martes, 13 de enero de 2009

Vida nueva

Por Carlos Rull


Entré en la habitación prohibida y una vez azul. Habité durante un minuto infinito tu naufragio y mi ruina. Inundado de tu ausencia, ahogándome en el eco imaginado de tu risa, me dejé acariciar durante otro minuto eterno por la fantasía de tu voz y el aroma confuso y tenue de tu piel. Me perdí durante un tercer minuto sin fin en el tacto insólito de los objetos que fueron tú: mis dedos lamieron los lomos de tus libros buscándote, mis manos te reconocieron sorprendidas en tus camisas, mi cuello tembló reconociendo aún tu calor en tu bufanda italiana.

Tres años sin ti. Una eternidad de tres minutos antes de empaparlo todo en gasolina y dejar caer una cerilla. Adiós, amor.

5 comentarios:

José García Obrero dijo...

Qué relato, Carles. Me ha encantado. Ya está dicho todo.

Un abrazo.

Unknown dijo...

Gracias, José. No hay mayor satisfacción que un comentario como el tuyo. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Precioso suspiro en 3 actos, compa.
Por fin,tu presencia je,je.
un abrazo.paula

R.P.M. dijo...

Vale, chaval. Ahí tienes un filón, así que a explotarlo. Nos vemos.

R.P.M. dijo...

Vale, chaval. Ahí tienes un filón, así que a explotarlo. Nos vemos.