martes, 20 de enero de 2009

Las vías muertas



por Óscar Sotillos


El artista Bansky utiliza sus sprays para intervenir en paredes de medio mundo. El muro israelí de Cisjordania o el Museo Británico han sido blanco de sus certeros disparos. Cada uno de sus graffitis es creado ex profeso para la pared sobre la que es dibujado interviniendo en el paisaje urbano con un acerado mensaje hacia el eje del bien y del consumo. Paradójicamente su trabajo ha sido tan exitoso que algunas de sus obras se exhiben en las galerías de arte más prestigiosas y hace pocos meses el propietario de un edificio en Londres sobre el que Bansky había pintado un graffiti, lejos de denunciarlo sacó a subasta el muro elegido por el artista.No conozco a Bansky, entre otras cosas porque se mantiene en el anonimato, así que desconozco si estas situaciones le sobrepasan, le incomodan o se regocija por el eco que le proporcionan, pero intento situarlo en el marco de otros artistas intervencionistas como los retratados en el magnífico libro NO-LOGO y me pregunto por el resorte que pone en conexión el tren de la creación con las vías del reconocimiento.


La historia del arte y de la literatura está llena de vías muertas. La lista de escritores ágrafos que inventaría Vila Matas en su Bartleby y compañía es considerable. Escritores maldecidos, más que malditos, que no resuelven sus mecanismos creativos y tejen hacia dentro. El caso de Nannetti Oreste Fernando es el de una de esas perlas negras. Nacido en Roma en 1927 pasó los 67 años de su existencia en diferentes instituciones para enfermos mentales, entre los cuales 30 años en el manicomio de Volterra. Durante ese tiempo no recibió ninguna visita, pero escribió cartas dirigidas a familiares que nunca habían existido. Sin embargo, el testimonio más impresionante lo dejó sobre las paredes del patio interior del pabellón “Ferri” de Volterra, un grafitti de 180 metros por dos de alto escrito día a día de su internamiento con la hebilla de su camisa de fuerzas. Todavía vivo el autor, el fotógrafo Pier Nello Manoni realizó un reportaje del patio que actualmente se expone en el baptisterio de Volterra. El texto en relieve se encuentra en franco deterioro, cosa que dificulta su lectura, pero el trazo de sus grabados hendido en la piedra habla por sí solo. Recuerda a las fallas tectónicas que separan continentes, como si la cordura tuviera grietas, fosas abisales por las que trepara el vértigo amenazando con alcanzarnos. Actualmente esta locura es reconocida como una de las más raras e importantes representaciones de ‘art bru’ y sus cartas fueron publicadas después de su muerte.


Se me ocurre que tal vez NOF habría sido más feliz si alguien las hubiera contestado.

3 comentarios:

José García Obrero dijo...

Me encanta Óscar. Bien trenzado. Quién sabe. A mi este tipo de artista me parece que está más cerca de darle sentido a la palabra Arte que cualquiera de esos pagados académicos a sueldo (y bueno, además) de editoriales y galerias de prestigio, con sus círculos de amiguetes cercanos al nepotismo.

Un abrazo.

Carso dijo...

sí, sin duda, y son precisamente estos los que harán la edición crítica de la obre del tarado de turno al cual ignoraron mientras estaba vivo.
un abrazo desde la nieve, compi,
óscar

Zápiro dijo...

superb.

se confirma que la france le esta sentando rebien a tu piedra rosseta.

y que dure,

salutem