sábado, 20 de junio de 2009

COSTE CERO


Por Rubén García Cebollero


Vivimos en la era del consumo y del crédito de intangibles. Una época en la que parece que con Internet vale todo porque casi todo puede no costar nada. ¿Quién se beneficia?


¿Quién negocia con las descargas ilegales? ¿De qué comerán los artistas que siempre de hambre se mueren? ¿Aún valen para algo las ideas?


Los huesos se fracturan pero tras la fractura pueden crecer en el sentido correcto. También las personas. También los sistemas. También las ideas.


Conocer no importa más que imaginar. El futuro del mundo no depende de cuanto conocemos, sino de cuanto somos capaces de imaginar. Lo mismo que nuestro futuro. Y el mayor drama es siempre, la peor ilusión, convencerse que existe una única realidad, una única forma para todas las cosas, una única vía.


Nunca es así.


No existe el coste cero. Todo nace para cambiar. Todo es un proyecto en continua reescritura. Y aún así acabamos creando aquello que más tememos, aquello que no deberíamos crear, aquello que puede destruirnos.


La esperanza existe. La esperanza no depende de juicios negativos, visiones pesimistas ni voces despectivas. Conviene resistir, aceptar, aprovechar el mundo en nuestro beneficio. Pese a que lo que se haga no alcance el éxito, nada puede restarle su sentido. No podemos aceptarlo todo a cualquier precio ni de cualquier manera. Nada tiene coste cero.


Pese a todo mañana volveremos a ser peces, a tener su memoria, y a dar sentido a esas palabras de Jules Renard que dicen:


Poseo una memoria admirable: ¡lo olvido todo! ¡Es tan cómodo...! Es como si el mundo se renovase para mí a cada instante.

8 comentarios:

paula dijo...

Si Ruben ,nada tiene costo cero,pero seguimos siendo tacaños con la imaginación y demasiado desprendidos de esperanzas.
Aunque me encantan tus compartidas críticas de otros autores,es una delicia oir tus propias opiniones.Se echaban de menos
un abrazo.paula
PD) tu post me ha recordado a un anuncio de coches,que habla de la memoria de los peces.Intentaré buscarlo,aunque seguro lo conocerás.

Beatriz dijo...

Bueno, la memoria, el olvido... hay que encontrar una ecuación que le dé a cada incógnita su peso específico.

Fatídicamente, volveremos a ser peces; mañana, hoy mismo, en cualquier rincón planetario, desandando recorridos neuronales desechados sin ni siquiera darnos cuenta, somos muy ciegos; y eso a nivel colectivo es muuy peligroso. Ciegos y desmemoriados, vaya fórmula!

Pero... a nivel personal a veces la memoria es un sonsonete inaguantable, un pepito grillo insoportable. Vamos, que un poquito/muchito de pez al menos a mí me viene de perlas. Pasa que tengo mucha memoria, hostia! En mi próxima vida, lavadora mediante, voy a ser Dory, la peza de buscando a Nemo.

Uy, uy, qué hago aquí. Qué es esto? Una interficie? Qué es una interficie? Qué es un blog? Quién es RUGAC? Quién es Paula? Quién soy yo?

Besazos;)

RUGAC dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
RUGAC dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
RUGAC dijo...

sonreir tiene coste cero.
Dar un buenos días tiene coste cero
Dar un abrazo tiene coste cero
Muchas cosas tienen o tenían coste cero.
El problema está en cuánto alguien le pone precio o que alguien le puso precio...
Rox

paula dijo...

Lo encontré

http://www.youtube.com/watch?v=EcpMKTjFpNE.

PD)Ester aprieta el enlace y después olvida,ambos estan por las nubes y nosotras somos más acuosas je,je.

Beatriz dijo...

Gracias, Paula. Creo que lo he llegado a ver en la caja estúpida, y pensé, mira con la primera vez! La primera vez de qué? Uy, no recuerdo nada de nada... Jaja!

Claro que, depende de qué, creo recordar haber pensado en algún momento que es mejor olvidarse...

XXL kiss, sister;)

Yentl dijo...

Muchas cosas que nos dan tienen coste cero, pero ¿estamos dispuestos a aceptarlo? Es decir, a veces somos nosotros mismos los que nos sentimos obligados a "devolver" lo que nos dan. Es dificil juzgar. Recibir o dar, sin que ni una cosa, ni la otra deban obligar en ninguna medida al otro, parece anti-natural. Sin embargo es de una tremenda naturalidad, los niños lo hacen,y no tienen tantos problemas como nosotros.