Por Rubén García Cebollero
Hay lugares de Barcelona tan hermosos como la Euridice de la imagen. Ayer yo era más bien el "monstruo" alado que salía de las tinieblas, las catacumbas, el silencio. Dar un recital es algo así como impúdico para mi forma de ser. Y fue bien, francamente bien.
Hace 18 años que no he podido dejar de escribir poemas. Con más o menos arte, más o menos suerte, y más o menos premios. Lo importante, como decía ayer, es que he seguido escribiendo. Ayer recité en el Ateneu algunos poemas viejos (para mí, claro), algunos inéditos, algunos publicados, durante más de dos horas. Quizá alguien pensó que lo torturaba con tanto verso, pero cuando se llega a la "atrocidad" de más de 50 poemarios, entre catalán y castellano, se llega a tener cuerda para quemar la voz en una intensa progresión.
Ojala algún verso mío lograra describir la belleza de Eurídice, o alcanzara la maestría, el talento o la tenacidad que sólo el tiempo concede. Ayer, por motivos prosaicos, antes del recital visité el Archivo de la Corona de Aragón. Encontrar la letra y la lengua de siglos anteriores, es algo así como encontrar la huella de una belleza indescifrable.
De camino al Ateneu tuve el feliz encuentro de un ex compañero de trabajo, quien ha hecho algo mejor que un libro, que son dos niños maravillosos. La descendencia tiene tanto de insomnio como la literatura, pero el caso es que un día después de empezar el curso (microrrelato y poesía), exponer la propia era pura incertidumbre.
Como dije en Madrid, una semana atrás, uno se acostumbra con más facilidad a las críticas que a los halagos. Está más predispuesto a desagradar que a agradar, porque el corazón del agradecimiento palpita con tal fuerza que estremece los latidos del mundo. Y sí, soy un hombre estremecido, un poeta estremecido, un "monstruo" estremecido.
Bueno, lo de monstruo alguna mujer ya me lo dijo (antes de casarme) en referencia a que no soy "guapo", pero como decía Campoamor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Afortunadamente.
Por eso me siento afortunado: ayer recité en el Ateneu. Algunos versos quizá buenos, algunos versos quizá malos. Incluso, algunos quizá bellos. No es fácil resumir lo que dialogamos público, poesía y "monstruo". De verdad que no es fácil: dio para mucho. Así que volveré al silencio (y dejaré a Paula sin videopoema otra semana más) dejando aquí el poema que da título al libro "Máscaras de Florencia":
Casi era medianoche cuando en el Puente Viejo
compramos aquel par de acartonadas
máscaras de Florencia.
Los años han pasado como las aguas fangosas del Arno.
Mantuve apenas el rumor de posesión empolvada
hasta perder mi máscara en el último traslado.
No sé si su papel era de trágica comedia
o tan sólo de cómica tragedia.
No tuvo otra función que la decorativa.
Este recuerdo como una burbuja en las estrellas
me hace temer que a todos nos suceda
lo mismo que a las máscaras.
Y que sólo seamos
una decoración fuera de moda.
Si alquien quiere el poemario que lo pida... que deje un e-mail y la poesía volará;)
¿¿Vas a leerme o temes convertirte en un/a mostruo??
Hace 18 años que no he podido dejar de escribir poemas. Con más o menos arte, más o menos suerte, y más o menos premios. Lo importante, como decía ayer, es que he seguido escribiendo. Ayer recité en el Ateneu algunos poemas viejos (para mí, claro), algunos inéditos, algunos publicados, durante más de dos horas. Quizá alguien pensó que lo torturaba con tanto verso, pero cuando se llega a la "atrocidad" de más de 50 poemarios, entre catalán y castellano, se llega a tener cuerda para quemar la voz en una intensa progresión.
Ojala algún verso mío lograra describir la belleza de Eurídice, o alcanzara la maestría, el talento o la tenacidad que sólo el tiempo concede. Ayer, por motivos prosaicos, antes del recital visité el Archivo de la Corona de Aragón. Encontrar la letra y la lengua de siglos anteriores, es algo así como encontrar la huella de una belleza indescifrable.
