domingo, 27 de mayo de 2007

LA NIÑA MALA

Por Rufino Pérez

Siempre es bonito echar un vistazo al pasado y recordar sin nostalgia lo que fueron otros tiempos, “O tempora! O mores!” Aquellos tiempos de los moros –con perdón y sin ánimo de racismo-.

El caso es que en uno de los casuales encuentros en los que el ojo se fija en esas publicaciones que suelen vender pegadas por parejas en aparatosas láminas de cartón, he encontrado una acerca de los manuales usados en la educación de antaño, que, al menos, ha despertado mi curiosidad.

Se trata de la Cartilla moderna de urbanidad (para niñas). Casi nada. Con ese título que me llegó al alma, primero sonreí, pero después me lancé a la compra.

El librito es un facsimil publicado por la editorial F.T.D. en 1929. Según reza en el interior de la portada, esta editorial es una “Casa editorial consagrada a la mayor dignificación del libro escolar”. Con el famoso “nihil obstat” del censor D. Jaime Pons y el “imprímase” del obispo de Barcelona.

Pero bueno, vayamos al grano. Está claro que primero hay que distinguir entre niños y niñas. No es lo mismo, aunque si echamos un vistazo a la cartilla para niños –que también existía- los consejos son los mismos aunque adaptados a ese punto de “diferencia genética” que hay entre ambos sexos. En realidad ambos manuales son una proeza de adaptación y negocio editorial. En muchos casos e ilustraciones, basta poner un niño donde hay una niña y el ejemplo sirve exactamente igual.

¿Y qué hace una niña mala?

-Escoge el asiento que más le gusta, hace el ridículo y da disgustos a sus papás. (bien mirado, una niña todavía no tiene el sentido del ridículo muy interiorizado y es normal que su natural inclinación le lleve hacia el sitio mejor, aunque luego se dará cuenta y seguramente lo cederá al albuelito. Pero lo de dar disgustos, eso sí es malo, pero malo.)

-Ríe de los defectos del prójimo, es cruel y además comprometedora. (hombre, ¿a quién no le ha hecho gracia alguna vez ver pasar a uno gordito, feo y glotón? Lo de comprometedora ya me pilla un poco más allá, porque la niña no sabe todavía guiñar el ojo al pasar, así que no sé el tipo de compromiso. La ilustración tampoco lo aclara.)

-Se enfada y pone mala cara si la reprenden, aunque sea con mucho motivo. (para fiestas está una cuando le echan una reprimenda.)

- Hace cosas muy feas y repugnantes que disgustan a personan dignas de respeto (Atención, para mentes calentitas: la ilustración muestra a una niña tierna y con carita de ángel, de pie en el salón ante los abuelitos, él con monóculo y perilla, y la niña en cuestión poniéndose el dedo supuestamente en la nariz, porque no está claro, pero para que resulte repugnante tiene que ser en la nariz.)

-Anda tiesa y presumida llamando la atención por su caminar extravagante. (parece ser que las niñas bien debían andar con cierto aire de jorobadas.)

- Se emboba fácilmente ante cualquier cosa y se detiene en la calle. (dibujo de niña delante de un escaparate de una tienda de bolsos, muñecas y otras chucherías. Angelito.)

-A veces con otras niñas tan casquivanas como ella, molesta a toda la calle. (cinco niñas con su modelito de falda plisada, cogidas de la mano y que parece ser, no dejan pasar a los que vienen detrás. Casquivana dice, terrible, malísima, una arpía habría que decir.)

-Prolonga el juego aunque sea con perjuicio y en detrimento de sus obligaciones. (y nuestras madres nos tenían que llamar hasta cinco veces antes de que entráramos en casa. Qué malos éramos)

- Pierde mucho tiempo cada día porque se entretiene y distrae en cualquier cosa. (de malos y malas se nutre la ESO.)

Bueno, echadle un vistazo al libro si tenéis ocasión, se pasa un buen rato. Es de esas lecturas profundas y reflexivas que abren la mente a cada paso. Los ejemplos de lo que hace la niña buena, no es necesario ponerlos puesto que se infieren por contrarios. El librito no tiene desperdicio, por lo que dice y por lo que calla, por las ilustraciones y por ese punto de referida historia reciente que nos hace contemplar el paso del tiempo desde otro ángulo.

Hay un estudio del catedrático Jean-Louis Guereña que ha reunido unos cuantos de estos manuales en una antología titulada Alfabeto de las buenas maneras, editado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, que comenta la vigencia y uso de estos manuales en una doble dirección: como libro escolar y como libro de lectura. Es decir, que los niños y niñas de principios de siglo y más adelante, ya que los manuales se reeditaban sin apenas variar una coma hasta llegar a nuestros padres, aprendían urbanidad por todos los lados.

Los antecedentes de todo esto, asegura Guereña, se encuentran en Erasmo de Rótterdam con su De civilitae morum puerilium libellus de 1530. “Se considera hoy que este tratado introdujo plenamente en la civilización occidental el nuevo concepto de civilidad como ideal de perfectibidad social y fase de desarrrollo social frente a la barbarie y a la ignorancia”, comenta Guereña. Pues qué bien.

Yo me quedo con Travesuras de la niña mala, que es un libro que me gustó mucho y deseo fervientemente que el equipo de Zapatero no se haya enterado de la existencia de estos manuales a la hora de redactar los principios que regirán la asignatura de Educación para la ciudadanía.

Hasta la semana que viene.

Eróticamente vuestro,

El autor.

2 comentarios:

ivansan69@latinmail.com dijo...

Sólo faltaría añadir una entrada como "Como toda niña mala, presume de la sangre de Lilith, y provoca a los adultos lascivos con su indecorosa actitud la lujuria exacerbada de los pobres hombres de débil corazón y caídos en la rémora de los bajos instintos carnales. Y como tal, debe ser justamente castigada". Supongo que un extracto así hubiese sido del grato agrado del obispo censor. Por desgracia, no ha cambiado tanto la mentalidad social.

Unknown dijo...

Pero, entonces, ¿malos somos todos y todas? Y yo sin confesarme. Zapatero y la "Educación para la ciudadanía" nos protejan.

"La culpa es de los padres, que
las visten como putas", Santiago Segura dixit.