lunes, 31 de enero de 2011

El paro como monopolio


Por Ester Astudillo
en la semana temática del paro


Me pregunto cuándo dejamos de sorprendernos aquí, en nuestra patria chica –cada cual en sus exactas coordenadas- por la inagotable presencia de indigentes habitando las calles. El ‘objeto’, por decirlo en términos lingüísticos, existió mucho antes que el nombre con el que hoy los conocemos: hubieron de pasar años y un proceso de apropiación del anglicismo, traducido literalmente sin gracejo alguno, para que los ‘sin techo’ empezaran a poblar las noticias de diarios y televisiones. El romántico concepto decimonónico de ‘pobre’ había quedado obsoleto, o al menos resultaba a todas luces insuficiente.

Muy a principios de los noventa, una docente universitaria del país explicaba como anécdota que en sus estancias académicas en las urbes norteamericanas jamás se había podido acostumbrar a esa presencia molesta y acusadora que, paradójicamente, resulta invisible para buena parte de conciudadanos, y que se había permitido defender ufanamente la superioridad de su patria –cuanto menos en eso- porque allí –o sea, aquí- hasta entonces ese fenómeno era inexistente. Probablemente aquel comentario vino motivado porque la indómita presencia en las calles empezaba ya a dejarse notar aquí también, más bien más que menos.

De eso hace ya dos décadas cumplidas, años que coincidieron con los últimos coletazos de la crisis de los ochenta, la ilusoria promesa de creación de los famosos 800.000 puestos de trabajo de Felipe González –el paro rondaba el 20%, como ahora, pero desentonábamos en la recién estrenada Europa de los 12; ahora continuamos desentonando, claro... pero por otros motivos- y el despegue para la gran burbuja de gilipollez-especulación-bonanza que trajeron los gobiernos Aznar del 96 en adelante. De aquellos barros vienen estos lodos.

Rajoy lo va a tener bonito para ganar las próximas elecciones, como bonito lo tuvo Zapatero aquel marzo de 2003 por razones sobradamente conocidas. Como lo ha tenido bonito Mas en Catalunya este pasado noviembre. Bondades de la alternancia política.

Post Scriptum: sin embargo, la alternancia forzada como consecuencia de la desesperación de los ciudadanos-votantes está destinada a desilusionar... y a fracasar. Fácil es para los aspirantes a políticos persuadir a los ciudadanos de un inminente mañana mejor cuando se encuentran estos sumidos en el valle de la desesperación, en que cualquier alternativa se ve necesariamente como clemente: uno no puede caer ya más abajo. Como es comprensible también la credulidad de los votantes, que fijan fetichistamente su necesidad de esperanza y de fe en el cambio político como efemérides celebratoria: revulsivo personal –al modo de la supersticiosa fe en el milagro de la lotería, renovada cada fin de año, y en tiempos de penuria aun más- y también revulsivo gregario. Pero tanto los unos como los otros se están engañando, a sí mismos y a los demás. Aunque claro está, eso a los políticos les importa más bien poco: nacieron ya cínicos. Con paro. Sin paro. Y todo lo contrario.

10 comentarios:

Bruno Jordán dijo...

Concuerdo completamente contigo, Ester. En términos periodísticos, yo diría que eres una excelente columnista. ¿Me lo podrías mandar para Alteridad junto con alguna foto elegida por ti que ilustre el contenido de lo que dices? Lo publicaríamos citando la procedencia de 7V, claro. Por cierto: hay en Alteridad una entrada muy reciente relacionada un tanto con lo que dices y con lo que hace la miseria cuando deviene en extrema desesperación. Beiji... :B)

Beatriz dijo...

Jaja, Bruno, en términos periodísticos soy una buena columnista. Bueno, eso viniendo de un periodista tiene mérito. Me preguntó qué seré en otros términos no periodísticos...

Gracias, Bruno. Keep in touch;)

Bruno Jordán dijo...

En otros términos no periodísticos mala, en el buen sentido de la palabra. Estoy seguro.

Beatriz dijo...

Eso no es lo que en términos filosófico-lingüísticos se llama una paradoja?

Bruno Jordán dijo...

Yo diría que, en tu caso, llega incluso a aporía...

Beatriz dijo...

Me lo voy a tomar a bien, o sea, como un halago... ;)

Carso dijo...

si me permiten alzar la voz entre tantas balas (de goma, claro, por eso rebotan), yo tb estoy de acuerdo con lo de buena columnista. tu post sorprende -no por la sal en la herida, o la certera puntería, acostumbradas en vos- sino por la temática (hasta ahora yo diría que has sido una escapista de 'lo social' por llamarlo así) y por lo llano de tu prosa, acostumbrados como nos tienes a tus peripecias léxicas.
aunque por motivos tenemos para tirarnos por un puente... que no nos gane el desánimo, que no nos roben la penúltima de nuestras sonrisas.

Mercè Mestre dijo...

I de "todo lo contrario" és del que s'alimenta la imbecil·litat de la tribu, que, pels segles dels segles, renova els seus papers d'imbècil amb estatus.

El cercle pervers sempre és el mateix: credibilitat-engany-sorpresa-desengany-esperança-credibilitat... I els de sempre, pocs, poderosos, "cínics" -com tu dius- esmolant l'agulla del compàs.

Beatriz dijo...

Bueno Óscar, siempre he tenido claro que me equivoqué de profesión. Yo quería ser... maquinista de la renfe... Y como segunda opción, controladora aérea... No pudo ser. Pero sí, escapista social tal vez sí me pega. Aunque tampoco tanto.

Vaig a veure si dono els papers de baixa d'una vegada. Tot i que de cínics en va el món ple...

;)

Anónimo dijo...

Es usted una quintacolumnista, que lo sepa. Vaya panfleto para leérselo a primera hora de la mañana! He tardado todo el día en digerirlo. Yo no puedo con estas gambas. Estoy demasiado acostumbrada a sanas lecturas en el Reader's Diggest, y claro, esto me ha sentado como un tiro después del cortado de máquina de la entrada del seminario (justo después de la tocada de culo del hermano conserge).
Miren, Dios pueso a los pobres en este mundo para que se ganaran el cielo a su manera, y también para que los ricos o los medianamente ricos tengan la posibilidad de hacer alguna buena obra. Ya ve, todo tiene sentido, el mundo es un gran círculo donde todos los puntos sirven para unirnos a todos nosotros en una línea de necesidades. Usted no lo ve porque es una descreída, pero esos pobres encuentran en Dios la respuestas a sus deseperadas preguntas, y al fin ven que su vida tiene un sentido.
Antres de escribir otro panfletito de esos, léase la Biblia y verá que bien!
Sor Renun