viernes, 20 de abril de 2007

El arte y las bacterias

Por Iván Sánchez Moreno

Que el arte está de crisis es una verdad callada a voces. Con todas las fronteras quebradas, cuando hoy se confunde el todo-vale con el no-vale-para-nada, el arte sufre una esquizofrenia atroz y un sentimiento de culpa más gordo que el culo de un mandril. Llegados a este punto, el arte necesitaría un cambio de paradigma, como apostillaba Kuhn al respecto de las ciencias. El problema, sin embargo, es que los paladines de hoy reniegan a ser los últimos de la fila y van alargando el tránsito en un limbo infinito: por eso, los movimientos más novísimos del arte –los post-, neo-, ultra-, etc.– se van sucediendo unos a otros hasta agotar los prefijos del diccionario. ¿Cuándo será entonces el punto cero del cambio? Desde luego, eso se mide retrospectivamente, y no con la invención de nuevas categorías y etiquetas.
El resultado es, al final, que hay más conceptos que palabras y más discursos que ideas. Cuando los artistas deberían adoptar el rol de intelectuales y de productores del saber, optan en cambio por el de meros encargados y reproductores infértiles de un arte lacio que es pura fotocopia del anterior, pero esta vez a todo color y en papel satinado. El celofán que envuelve el pensamiento vende más que el contenido. Así, los panes y los peces de barro del altar de una catedral colman de mayor éxtasis a los (in)fieles que la cruz que pende del techo. Carente de significado, el sentido del arte queda relegado al inocente placer estético de un póster pop-art del Che Guevara: convertido el ideal en producto de marketing, la fuerza de aquél se templa y se amilana, hasta desaparecer.
El arte, despojado de su potencial peligrosidad primera, se domestica y se subvierte al nivel de simple objeto estético, arrancado de su contexto real (psicológico, histórico, social, funcional, moral, político) y a su significación primigenia. Quizá sea ésta la única salida del arte moderno, que de tan efímero e impotente como es, muere tan pronto como nace. Sospecha que la intensidad del aplauso no asegura la gloria del mañana, y ansía indisimuladamente la condescendencia (y el aval, que ya son duros) de la institución y la academia, de los expertos y coleccionistas, del público, en fin, más desmemoriados.
Ya lo advirtió Stephen Jay Gould, aunque el paleontólogo jugara en otro campo: los seres vivos más simples y antiguos –las bacterias– son los que mejor se adaptan a las condiciones más variadas y extremas. Por eso, el arte clásico no envejece nunca, aunque por contra quede anquilosado por la eternidad. El conservadurismo es la alternativa exclusiva a la caducidad y el ocaso. ¿Para qué seguir progresando, pues, si la repetición de los cánones promete más réditos a la larga que el esfuerzo infructuoso por salirse de los márgenes? Incluso Picasso volvía regularmente a los viejos maestros. Para ir hacia delante conviene beber del pasado. No por mantener todavía su fuerza al imprimirse en una camiseta una obra va a sobrevivir al paso inexorable del tiempo. Si el arte se resiste a morir, es que no es arte; el arte de veras, por el contrario, es el que abre ventanas al futuro mirando al pasado preocupándose pro el presente. Todo lo demás es historia (o estética).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has hecho recordar una anécdota muy divertida y aunque no se si viene a cuento,es Viernes con bula de finde.
Unos compañeros, matrimonio pedagógico y geniales por su absoluto contraste ideológico, estético ,educativo e incluso con trayectorias humorísticas diferentes…que se resistían, según ella ,a base de tilas y cumplimientos del mandato divino(le hacia una propaganda estupenda),según el, porque le divertía enormemente ,siempre se alegraba cuando se iba de casa, dejándole tiempo libre, y nunca le dolía la cabeza.
Un día ella rebosante de cabreo, me confesó la última de su marido…Mira Paula, me he arreglado durante horas, incluso me he maquillado y me he puesto tacones, cuando le he preguntado a José ¿Qué te parezco?, me ha contestado: UNA AMEBA.
Ojala ¡! lea tu articulo y considere el poder de las bacterias( los protozoos ,también pueden tener su oportunidad)….el, en el fondo, era un romántico (je,je).
!Buen finde!.

Carla dijo...

Vaig tenir un profesor d'hermenèutica EXCEPCIONAL (de fet, vaig fer sis assignatures amb ell de tant que m'agradava) que ens explicava el pas produït a Grècia d'intercanvi a mercaderia, sent un pas el desenvolupament del qual ha anat evolucionant en la història; és a dir, Grècia va encetar el canvi i la història l'ha desplegat.
Doncs bé, la idea és simple: en l'intercanvi hi ha les coses intercanviables i les coses que mai no entraran en tal intercanvi, com per exemple allò humà, allò religiós, allò cultural, allò artístic en definitiva... I en la mercaderia es trenca el principi d'intercanvi i resulta que TOT és intercanviable, és a dir, que deixen d'haver coses 'sagrades'. Avui en dia estem en la màxima expressió d'un fet començat 2500 anys enrera a Europa. Crec que això és el que li passa a l'art i a tot producte de la sensibilitat.
Una pena...

Gogus dijo...

Els cony de grecs la van liar... com sempre. Van fer el maleït salt de lo qualitatiu a lo quantitatiu, en resum: amb l'intercanvi hi havia coses que quedaven fora del tracte; però amb el salt a la mercaderia, a allò quantitatiu, tot es susceptible de ser reduït a moneda, i per tant, tot té un preu. Si s'haguèssim limitat a doner-se pel c..., una de les coses per la que sí eren realment éssers de mentalitat superior a la nostre, res d'això hagués passat.

R.P.M. dijo...

Creo que estamos en una época más superficial que profunda, y por supuesto más comercial que nunca. Desde luego, mal lo tiene el arte. que es utilizado y mercantilizado como tantas y tantas otras cosas. Pero siempre habrá alguna voz que se alce contra ello. Que no se pierda esa voz.