miércoles, 17 de septiembre de 2008

ANTONIO MONTERROSO Y EL CENTRO DE POESÍA VISUAL (CPV). 1ª Parte


Por José G. Obrero


La primera vez que tuve noticia de la existencia de Antonio Monterroso fue por un breve de poco más dos líneas en un periódico local. En ellas se recogía que algunos de sus poemas visuales habían sido seleccionados por la Universidad de Stuttgart para una exposición. No decía nada más ni del autor ni de la obra. Aunque me alegró comprobar que la poesía visual comenzaba a ser tomada lo suficientemente en serio como para merecer dos miserables líneas, me convencí de que, probablemente, la publicación de la noticia se debía más a ese orgullo provinciano de resaltar los méritos locales que a un sincero interés por la disciplina en sí. Sin embargo, al poco tiempo recibí una sorpresa mayor: en Córdoba existía un Centro de Poesía Visual y para más inri, no se encontraba en la capital, sino en Peñarroya, un pueblo asentado en plena sierra morena, de efímero pasado minero y cuya comarca encabeza hoy los primeros puestos en el ranking de desempleo de Andalucía (que ya es decir). Por supuesto detrás de este centro, además de Francisco Aliseda, impulsándolo y diseñando sus actividades se encontraba Antonio Monterroso. Cuando tiempo más tarde conocí a Fernando, un amigo que ejerce de maestro en Peñarroya, una de las primeras preguntas que le hice fue: ¿conoces a Antonio Monterroso? "Claro", me dijo, "fue compañero mío, ¿quieres que te lo presente?" Un par de semanas más tarde me encontraba cruzando la sierra camino de Peñarroya con mi grabadora, un bolígrafo y un cuadernillo con las inútiles preguntas que me había preparado. Fernando me acompañó a la casa de Monterroso y durante el trayecto me explicó que vivía en el “Barrio Francés”, el barrio que los ingenieros y propietarios de minas franceses habían levantado con construcciones que evocaban las casas que les esperaban en sus ciudades de origen. Aparte de las casas, se encargaron de rebautizar el antiguo Pueblo Nuevo del Terrible, a causa de las dificultades que tenían para pronunciar determinados fonemas castellanos, transformando la “Peña Roja” en “Roya”. Antonio nos esperaba en el umbral de una de estas casas, su casa, y a partir de ahí el clásico protocolo de las entrevistas (dispongo de una hora. Pasad al comedor. ¿Alguna pregunta más? ¿Cuándo sale la revista? Encantado de conocerte) se fue al garete. A Antonio podría definírsele como un "maestro en permanente estado de docencia", sin prepotencia ni ínfulas, su objetivo es transmitir, comunicar y también, como buen maestro, aprender. Con serenidad y buena conversación te enseña el jardín, la estructura de la casa francesa y el porqué de la misma, las antiguas minas y sus fábricas decrépitas que se recortan formando un paisaje digno de una película gótica, el Centro de Poesía Visual... Durante toda la tarde la entrevista se realizó charlando y paseando por el pueblo sólo al final, cuando llegó la noche y a causa de mis agobios, pude pulsar el “rec” de la grabadora y recoger parte de lo que habíamos hablado con anterioridad. “Mail Art”, “Revistas Ensambladas”, “Imágenes capturadas”, “Contrapublicidad”, “Poema-Objeto”… Un universo nuevo iba apareciendo en la conversación dibujando un mundo excitante donde la creatividad es la protagonista. Adultos con ganas de jugar y experimentar sin oscuras intenciones, con la libertad de ejecución de quien no tiene nada que ganar ni que perder porque sus propósitos (afortunadamente) no encajan en circuitos comerciales.
Finalmente, en la despedida, intercambio de teléfonos y promesas de continuar en contacto, en este caso y como muestra por su parte de que no eran frases de cortesía, concretando la fecha y el lugar: en Peñarroya del 3 al 5 de octubre en el II Encuentro de Poesía Visual que organiza el CPV. Por supuesto, allí nos vemos.

1 comentario:

Carso dijo...

Chiquillo, qué envidia, me encantaría estar presente en Peña Roya para ese Encuentro. Seguro que lo disfrutas. ¿Participas con alguna creación?