martes, 9 de noviembre de 2010

HEREJE

Por Carlos Rull

Por vez primera comprende que el fuego puede helar: no como en las bellas metáforas de los trovadores, sino con un frío real, un fuego gélido, glacial, que atere y aterra, que lleva la nieve hasta las entrañas y convierte cada pálpito, cada pensamiento, en carámbano y granizo.
Las llamas danzan cruelmente mientras asuelan y engullen - una a una, como regodeándose en la masacre - cada página de sus manuscritos y cartapacios. Nada le queda, nada le sobrevivirá. Mientras disfrutan del calor de sus palabras quemadas, los soldados beben su vino, los monjes comen su salazón, y el inquisidor papal sigue arrojando hojas a la hoguera, desprendiendo a la vez odio y miedo en cada extirpación.
Nada quedará de él, pues. Mañana por la noche arderá aquí mismo, en este fuego helado, este hielo abrasador. Y su existencia será silencio, humo, ceniza. Olvidado de todos, arrasado por la historia y la infamia, se consuela pensado que las cenizas de sus páginas, sus libros, sus frases, sus versos, acogerán amorosamente las de sus huesos y sus humores y su carne para esparcir por el mundo su voz muda, su grito silencioso, su humilde verdad olvidada, su honesta contribución a la nada.

De la imagen: http://floredo.wordpress.com

4 comentarios:

Carso dijo...

Carlos, leyéndote tengo la sensación de participar en la construcción de un gran mecano. piezas pequeñas, de distintas formas y colores, pero todas precisas y exactas, contribuyendo a construir un artilugio-universo de microficciones.

Unknown dijo...

Jo, me has sonrojado, tío. Gracias, muchas.

R.P.M. dijo...

Esto es la nada perfecta. Casi un limbo mágico. Guay tío.

paula dijo...

Guauu!! que pedazo oximorón cocinado con lenguas de fuego...el humo se expande por los adentros y nada.
Un abrazo.