Adictos sin remedio a la rutina,
con prisa caminamos
entre un sinfín de cosas cotidianas
con la estúpida idea
de ganarle un segundo a nuestras horas.
¿A qué este acelerado devenir?
¿A qué tanta presteza
cuando el premio final,
la gris medalla del anonimato,
es igual para el último
como para el primero?
3 comentarios:
Estamos con contratos ETT...
...incluso muchos no tienen ni eso... pero celebro que hayas dedicado un par de minutos a leer este poema. Siempre es bueno pararse un poquito en el camino. Gracias.
Me vengo a mi doble del domingo. Cuando no me toca publicar me descuelgo del blog un tanto. Pero luego me gusta repasar lo que se me queda atrás. Y la verdad es que yo no me resigno a ser el último. Debe ser cosa de mi afición a las carreras. Me ha gustado la sencillez y hondura con la que has tocado algo muy importante: la aceleración inútil. Guay.
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