Por Andrés González Castro
Es increíble, pero hace solo una semana que todos andábamos locos con la Navidad y, ahora que ya ha pasado, su sola mención parece invocar algo lejano, remoto, jurásico, diría siguiendo la moda hodierna. Sin embargo, voy a hacer por esta vez tan solo como que no me interesa la actualidad y comentaré cosas sobre el acontecimiento.
El genial Armando Luigi, escritor venezolano que después de una estancia en Barcelona quizás demasiado larga se ha ido por fin a París, escribió hace años un poema navideño que os recomiendo vivamente. Doy fe de que me acuerdo de él –del poema– cada vez que me veo atribulado recorriendo el enésimo centro comercial o tienda o supermercado por estas fechas. Pongamos que son quince. Desde el punto de vista de mi santa seguro que son pocos, pero desde el mío son demasiados. Y es que la política nos ha enseñado que incluso la estadística es susceptible de opinión.
¿Qué es lo que agota de estas fechas? La repetición, el eterno retorno. Para los que vivimos en el mismo continente que los padres, es relativamente frecuente ir a su casa. Lo malo es que no vamos en Nochebuena y Navidad. Para quien desconozca las costumbres catalanas, hay que decir que la primera de ellas aquí antes no gozaba de predicamento. Pero las sucesivas oleadas inmigratorias han llevado a la tragedia de que se celebren las autóctonas, San Esteban y Navidad, y se les añada el 24. Por estos pagos, pues, se procede por acumulación, de modo análogo a como en las interminables sobremesas se alivia uno de la pesadez de los platos previos con la ingesta de un polvorón. ¿No querías caldo navideño? ¡Pues toma tres tazas! Ojo, que a los tres días cumbre hay que sumarles sus aledaños: el 31 de de diciembre, el 1, el 5 (cabalgata) y el 6. ¿Y quién no celebra un par de cumpleaños por estas fechas tan entrañables? Por si no fuera poco, muchos padres empiezan a celebrar el adviento, me imagino que coartados por los colegios de sus retoños.
Por lo que respecta a los regalos, se debe considerar a quién encomendarse. En un cuento de Pere Calders, “Reunió d’alt nivell”, recogido en el breve volumen que regalan las bibliotecas por estos días, Papa Noel y los Reyes Magos celebran una reunión para no hacerse la competencia. Y es que la rivalidad viene de lejos. Nuevamente, los catalanes en esto somos más que nadie: a las dos figuras en liza añadimos el tió. El año pasado propuse, con poco éxito, la celebración de una fiesta sincrética, multicultural y ecuménica (por poner otra palabra esdrújula) en que se celebrara el Día dels Tres Pares Tions. En Google hay 14 millones de entradas de la palabra tions y la cuarta es mi artículo, pero creo que la idea no ha cuajado. Lo que sí se ha visto este año en diversos sitios es cómo ciertos defensores de las tradiciones más genuinamente catalanas han optado por intercambiar muñecos de Papa Noel por tions, simpáticos troncos navideños a los que se zurra de lo lindo para que hagan las veces de dispensadores de regalos. ¿No sería sin embargo más acorde con el espíritu conciliador de este período, llamémosle vacacional, hallar una solución de consenso, más catalana, más por acumulación?
En espera de ver cómo evolucionan los acontecimientos venideros (¿existe forma humana de desembarazarse del 24 o del 26 de diciembre?; pugna a tres bandas entre el Papa Noel, el tió y los Reyes Magos), dejo al lector con los restos del naufragio navideño. Por cierto, que Feliz Navidad.
Aforismos del unicornio | 4
Hace 1 día
4 comentarios:
Tu artículo me ha hecho recordar que Cataluña y Aragón "comparten" una comarca de donde también se está exportando una tradición. Ahora, al final del belén de la plaza del Pilar, en ciertas horas, hay una tronca que "caga" chucherías para los críos. Pero, sólo hasta ahí hemos llegado. Todavía no he visto troncas en casas particulares o vendidas en las tiendas navideñas. Tiempo al tiempo. Porque si las Vegas van a llegar a los Monegros, más fácil con la tronca que la dejas caer desde arriba y ella solica llega a la capital. Feliz Navidad.
La tronca
Conocida también como zoca, tizón, troncada, toza o corniza de Navidad.
Costumbre europea preneolítica conservada en Aragón con dos variantes: "hacer cagar la tronca" en la zona oriental o "quema de la toza" en la occidental. Es un rito cuyo centro es el hogar-fuego donde la familia busca la prosperidad para la hacienda y para sus dueños.
Ah, he leído el poema de Armando Luigi. Le he dejado un comentario. Tiene fondo.
pues sí... tanto se invoca a la navidad que al fin llega... y por suerte se va... algún día te paso un poemita mío, con otro fondo... ahora no puedo que debe seguir siendo inétido... y además aún no han pasado los reyes magos y me sobra carbón;)
gracias, Andrés, por lo de genial, pero estoy seguro de que "lo mismo se lo dirás a todos"; aún espero tus correcciones ortográficas, y más noticias sobre el crecimiento del heredero de los premios comarcales
rpm (revoluciones por minuto?), leí tu comentario, me dio gusto (casi nadie deja comentarios en mi blog, no sé por qué, supongo que al no tratar temas serios...). No sé si el poemita tenía alguna verdad, pero por lo menos es navideño
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