domingo, 7 de octubre de 2007

INTEGRACIÓN, MULTICULTURALISMO, EDUCACIÓN.

Por Rufino Pérez

A aquella niña, nadie le ha dicho que es un ser humano. Nadie le ha dicho que tiene los mismos derechos que el resto de los mortales. Nadie le ha dicho que tiene que luchar por esos derechos y tiene, tal vez, que ganarlos en esa lucha.

A aquella niña le han dicho que la mujer ha sido creada para la maternidad. Y que la mujer perfecta es aquella que se prepara para servir al marido. Que su existencia se limita a ser la sombra de un hombre al que nunca podrá igualar en derechos y en libertades.

Y aquella niña ha aprendido a mirar el mundo desde ese lado. Porque nadie la ha llevado a otra orilla desde la que se pueda ver algo diferente. Y está contenta con su personalidad porque es una niña. Y cuando llegue a mujer, y sirva al marido, y sea su sombra, estará contenta y orgullosa porque nadie le podrá decir que no haya cumplido con lo que le asignaron. A no ser que en el camino de niña a mujer, alguien la tome de la mano, le sonría y le diga humildemente que hay otros caminos, que hay otra manera de cumplir y realizarse como mujer y que hay mujeres y hombres que trabajan mano a mano, con unos mismos deberes y derechos, para construir un mundo cada vez más igualitario en medio de todas las posibles diferencias.

A esa niña –que en su día pudo ser la española de los años 40, la del servicio social y carabina cuando salía de paseo- no le explicaron bien que un símbolo sirve para reivindicar una postura, una ideología, cuando se ostenta ante los demás. Y que hay símbolos que mejor guardarlos en el desván.

Si de verdad queremos construir un mundo en el que todos podamos caber, habrá que apretarse un poco porque somos muchos, pero lo que no tendremos que hacer nunca es bajar la cabeza ante los que más empujan. Un poeta amigo mío, dice entre sus versos:

i mires a l’euribor com el pagès que espera

un temps benèvol i una pluja cauta

incapaç d’aixecar el cap d’aquesta xarxa

plena d’ídols daurats.

Y la verdad es que hay que hacer mucho esfuerzo para mantener siempre esa cabeza fuera de la red. Pero no debemos dejar de intentarlo. Al menos, cuando se trata de niños, de proyectos de persona que un día serán mayores y conocerán, o al menos, tendrán la capacidad de comprender los significados de los símbolos.

Y ahí están, los de siempre, los sufridos maestros –de escuela o de instituto- que deben creer en su función –sin ser unos creídos- y soportar a la opinión pública, siempre atenta a la diferencia en los períodos vacacionales, y contemplar a esa grey que cada día tenemos delante como el material que depende de nosotros en la fuerza que les demos para sacar la cabeza de la red. Y si a esa niña nadie le ha dicho lo que significa un pañuelo sobre la cabeza, que venga a la escuela sí, pero para escuchar una y otra vez que puede ponerse los pañuelos que quiera, pero sabiendo por qué se los pone. Hay prendas que dejan de serlo cuando se usan. Y lo que tal vez hay que hacer es que caigan en desuso porque ya nadie las utilice. Y eso no lo voy a conseguir yo que no utilizo pañuelo, tendrán que ser ellas mismas. Cuando hayan terminado la escuela y hayan aprendido.

Y todavía hay gente que envidia a los maestros por sus vacaciones.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Como siempre, compañero, aciertas de lleno en el centro de la diana y lo haces con estilo, elegancia, buena letra y mejor palabra. Nosotros a lo nuestro, que es transformar materia ignorante en ser pensante, y el que critique, que hubiera escogido susto.

Anónimo dijo...

Me sumo a la opinión del compa y a pesar de los pesares,con el pañuelo pa los disgustos trilingües...me pido el comodin del público,tiene las mismas vacaciones je,je.
Gracias mestre...los "gogos" necesitamos fe,no palabras,de esas nos sobran.

Carla dijo...

Senzillament, preciós. Gràcies, Rufino, per tenir aquella sensibilitat masculina que fa que la dona se senti compresa i respectada. Aquesta sensibilitat és la pròpia de la gent excepcional, tipus Bergman o Stendhal...