domingo, 9 de diciembre de 2007

EL OTRO BARRIO

Por Rufino Pérez


Si supieras que ibas a morir en los quince minutos siguientes al próximo suspiro, ¿qué harías? Seguramente no suspirar más.

Bueno, parece un chiste, pero hay gente que se lo toma muy en serio. También es verdad que no es lo mismo respirar que suspirar.

Si lo anterior se aplica a quien pasa toda su vida entre suspiros, ese personaje hipocondríaco que todo lo ve mal, para quien no hay una sonrisa que ilumine su paso por la vida, lo cierto es que el efecto de la curación –el no suspirar más- llevaría a curar, por extensión, su hipocondría. Y eso sería todo un milagro.

Pero, hay gente nada hipocondríaca, sino muy activa, que se toma eso de ¿y si me muero mañana, qué?, para desarrollar una hiperactividad, una excesiva carrera sobre el tiempo, o también para restar valor a lo trascendente y atreverse a transgredir la norma: por ejemplo, comprándose un caro capricho que como llegará a mañana sin morirse, tendrá que pagar con el dinero que supuestamente iba a destinar a otro fin –suponemos que mejor que el anterior-.

Pues yo me quedo con éstos, ¿qué quieres que te diga? Lo que va delante, va delante. Y la trasgresión tiene su encanto.

Y ahora, situémonos entre uno y otro; pensemos que es verdad que la vida, nuestra vida que pende de un hilo, no es nada. Seamos capaces de morirnos ahora y mirar desde nuestro lado del ya fenecido, los últimos quince minutos de nuestra vida. Seguramente serían poco ilustradores lo de que ésta ha sido. Y junto a esos quince, tal vez unos cuantos miles más de otros minutos de nuestra vida. Y posiblemente, sólo nos definiríamos por un par, tres a lo sumo, de cortas secuencias de eso que llamamos “nuestra vida”. Como la esencia que queda al final del alambique depurador.

No. No es que me quiera morir, ni que sea hipocondríaco, ni tampoco que me haya muerto –una de las buenas cosas de la literatura es que puedes morir sin dejar de respirar- sencillamente, me ha dado por pasear un poco por ese “barrio” al que se van los muertos –por cierto, la idea del barrio me la ha dado Juan José Millás- y dejar que la vista se vuelva hacia este otro barrio. Lo que he visto, bueno, han sido muchas cosas, pero tal vez y hasta que me vaya de nuevo al “barrio de los muertos”, lo que voy a hacer es fabricar otro beso acorazonado de los que desde allí he podido notar el efecto que tienen. Feliz viaje.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por volver y contarlo con ilustraciones de nostalgias .Me ha encantado recordar Barrio Sesamo y como explicaban, clara y magistralmente, Epi y Blas, los conceptos básicos espacio temporales con el mejor de los lenguajes :el de la inocencia.
Aunque genial tu paseo sideral, menudo suspiro de alivio que hayas regresado ,querido compa, es mas chulo viajar en buena compañía.
Un beso para ir acorazonando y de pegamento un abrazo.
PD)¿Que se lleva esta temporada?...o, como siempre ,es eterna primavera.
He de hacer maletas,menos mal que son tridimensionales je,je.