domingo, 1 de marzo de 2009

A BOLONIA VAMOS TODOS.


Por Rufino Pérez


Ayer me acosté pensando en el plan Bolonia. No me quitó el sueño, faltaría más, sencillamente me puse un tanto nostálgico-escéptico. Recordé una jornada en la que unos cuantos compañeros de estudios habían decidido alojarse en la misma pensión para enfrentarse a la Selectividad de entonces. Nuestro habitual colegio-residencia estaba ya ocupado por los inquilinos de verano y nosotros éramos ya ex-alumnos.

Entraríamos en la universidad y unos irían para Letras y otros para Ciencias, o lo que traducido a grandes rasgos eran Filología, Derecho, Medicina o Ingeniería.

Muy simple todo aquello, muy cerrado. Pocos cambios respecto a la enseñanza que hasta entonces habíamos recibido. O sí, porque yo nunca había estado en una campana de observación de Medicina y me iba con mis amigos, los que estudiaban para médico a ver operaciones de varices que eran las más truculentas. Y es que en mi Facultad no pasaba nada, y a mí lo de la Medicina no dejaba de atraerme.

Pero no es eso a lo que voy sino que ahora entre grado, máster y postgrado, créditos y currículo adaptado a la empresa, no sé, algo se está cociendo y no es caldo de gallina.

Me gustaría una universidad viva, que no se durmiera en los laureles de Departamentos cerrados y jerárquicos, pero también soy escéptico ante los cambios apresurados y excesivamente reglamentados. Cantidad de conocimiento aplicada a la productividad. Ahí es nada.

En la enseñanza hay que buscar profesores que tengan algo que decir y alumnos que quieran y sepan escuchar. Titulitis, masteritis y demás elementos ya sabemos cómo se consiguen.

Hay una cosa en la que coincido: la apreciación del trabajo continuado como medida del valor y el esfuerzo del alumno frente al valor de los exámenes puros y duros.

Sin embargo, demasiada reglamentación ahoga iniciativas, convierte la duda en símbolo sin valor y produce una clonación manifiesta. Alimentemos esa parte no útil del ser humano: la humana virtud de la imperfección. Bolonia parece que no quiere errores, quiere eficacia a través de tiempo y dinero, ergo, algo falla.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Cierto, compi, tengo también la tentación cada vez más convencida de creer que ninguno de los pasos que vamos dando hacia la hecatombe-catástrofe educativa es casual y que todo está atado y bien atado. ¿Fabricaremos operarios acríticos que puedan incorporarse rápidamente al tejido productivo después de una rápida especialización universiempresarial? ¿Será ESO el futuro? Ya sabes cómo están la secundaria y el bachillerato, y mucho me temo que ahora vayan a por la universidad. ¿Será por ESO que nadie explica bien bien qué es eso de Boloña? Fue Maura quien dijo que educar es adiestrar al hombre para que haga buen uso de su vida, pero tengo la sensación de que nos quieren hacer educarlo para que algunos puedan hacer buen uso de él.

Anónimo dijo...

Yo no tengo claro esto de Bolonia...