Por Carlos Rull
¿al modo de...?
Conocí a Agustín Reyes Westhorpe en el taller de poesía de Eusebio Argüelles en Castelldefels, cuando en España la democracia acababa de estrenarse o empezaba a estrellarse. Era un tipo alto y delgado que se presentaba con los dos apellidos. No hablaba mucho (yo, en cambio, sí). Vestía mal, y se tapaba siempre con largas gabardinas negras. Parecía observar el mundo desde detrás de sus gruesas gafas como si estuviera muy lejos de todo, quiero decir, como si fuera el soldado de una batalla perdida contra la barbarie, o tal vez contra sí mismo.
Por aquel entonces, creo recordar, o quizás me lo contaron, andaba obcecado con la composición de una epopeya en endecasílabos sáficos acerca de la hazaña de Auxilio Lacouture. Auxilio pasó la ocupación de la universidad por los milicos encerrada en los lavabos de mujeres de la Facultad de Filosofía y Letras. Fue la única que resistió. Allí descubrió que el tiempo es un concepto relativo, acaso inventado, y oyó el canto de los espejos y vio los caminos por venir. También: predijo la reencarnación de Joyce y la beatificación de Pavese. Eso ocurrió cuando el año 68 se convertía realmente en el año 68 y nunca supe, o no quiero saber, por qué le interesaba tanto a Reyes.
Como ya he dicho, hablaba poco. Y lo que decía sonaba siempre extraño, como si ya entonces hablara desde la otra cara de la vida. Una noche me llamó y me recitó un poema. No pude dormir. Durante mucho tiempo ese poema estuvo colgado frente a mi mesa de trabajo.
Cuando acabó el taller lo perdí de vista. Volví a encontrármelo unos años más tarde, cuando salía de la redacción de Lateral, y le invité a un café en un bar de Ronda San Pedro. Luego me llevó a la librería Gigamesh y robó un par de libros de Philip K. Dick. Creo que fue la lectura de El hombre en el castillo la que lo llevó a escribir su primera y última novela, que nunca publicó. Yo fui de los pocos que pudo leer lo que estaba haciendo. El método bibliomántico - basado en el uso del I Ching en la novela de Dick - le llevó a escribir una serie de capítulos - "Desde el otro lado" los llamó - profundamente desasosegantes. La otra mitad - "Desde más lejos" - no tenían sentido. Luego, siguiendo una estricta exégesis de un fragmento de una novela de Umbral, se suicidó.
Imagen de http://mahamara.wordpress.com/2008/06/14/dia-del-escritor/
¿al modo de...?
Conocí a Agustín Reyes Westhorpe en el taller de poesía de Eusebio Argüelles en Castelldefels, cuando en España la democracia acababa de estrenarse o empezaba a estrellarse. Era un tipo alto y delgado que se presentaba con los dos apellidos. No hablaba mucho (yo, en cambio, sí). Vestía mal, y se tapaba siempre con largas gabardinas negras. Parecía observar el mundo desde detrás de sus gruesas gafas como si estuviera muy lejos de todo, quiero decir, como si fuera el soldado de una batalla perdida contra la barbarie, o tal vez contra sí mismo.
Por aquel entonces, creo recordar, o quizás me lo contaron, andaba obcecado con la composición de una epopeya en endecasílabos sáficos acerca de la hazaña de Auxilio Lacouture. Auxilio pasó la ocupación de la universidad por los milicos encerrada en los lavabos de mujeres de la Facultad de Filosofía y Letras. Fue la única que resistió. Allí descubrió que el tiempo es un concepto relativo, acaso inventado, y oyó el canto de los espejos y vio los caminos por venir. También: predijo la reencarnación de Joyce y la beatificación de Pavese. Eso ocurrió cuando el año 68 se convertía realmente en el año 68 y nunca supe, o no quiero saber, por qué le interesaba tanto a Reyes.
