Por Carlos Rull
Y tú te irás, y se quedarán los cuervos graznando, flores de plumas negras. Como las del sombrero absurdo y enternecedor que llevabas aquel carnaval en que visitamos Italia y aprendimos el tacto del humo y la danza de las sábanas.
Y tú te irás, y se quedarán los cuervos graznando, flores de plumas negras. Como las del sombrero absurdo y enternecedor que llevabas aquel carnaval en que visitamos Italia y aprendimos el tacto del humo y la danza de las sábanas.
Y te irás. Fantasma entre las sombras, sombra entre la lluvia. Como las gotas de limón con que adornabas los gin tonic o el aceite de té con que nos derramábamos hacia el deseo, te deslizarás lejos de mí.
Y tú te irás, y se quedarán los árboles mudos de este pétreo páramo. Te llevarás contigo las hojas del calendario, las agendas de caricias, los mapas de risas, y me dejarás en los huesos, calvo de asombro, mudo de olvido, blanco de pena.
Y tú te irás, y yo me quedaré solo, sin sombrero, sin gin tonic y sin mapas, bajo esta lápida gélida en la que ahora depositas un ramillete de lágrimas.