sábado, 3 de marzo de 2007

¿Dónde está, Andreu Buenafuente?

Por Ruben Garcia Cebollero
rgarciaceb@uoc.edu

Cuando el otro día Santa Renfe volvió a hacer otro de sus milagros con el tiempo, pensé ¿dónde está Andreu Buenafuente? No tenía nada que ver con que muchos estén convencidos que yo soy el Follonero, sí, el que sale en la foto junto a Andreu.

El caso es que volvía a viajar enlatado como una sardina, en un tren que otra vez llegaba con retraso, iba o volvía, que lo mismo es, y pensé en el poco humor que nos queda. A no ser que seamos políticos que, entonces, parece que las gilipolleces y estupideces además de gratuitas hasta consiguen hacernos reír. Si alguien se las toma en serio que vaya pidiendo hora en Sant Boi.

Nos cuentan la película que es un sabotaje catalán para que los Cercanías sean traspasados a la Generalitat. Una estrategia infalible para justificar la falta de inversiones y la desorganización. Para culpabilizarnos a nosotros, usuarios, por querer tener unos buenos servivicos. Por pagar unos servicios que son los que tenemos, sean buenos o no. Y si encima la gente protesta como puede, o como se le ocurre, que tampoco es que vayamos sobrados ahí está Mister Bean para poner algo de humor.

El otro día almorzando con un amigo escritor en pleno corazón de Barcelona, nos preguntábamos qué podemos hacer los usuarios para protestar, y desde aquí lanzo la pregunta, sin recurrir a la violencia gratuita ni la estupidez de quienes se pelean por gobernarnos. A la gente de a pie no nos importa qué nos prometan, estamos cansados de escuchar mentiras, sea en el idioma que sea, de escuchar que nos quieren, que aman a la patria y cosas peores. Algunos hasta dicen que son verdes. Y verdes habría que ponerlos con la verdad sobre la mesa. Con los sueldos sobre la mesa y la política diaria sobre la mesa.

Volviendo a Buenafuente, y al Follonero, a ambos dediqué un cuento en mi libro "Todo el tiempo del mundo", y aquí me gustaría poner voz de Umbral con Mercedes Milà, y aquello de yo he venido aquí a hablar de mi libro y aquí no se habla de mi libro. Esos cuentos que pocos han podido leer, ya se sabe que en las editoriales es mejor apostar sobre seguro, están cargados de la ironía que eché de menos hace unos días, cuando en medio del calor y los efluvios humanos, volví a comprender la metafísica de las sardinas, en vivo y en directo.

Y en uno de esos largos instantes en que apretujado de tal manera que haga lo que haga el tren, es seguro que no vas a caer, me pregunté ¿dónde está Andreu Buenafuente? ¿No merece la RENFE el mejor monólogo que se haya escrito o improvisado nunca? También pensé que el próximo miércoles, el 7 de marzo, vuelvo a impartir el taller de escritura creativa, si Santa Renfe me lo permite.

Después de todo, si no encontramos formas de expresar hasta donde nos tienen con los trenes, nada cambiará. Bueno, y aunque encuentren formas nuevas de manifestarnos siempre habrá alguien que justifique las ganas que tengo, quizá para Sant Jordi, de ponerme una camiseta con el lema: "Yo no soy el follonero".

1 comentario:

R.P.M. dijo...

Bueno Rubén, si la RENFE no te engaña, porque el acrónimo te lo dice todo: Reunión de Enlatados Felices. Así que, sonríe: mañana será un gran día.