sábado, 28 de febrero de 2009

DESCORTESIA DEL SUICIDA, de Carlos Vitale


Editorial Candaya
Prólogo de José María Merino
http://www.candaya.com/descortesiadelsuicida.htm




Por Rubén García Cebollero

Descortesía del suicida es mucho más que un buen rato de lectura. Mucho más que un libro a leer. Es la obra que vale la pena releer.
José María Merino considera su valor simbólico frente a la realidad sin sentido que sólo ciertas rutinas laborales y comerciales se empeñan en ofrecernos como racionalmente ordenada. Añado que la carga interior de la narrativa breve (o hiperbreve) de Carlos Vitale rebosa humildad, humor y concisión.
La cita que inicia el texto es de W.S. (Shakespeare, para los amigos), del Rey Lear, "Es calamidad de estos tiempos/ que los ciegos guíen a los locos". Si algo no falta nunca en la visión "Vitálica" de la vida es una perspectiva irónica, sabia y sintética.
Carlos demuestra, como he podido disfrutar tanto en presentaciones, charlas o lecturas, que escribir no es un drama (aunque pueda costarnos la salud) sino una pasión terriblemente contagiosa. ¿Por qué no escribe más extenso? Por la misma razón por la que Borges no escribía novelas: no lo necesita. Carlos puede contarnos mucho más con ese gesto de la estación de Can Boixeres (sí, el gesto del espacio más que el gesto de los personajes), y a partir de ahí nos agarra con tal fuerza que, sin advertirlo, seremos cortesmente seducidos por sus focos (sus textos) que iluminan este absurdo mundo de locos guiados por ciegos.
Recuerdo que en 2008, el día de mi cumpleaños, la lectura que Carlos hizo de algunos de los textos que forman "Descortesía del suicida" hizo reír, sonreír e incluso llorar al público diverso que asistía a las jornadas. En la búsqueda de la comunión entre lector y autor, texto y lectura, hay instantes mágicos y quien se deje seducir por los brevísimos fogonazos "vitálicos" se reconciliará con la Literatura, el humor y la vida.
Quizá su destacable labor traductora ayude a comprender la singuralidad del carrusel narrativo que, con paciencia, Carlos ha cultivado para ofrecernos un jardín radiante, fértil, revelador. Desde la sonrisa, compasión o empatía que pueda provocarnos "el despechado" (las más hermosas se las quedan los ricos), hasta la autenticidad irresistible de "demasía" (¿cómo es posible que todos los años hayan sido el peor año de mi vida?).
¿Por qué revisitar el libro? Vale la pena leerlo, releerlo y mantenerlo cerca. Para disfrutar "Borges y yo", "diplomacia", "moebius", "meteorología", "un crítico de altura", y etcétera. Así que a cualquiera que quiera adentrarse en el pulso "vitálico" de la Descortesía del suicida, le lanzo "contumacia": Déjate guiar. A donde quieras ir.
Carlos Vitale es el espléndido guía que te seducirá con la "ley de probabilidades" (todos creen que van a alguna parte), en estos tiempos de "microeconomía" (tiempos de crisis: sumo lo que no gano), donde abunda la "lástima" (un buen ejemplo de que el dinero no hace la felicidad. Lástima que haya tantos contraejemplos).
Y como señala en el prólogo, el gran narrador José María Merino, en "el tiempo detenido" de Descortesía del sucida palpita ese reloj en el que "a veces es demasiado temprano y a veces demasiado tarde", la dura vida, la cierta vida, llena de blandas incertezas que nos hacen ser ciegos, locos y felices como el abrazo irónico del tiempo.
Así que no hagan como el "teléfono" de Carlos al que "sólo llaman cuando no estoy", y encuentren pronto su Descortesía del suicida, el regalo, el placer, la fortuna de observar la vida con el irresistible humor "vitálico" que les hará ser tiernos, reflexivos, conscientes de la extrañeza de las cosas, diarias, que nos llenan de súbitos chispazos.
Y para no extenderme y que la reseña del libro acabe siendo más larga que el libro, más profunda sería imposible, acabaré invitándoles sin descanso a leer, releer y disfrutar la maestría de don Carlos Vitale. Pocas veces se arrepentirán tanto de algo como de no hacerme caso;)

3 comentarios:

Luis Vea dijo...

Tienes razón, Rubén, un libro imprescindible. Una prosa que se escapa entre los dedos pero a veces con frases contundentes. Una visión distinta del mundo. Una forma de filosofar viviendo. Y un estupendo contertulio, su autor, Carlos Vitale, con el que pude compartir una comida.

Anónimo dijo...

Ese galicismo en "Mucho más que un libro a leer" me ha quitado las ganas de hacer lo propio con el citado libro.

Pedro Serrano dijo...

Pues qué culpa tiene el libro de los galicismos