Como ya he dicho, hablaba poco. Y lo que decía sonaba siempre extraño, como si ya entonces hablara desde la otra cara de la vida. Una noche me llamó y me recitó un poema. No pude dormir. Durante mucho tiempo ese poema estuvo colgado frente a mi mesa de trabajo.
Cuando acabó el taller lo perdí de vista. Volví a encontrármelo unos años más tarde, cuando salía de la redacción de Lateral, y le invité a un café en un bar de Ronda San Pedro. Luego me llevó a la librería Gigamesh y robó un par de libros de Philip K. Dick. Creo que fue la lectura de El hombre en el castillo la que lo llevó a escribir su primera y última novela, que nunca publicó. Yo fui de los pocos que pudo leer lo que estaba haciendo. El método bibliomántico - basado en el uso del I Ching en la novela de Dick - le llevó a escribir una serie de capítulos - "Desde el otro lado" los llamó - profundamente desasosegantes. La otra mitad - "Desde más lejos" - no tenían sentido. Luego, siguiendo una estricta exégesis de un fragmento de una novela de Umbral, se suicidó.
Imagen de http://mahamara.wordpress.com/2008/06/14/dia-del-escritor/
9 comentarios:
Creo , querido capitán , que al modo Borges .De todas formas, haya o no acertado, enhorabuena, has conseguido hacer un, interesantísimo, recorrido por tus preferencias(hasta han salido las gafas de Quevedo), usando un buen amuleto de maria je,je, te he seguido como una oveja eléctrica.
Buena atigrada mirada de ciego.
Un abrazo .paula
Pd) Cuanto queda por leer!!!!!!!!!, ni tiempo para suicidarse je,je
Buen intento, compi,¡pero no! No es Borges, aunque comparte continente, y sin duda mi autor leyó con fruición y devoción al genio argentino. Me alegro de que te haya gustado.
¿Alguien más se la juega?
Qué pena que no sea tu estilo porque te brota una prosa francamente buena. Venga va, me la voy a jugar: Cortázar, aunque he estado en duda entre este y Alan Pauls (al final he dicho dos).
Un abrazo compañero.
¡Casi! Otro buen intento, José, y valiente por correr el riesgo. No puede ser Alan Pauls porque no le he leído nada... - perdón por la pausa, estaba flagelándome para pagar mi culpa -.... Tampoco es Cortázar, aunque bien podría suponerse: para mi autor Cortázar era una de los más originales y perfectos escritores hispanoamericanos. Pero no. Mi autor no es argentino, pero nació muy, muy cerca, al ladito, vamos.
Un par de pistas casi inútiles: 1) en sus consejos para el buen cuentista recomendaba, entre otras cosas, no leer nunca a Cela ni a Umbral. El cuentista que tenga aprecio por su trabajo leerá a Cortazar, a Quiroga, a Borges, .a Bioy Casares, pero nunca a Cela ni a Umbral. 2) Habló con Rodrigo Fresán sobre Philip K. Dick. Una tercera pista, ésta algo más útil: si no vamos con cuidado acabarán convirtiendo - si pueden - a mi plagiado en un pin de moda, en una marca sin contenido, como le han hecho al Che.
Gracias por las contribuciones y ánimo, a ver quién más se arriesga.
Es Bolañooo...!!
He encertat?
Olé, olé y olé, ahí está mi niña. Sííí, es el gran Bolaño, claro. Un besito, Raquel.
Ueee...!
És molt divertit aquest joc!
bueno, fatal por mi parte. durante las primeras líneas creí leer a cercas, y después, con el misterio y tal un asomo de lovecraft, imagínate. en todo caso coincido con José, magnífica prosa que te ha surgido, vive dios!
óscar
Bueno, esta semana presiento que voy a llegar tarde a todos los comentarios adivinanzas. El juego es bonito, sobre todo porque descubre la gran capacidad que tienen estos 7/9 y más magnífgicos escritores que con la imitatio son capaces de producir obras maestras. Una delicia de semana. Y un relato estupendo, Carles
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