jueves, 30 de julio de 2009

Soy un aeropuerto


Por Raquel Casas


No me gusta esperar sola en los aeropuertos, así que me pongo a hablar con el primero que pasa. Pero como hoy es tarde, casi de madrugada, la gente parece cansada, sin ganas de hablar. Así que me voy a la cafetería a ver quién hay por allí, aún falta 1 hora para embarcar.
Entre las mesas elijo una en la que hay un hombre solo, con traje y maletín. Está leyendo un libro. Le pregunto si está ocupado y me dice que no. Me siento, me presento y le pregunto a dónde se dirige. Levanta la mirada del libro y con poco entusiasmo me dice que va a Frankfurt por trabajo, a una feria de vocoders. Le pregunto qué es un vocoder, me lo explica detalladamente pero no entiendo nada. Entonces empiezo a hablar yo, sobre los aeropuertos, mi tema preferido, le digo que estoy haciendo una tesis sobre los distintos tipos de aeropuertos que existen, pero no sobre su arquitectura, no, estudio su temperatura, olores, altitud, presión, sonido, imantación, escaleras mecánicas, intensidad lumínica, capacidad de cambiar los comportamientos humanos, y cosas por el estilo. Me mira con cara aburrida y me dice que estaba leyendo una novela muy interesante. Observo el título y le digo que es mala porque al final, previsiblemente, el hijo mayor mata a su padre, bueno, padrastro, y se casa con la madre, bueno, madrastra. Ahora sí que me presta atención, pero con el ceño fruncido. Me da las gracias irónicamente por haberle arruinado el final y le respondo que es el típico final de las novelas edípicas, tan de moda en la actualidad.
A continuación le explico que voy a Damasco a estudiar la deformación de las sillas de las cafeterías del aeropuerto y el tamaño de las monedas que te dan en el Change, pues me han dicho que son 1 milímetro más pequeñas que el resto y que es un sistema que utiliza la policía secreta para controlar a los turistas. El señor me mira con cara de asombro esta vez, parece que no cree nada de lo que le estoy contando. Intento ser más amable y le pregunto qué sabor tiene un vocoder. Se echa a reír. Continúo diciendo que Frankfurt es una ciudad aburrida y que su aeropuerto huele a Frankfurt, claro. Ríe de nuevo y guarda el libro definitivamente. Entonces me enseña las fotos de su familia que tiene en el móvil, son del verano pasado, la mujer, él, 2 niños y un perrito están de vacaciones en Benidorm. Le digo que son preciosos todos y le enseño las fotos de mi móvil, las de mis aeropuertos favoritos, Sidney, Kuala Lumpur y Helsinki. Luego me pregunta qué me parece este aeropuerto, mi opinión profesional, y le digo que no está mal, es un A-5, según mis clasificaciones, pero tiene un defecto: las paredes tienden al eco, no se puede hablar cerca de ellas. Me mira otra vez con desconfianza. Qué le vamos a hacer… Siempre es lo mismo cuando hablo de trabajo. La verdad es que no me interesan las ciudades, son todas iguales, por eso nunca las visito, sólo sus maravillosos aeropuertos con esas intensas cintas transportadoras tan elegantes o con brillantes billetes de embarque…
El hombre se está aburriendo. Mira el reloj y me dice que tiene que ir a embarcar ya. Me desea suerte con mi trabajo y yo le digo lo mismo. Me quedo sola de nuevo y ansiosa por ir a otro aeropuerto a hacer lo que tengo que hacer. Pero antes de levantarme y abandonar éste, anoto en la libreta “Chet Baker en el hilo musical. Asombroso.”


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4 comentarios:

José García Obrero dijo...

You don't know what love is...¿Dónde está ese aeropuerto que me voy de vacaciones a su cafetería? Muy bueno Raquel, nada que ver con el libro destripado por la protagonista.

Abrazo.

Beatriz dijo...

Ei, poca broma, que aquests nous hubs, o aeroports de connexió en terminologia normativa (ufuf), estan introduint canvis sociològics de ca l'ample!, marcant les tendències en el nou estil de comunicació interlingüística, intercontinental i quasi intergalàctica! I El Prat és candidat a convertir-se en un d'aquests, o sigui que la teva tesi no aniria desencaminada!!!
Els aeroports seran la nova localització per als txocs entre cultures! I aviat hi haurà centres comercials, malls, promenades, etc. Tot per fer-hi vida, un simulacre de ciutat, però sense nadius, que tot sovint fan taaaanta nosa!

Jaja, bueno, m'encanten aquests relats tan contraturístics! El pobre comercial amb destí Frankfort devia sortir per cames, pensant-se que la noia era una llunàtica. Potser era de Vilanova i tot, jeje!

;)

Anónimo dijo...

hola!
Bonissim i molt adient ara q tothom va de vacances eh !
fins aviat !

burlanga

Raquel Casas dijo...

Jaja, ese aeropuerto aparece cuando menos te lo esperas!

Sí que era llunàtica, com a bona vilanovina... ;)

Gràcies amic/ga que em deixes un comentari il·legible...