sábado, 10 de julio de 2010

MURIENDO A CADA PASO

Por Antonia Martos



Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!”

Jaime Gil de Biedma




El rumor de las hojas
de los árboles
va entrando
en esta habitación.
Acompaña
las lágrimas
de una tarde
cualquiera.


Sujeto mi alma
con las dos manos
grandes
inútiles
sin vida.
Respiro
-con fuerza-
necesito
oxígeno
aire
aliento
-te necesito a ti-
y sólo tengo
ganas de llorar.
.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quina exageració!
Francament, estimada: no tindràs el síndrome d'Stendhal però en comptes d'amb Florència amb Granollers del Vallès?