tan fugaz como el reflejo de la pequeñez de un cuerpo. En el sentido por el que avanza el libro el primer futuro no destaca pues el barro biblíco, supongo, nos devuelve a la vigilia y la escafandra y la mariposa nos conducen a la escritura ocular pero siempre somos algo más que párpado. Así prosigue en acción#3 con un poema de "arabescos", de artificio, cargado de más negrura que claridad por el tortuoso descenso hasta el último caín que nos revela que Abel estuvo siempre/ en el cerebro de su hermano.

El apartado final, Réquiem, se inicia con los Smashing Pumpkins cantándonos que el asesino que hay en mí es el asesino que hay en ti, y tras la cita el requiem aeternam termina ofreciendo como descanso al niño de retina sangrientas el final del poema. Los breves kyrie eleison, dies irae, tuba mirum (a destacar que el miedo se personifica en el temblor), liber scriptus, quid sum miser y rex tremendae nos conducen hasta recordare, donde un obelisco nos recuerda el día en que Abraham no supo detenerse, para golpearnos en ingemisco con los versos no somos más que ratas encerradas/ por mucho que excavemos/ no habrá salida sino tumba. Los poemas confutatis, lacrimosa (en relación a Ciudad Juarez, que este lugar no nos devore), y lux aeterna palpitan con indicios de simiente muerta y nos conducen al final libera me donde escucharemos/ el grito de la mariposa/ hasta el fin.

Dicho esto la impresión que queda es del camino de una artista que, por el momento, no ha encontrado una estructura totalmente sólida para su canto pero sí ofrece atisbos de calidad, contundencia y poesía suficientes para recomendar su lectura y relectura.

Y para alejar el sabor de la muerte, el dolor y la quijada de burro de Abel y Caín, os dejo con un videopoema mío (algo a lo que ya os podeis ir acostumbrando) que habla de amor... quizá otra fuente u otro origen de distinta simetría;)



2 comentarios:

paula dijo...

No puede tener un nombre mas apropiado( Maria Salvador) para acometer poéticos análisis de ADN y certificar siameses bíblicos, unidos por el cerebro je,je.
Recomiendo su web y su blog a golpe de google.
Me he puesto las zapatillas de estar por casa ,para escucharte.!Buen postre!,gracias.
Un abrazo Paula.

RUGAC dijo...

gracias;)