Por Rubén García Cebollero
La Constitución española cumple hoy 30 años. La estudié en la carrera, la estudié en las opos, la he enseñado a mucha gente que se preparaba opos, he hablado de ella en apuntes, y ahora me dispongo a hacer un ejercicio de "reconstitución".
Sí. Reconstituir la memoria. La que algunos califican de histórica. La que quiero calificar de "hipócrita", que es lo que es. La foto que acompaña al texto es del día en que el Ayuntamiento de Barcelona desalojó la primera fase de las casas baratas del Buen Pastor. Mi abuela es una de las afectadas, la única que no ha sido realojada.
El artículo 47 de la Constitución dice que todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, y regularán el uso del suelo de acuerdo con el interés general para imperdir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de las entidades públicas.
De entrada, un principio no es un derecho. Así que lo que la Constitución propone es que los políticos tengan buena voluntad, y la práctica demuestra que no tienen ni vergüenza ni memoria ni dignidad. Lo demuestran los casos de corrupción, el terrorismo, las cifras de paro, las luchas entre partidos. Lo demuestran los policías ahogando a un ciudadano, como a cualquiera que se queje ante el ejercicio del poder. Que nadie olvide que lo legal no tiene porqué ser justo, ni lo justo porqué ser legal.
Y lo curioso es que esos mismos policías que aplacaban las quejas de los ciudadanos se manifiestan en contra del alcalde de Barcelona, por motivos laborales. La Constitución (28.2) reconoce a los trabajadores el derecho a la huelga para la defensa de sus intereses.
El artículo 2 de la Constitución garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y de las regiones que integran España y la solidaridad entre todas ellas. ¿Las nacionalidades no son naciones?
El Estado social y democrático de Derecho que consagra el artículo 1 de la Constitución Española propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
30 años de mentiras. ¿Somos libres? ¿Es justa España? ¿Es igual para todos y todas? ¿Es plural? El artículo 3.3 dispone que la riqueza de las diferentes modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.
30 años de mentiras. 30 años de imponer la violencia del Estado bajo la coarta de la ley. 30 años de paz para esconder el miedo. 30 años para que un constructor del País Vasco pueda ser tiroteado y un partido que representa al pueblo, o cree representarlo, no condene el asesinato y aquí no pase nada.
Y no lo digo ni de acuerdo ni en contra de ningún partido o ideología política. Lo digo desde la memoria de los derechos fundamentales que recoge el artículo 10 de la Constitución: la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los otros son fundamento del orden político y de la paz social.
¿Y si resulta que algunos españoles no estamos en España por deseo sino por imposición? ¿Y si resulta que la España que nos da la Constitución no es la España que nos da el día a día? No quiero políticos corruptos, naciones que no puedan decidir su derecho a la autodeterminación, la independencia o la federación. No quiero violencia como recurso para imponer la voz, el silencio, la inactividad de la administración frente al individuo.
Después de todo, si las cosas van mal el Estado pone dinero para salvar el sistema bancario, los automóviles, y tantas otras cosas. Pero ¿quién nos salva del Estado?
1 comentario:
Quién vigila al vigilante? El cazador cazado.
Un saludo, amigo.
Luis
Publicar un comentario