miércoles, 24 de octubre de 2007

Sensibilidad.

Por José G. Obrero.

El fotógrafo encendió otro cigarrillo y se sentó en la butaca desde donde observó con angustia su cámara réflex y el resto de complementos esparcidos sobre la mesa. Desde la última exposición, de la que habían transcurrido seis meses, no había hecho otra cosa que capturar imágenes que no le interesaban. Para colmo su mujer había decidido que se hiciesen reformas en la casa precisamente esos días en que él necesitaba pensar cómo salir del bloqueo. Tomó su cámara y le incorporó lentamente el flash y el objetivo y se dedicó con apatía a fotografiar al albañil que tomaba medidas en la ventana. El albañil se giró bruscamente.
-¿Le molesta que haga fotos? Son sólo pruebas-.
-No, no. Haga lo que quiera. Yo estoy en mi trabajo. A mi también me gusta hacer fotos cuando voy por ahí.-
-¿Ah sí? Ya, claro-
-Sí, me gusta fotografiarlo todo: la gente, las calles, los detalles. Mi mujer se enfada porque nos tenemos que parar cada dos por tres.
-(...)
-Tiene una bonita vista desde aquí. Nunca he estado en una casa desde donde se vea el mar tan cerca.
-Sí, no me puedo quejar. Cuando llega el verano se agradece bajar a la playa.
-Bueno, usted perdone, sigo con lo mío. Después me espera otra casa.
-Claro. Continúe. Ustedes están siempre ocupados. Trabajo no les falta.
-No se crea, desde que han llegado gente de fuera que lo hace casi gratis, el trabajo comienza a flaquear.
-¿Gente de fuera. Se refiere a los inmigrantes?
-Sí, vamos. Llámelo como quiera. Así es.
El fotógrafo decidió no contestar. Volvió a encenderse otro cigarrillo y comenzó a pasear por la habitación observando sus fotografías que colgaban de las paredes. Siempre había habido una búsqueda sutil de los colores. Un equilibrio que sólo encontraba en la espontaneidad. Hacía años, décadas que no se separaba de su cámara para sorprender una acción llena de colores y líneas. Intensos amarillos y azules que se dividían por igual en perfecta armonía allá donde una niña acababa de recoger un gato; verdes y rojos en el preciso instante en que un vendimiador volcaba un racimo en una cesta; y su última etapa, en que utilizaba la agresividad como soporte para esta idea: naranjas y rojos en la matanza del cerdo de una aldea cercana. Se estremecía al contemplar la perfección que había alcanzado en las últimas series. Pero, ¿qué hacer ahora? ¿Por dónde continuar o comenzar? Llevaba meses obsesionado con estas preguntas que no conseguía responder. De repente un grito del albañil le arrancó de sus cavilaciones:
-¡Abajo, hay gente ahogándose en la playa!
El albañil se precipitó escaleras abajo y pronto pudo verse por la calle corriendo en dirección a la playa. El fotógrafo reaccionó, tomó su cámara y fue tras él. El albañil se desnudó y se metió en el agua donde podían verse restos de una barca y los cuerpos flotando de cuatro personas. Entonces, el fotógrafo sacó su cámara, ajustó el objetivo y disparó una y otra vez. Qué verdes, pensó, qué azules cortados por la línea del horizonte, qué volúmenes marrones y ocres. Y lloró.

10 comentarios:

Gogus dijo...

Mmmm, molt interessant. I ara em faig una pregunta: què és el que fa plorar al fotògraf? És per una profunda comprensió de la vitalitat de les coses o, al contrari, pel seu allunyament d'aquesta?
Espero respostes...
Marc

Gogus dijo...

Mmmm, i una altra pregunta: ¿plora per les persones amb més consciència que ningú, o ho fa per les imatges?

José García Obrero dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Hola Marc:
No puedo contestar a eso, no sé qué se le pasó por la cabeza. Pero te puedo dar alguna pista, ¿recuerdas la polémica fotogafría de Kevin Carter con una niña sudanesa moribunda y un buitre al acecho? Tú decides. En cualquier caso, leí en un artículo de Félix de Azúa que un amigo suyo fotográfo le enseño su obra: una niña hecha pedazos y que este se limitó a decirle: ¿has visto qué colores?
Un saludo, Marc.

José G. Obrero.

Gogus dijo...

Suposo que si només es pensa en clau de colors i formes, per molt artista que un es cregui, sap tan poc de la vida com el científic que només ho fa en clau d'àtoms i forces mecàniques. I també suposo que si algú mereix realment el títol "d'ésser sensible", hauria de ser aquell que veu i integra els colors amb la pena, les imatges amb els sentiments, i la contemplació amb el compromís.
Apa, fins ara.
Marc

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, y esto es lo que pretendía explicar. Detrás de mucho "artista" se oculta una incapacidad total de empatizar (aunque sepa imitarla) y detrás de gente con discurso desordenado y ambiguo por ignorancia, hay una inteligencia social o emocional que lo dignifica por encima de todo.
Hasta pronto.
José G. Obrero.

Gogus dijo...

Llàstima que com passa amb la intel·ligència, els diners o el seny, la sensibilitat també estigui tan mal repartida entre els éssers humans, siguin aquests artistes o prosaics.
Però no ens afligim, "que no hay mal que por bien no venga".
Fins ara,
Marc

Anónimo dijo...

Está tan bien contado,incluso coloreado,que,por un momento,me entraban ganas de llorar de rabia al imaginar la dantesca escena.Luego,por deformación profesional,pensé:!que jodido es ser fotógrafo y ciego!...mas tarde:la mejor reforma el DIVORCIO,me quedo con el albañil.
Nuevamente encantada de escucharte.

Anónimo dijo...

Paula, en el otro post no te contesté, pero sería injusto que no te dijese que tus comentarios, más que escritos suenan como un stradivarius y, caray, ¡te suben la moral por las nubes! Nuevamente encantado de leerte.
José G. Obrero.

R.P.M. dijo...

Es dudoso que exista un personaje, un artista, cuya sensibilidad sólo se limite a los colores. Yo encuentro en el llanto la fatal sensación de quien no tiene el arrojo suficiente y se agarra a su cámara como el clavo que le ata al mundo que él domina. En fin, a veces los comentarios cierran el texto de manera distinta a como quedaría si cada uno se lo quedara para sí. Pero, es bueno este intercambio de ideas. Muy bueno. y el texto, magnífico.