De camino al Ateneu tuve el feliz encuentro de un ex compañero de trabajo, quien ha hecho algo mejor que un libro, que son dos niños maravillosos. La descendencia tiene tanto de insomnio como la literatura, pero el caso es que un día después de empezar el curso (microrrelato y poesía), exponer la propia era pura incertidumbre.
Como dije en Madrid, una semana atrás, uno se acostumbra con más facilidad a las críticas que a los halagos. Está más predispuesto a desagradar que a agradar, porque el corazón del agradecimiento palpita con tal fuerza que estremece los latidos del mundo. Y sí, soy un hombre estremecido, un poeta estremecido, un "monstruo" estremecido.
Bueno, lo de monstruo alguna mujer ya me lo dijo (antes de casarme) en referencia a que no soy "guapo", pero como decía Campoamor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Afortunadamente.
Por eso me siento afortunado: ayer recité en el Ateneu. Algunos versos quizá buenos, algunos versos quizá malos. Incluso, algunos quizá bellos. No es fácil resumir lo que dialogamos público, poesía y "monstruo". De verdad que no es fácil: dio para mucho. Así que volveré al silencio (y dejaré a Paula sin videopoema otra semana más) dejando aquí el poema que da título al libro "Máscaras de Florencia":
Casi era medianoche cuando en el Puente Viejo
compramos aquel par de acartonadas
máscaras de Florencia.
Los años han pasado como las aguas fangosas del Arno.
Mantuve apenas el rumor de posesión empolvada
hasta perder mi máscara en el último traslado.
No sé si su papel era de trágica comedia
o tan sólo de cómica tragedia.
No tuvo otra función que la decorativa.
Este recuerdo como una burbuja en las estrellas
me hace temer que a todos nos suceda
lo mismo que a las máscaras.
Y que sólo seamos
una decoración fuera de moda.
Si alquien quiere el poemario que lo pida... que deje un e-mail y la poesía volará;)
¿¿Vas a leerme o temes convertirte en un/a mostruo??
6 comentarios:
Me alegro mucho del éxito de tu recital en vivo y en directo compa, pero sobretodo de que hayas vivido,las fantásticas sensaciones que relatas. Gracias por compartirlo con autenticidad y con máscaras .
Te espero en virtual balcón ,monstruo alado, mientras llegas, me apunto al poemario, para hacer boca(hay que entrenarse y no tengo rana a mano je,je)…ya sabes la dirección.
PD) El amor “oficial” te ha vuelto guapo y yo que lo vea je,je.
Un abrazo.Paula
Envíame un e-mail, Paula, y en la respuesta te adjunto las máscaras... Para septiembre estoy con una novela de las que alucinas, ojala llegue a puerto.... Bueno, y ahora te dejo que estoy con la voz de Buika, je, je...
magia pura;)
Mucha vida,)
El fuego hay que compartirlo y además en Paris. Creo compa, que sus lágrimas iniciales, explican muy bien el agradecimiento, el estremecimiento en un recital.
Te escribiré(cuando la selectividad suelte sus garras) y te leeré, por cierto con ojos verdes,me los pongo para ver de cerca je,je.
www.youtube.com/watch?v=lilPdthQNAM&feature=related
PD)El caballo,puede ser un pequeño pony.
Un abrazo dominguero.Paula
Eh, un puntazo por lo de Buika. Y un par de ellos más por ese poeta que se mantiene vivo. Te envío mail petitorio. Un abrazo
Rugac, no se tu e-mail pero pido humildemente poemario, si es posible, para imprimírmelo y leerlo al Sol.
cristinmg@hotmailcom
Gracias
PERDONNNN
mi e-mail...lo puse mal...!
es cristinqmg@hotmail.com
disculpas, Rubén!!
Publicar un comentario